"Lo siento, hijo. Debí hacerlo mejor": ¿Por qué los padres de Ecuador deben ver 'Adolescencia'?
PRIMICIAS conversó con dos psicólogas sobre 'Adolescencia', la miniserie de Netflix que ha puesto a pensar a los padres en el mundo y también en Ecuador. Estas son las lecciones de la producción.

Captura de pantalla del tráiler de la miniserie 'Adolescencia' de Netflix.
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Netflix
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"Lo siento, hijo. Debí haberlo hecho mejor". Con esa frase finaliza 'Adolescencia', la miniserie sensación de Netflix en 2025, y que ha derivado en conversaciones y autocríticas alrededor del mundo.
En cuatro episodios, el programa narra la historia de Jamie Miller, un joven 13 años acusado de asesinar a su compañera de clase, Katie Leonard.
El hecho asombra e impacta, pero solo es el inicio de intensas revelaciones de un mundo que poco o nada conocen los adultos.
En cada escena, padres, detectives y profesores buscan el por qué del crimen, pero la respuesta está y no a la vista. Entonces, se genera un debate.
¿Qué pasa en la mente de un chico de 13 años? ¿Qué papel juegan las redes sociales y los estereotipos? ¿Dónde interviene la familia?
Para responder estas y otras interrogantes, PRIMICIAS conversó con dos profesionales en psicología, quienes compartirán sus criterios de la miniserie y nos contarán por qué todos los padres en Ecuador deberían ver 'Adolescencia'.
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El mundo adolescente
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Si algo queda claro en 'Adolescencia' es que esta etapa de la vida ya no puede ser vista solo como un periodo de crecimiento o transición.
Es todo un mundo, y un mundo que puede ser desvirtuado con influencias equivocadas.
Para la psicóloga clínica, Daniela Vicuña, es desconcertante como la miniserie muestra a ese mundo adolescente tan en contraposición del mundo adulto, "tan diferente e imposibilitado de conectarse".
Pero, en el caso de la miniserie, ese quiebre es el punto de partida para intentar entender qué pasa en la mente de un chico de 13 años. Y sí, es un territorio absolutamente complejo.
Ahora, sí a eso se suma Internet y las redes sociales sin supervisión, el joven se encuentra inmerso en una vorágine de sensaciones, algunas de mayor riesgo que otras.
Imagen referencial de adolescentes ingresando a un plantel educativo.Freepik "El adolescente sufre lo que se llama la poda cerebral. Las neuronas de la infancia se mueren y dan paso a nuevas conexiones para la adultez. Todo es caos", dice Paulina Cárdenas, psicóloga especialista en niñas, niños, adolescentes y mujeres.
Ella ejemplifica lo anterior como cuando una calle está construcción en la ciudad. Hay tráfico, ruido y molestia, pero no queda más que ser pacientes.
Entonces, si esa actitud corresponde con una obra, ¿por qué no hacer lo mismo con un adolescente en casa?
"Se requiere ser más compasivos con los chicos. Una crianza más benevolente con la edad y sin juzgar".
Paulina Cárdenas, psicóloga especialista en niñas, niños, adolescentes y mujeres
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Por qué ver la miniserie en casa
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Tanto Vicuña como Cárdenas consideran que la miniserie 'Adolescencia' se puede ver en familia. Hay algunos criterios que deben tomarse en cuenta antes de reproducirla.
Los padres deben verla primero
- Esta es una decisión que busca que los padres se preparan para revisar el contenido e indagar algunos conceptos o mensajes.
- Con esto, los adultos tendrían elementos para guiar a los jóvenes durante alguna escena en concreto o ante la mención de términos como manosfera e ‘incels’.
Una conversación posterior
- Tras ver la miniserie, es fundamental una conversación entre los miembros del hogar.
- Hay problemáticas como el bullying, el acoso y los estereotipos que necesitan un análisis.
- Precisamente, con ese diálogo nace una posibilidad para que los padres entiendan a sus hijos o detecten, en familia, dificultades que requieren ayuda.
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Las redes sociales seguirán ahí
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Después de ver la miniserie 'Adolescencia', las redes sociales seguirán ahí. En otras palabras, el riesgo para los jóvenes sigue latente.
Ver el programa es útil para establecer acciones preventivas, y proteger a los hijos.
Queda claro que el protagonista evidencia todo lo que no puede pasar con un joven con acceso Internet.
"Un niño de 13 años no puede tener acceso libre a cualquier información en Internet. Peor encerrado en su cuarto. Ahí, sin duda, se necesitan reglas", dice Vicuña.
Pero esas normas, no vienen solas, pues los padres deben conducir a los jóvenes en el mundo virtual, especialmente con valores.
Imagen referencial de niños utilizando una computadora.Freepik Para la especialista Cárdenas, aquello es fundamental, pues se evitaría acciones como las que realizó la víctima de la miniserie.
"Un adolescente no debería enviar fotos de sus partes íntimas. El cuerpo no es herramienta para acercarse a otros", agrega.
En ese sentido, con la formación oportuna, desde el hogar, el adolescente entendería que su primera arma para enfrentar sus dilemas es el diálogo.
Desde ahí nace su autoconocimiento, su capacidad para superar la presión social, su necesidad de afecto y la frustración.
"Un niño de 13 años no puede tener acceso libre a cualquier información en Internet. Peor encerrado en su cuarto. Ahí, sin duda, se necesitan reglas".
Daniela Vicuña, psicóloga clínica
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El papel de la familia
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Javier, un adolescente de 14 años, dice que vio la miniserie porque pensó que se trataba de un programa de la vida real. Pese a saber que no lo es, sigue inquieto por toda la carga emocional expuesta.
"Son cosas que no quieres hablar. Te puedes sentir comprendido o no, pero lo minimizas. Y claro, sabes que no está bien", manifiesta.
Al igual que Javier, Ramiro, de 17 años, coincide en el problema de la comunicación que deja de lección la miniserie.
"Tantos problemas modernos se condensan en el silencio de los personajes. Es duro", dice.
Y en efecto, la comunicación es un tema pilar en el programa, pero también en toda la etapa de la adolescencia.
¿Qué hacer entonces para que se vuelva un aliado en la crianza? Esto recomiendan las expertas:
- Si hay adolescentes en casa, los padres de familia deben informarse y prepararse para los cambios físicos y psicológicos de sus hijos.
- Ellos, ya no son niños, y requieren una relación horizontal. Es decir, que se sientan incluidos en la toma de decisiones de la familia, que sientan que tienen un rol y no solo acatan órdenes.
- Fomentar la comunicación y expresión de emociones. En familia, abrir espacios de diálogo para hablar de sus dificultades.
- Y en esa misma línea debe ser la crianza. Con benevolencia, sin escandalizarse o ridiculizarles e invalidar sus sentimientos.
- La apuesta por una formación compasiva, no quita espacio a las reglas. Los adolescentes las necesitan, pero deben venir desde la reflexión y la orientación sobre conductas no deseadas.
- Por ejemplo, tarde o temprano tendrán acceso a un celular, y será mejor que sea provisto desde casa. Pero el artefacto viene acompañado de supervisión de los adultos.
- Incluso, debe ser limitado el uso de dispositivos y siempre con horarios y restricciones como los controles parentales.
- No se trata que la familia se convierta en policías o detectives de los adolescentes. Ellos están aprendiendo y se equivocarán.
- Entonces, los padres y hermanos deben mostrar su apoyo incondicional. Valorando sus esfuerzos y logros.
- Finalmente, las profesionales recomiendan que los adultos recuerden que también fueron adolescentes. Eso es necesario para entender cómo afecta la relación entre pares.
- A partir de ahí, con el ejemplo de los padres, se construye confianza y empatía, valores esenciales para que los chicos adviertan las consecuencias de sus acciones.
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