2024 cierra como el año con los peores incendios, las temperaturas más altas y una terrible sequía
83.000 hectáreas de cobertura vegetal se perdieron en 2024 por los incendios forestales que azotaron el país: los peores de los últimos 14 años. Estos incendios son el producto de condiciones climatológicas extremas que ha sufrido Ecuador.
Un incendio forestal en el sector de Rumishitana, de la parroquia de Malacatos (Loja), ha consumido 306 hectáreas de vegetación nativa hasta el 12 de noviembre, según la Secretaría de Riesgos.
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Secretaría de Riesgos
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2024 llega a su fin con la marca de un récord histórico en materia de riesgos: ha sido el año con los peores incendios forestales en Ecuador en más de 14 años. La falta de lluvias y los picos de calor que enfrentó el país han causado que el fuego, en este año, consuma 83.323 hectáreas de vegetación.
Datos de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, que monitorea estos eventos, evidencian que, a lo largo de 2024, hubo 5.815 incendios forestales en todo el país. Este es el número más alto de incendios, y va acompañado del más alto número de hectáreas quemadas desde 2010, lo que marca un lamentable récord.
Pero, ese no es el único récord en esta materia. En 2024 también se registraron los incendios más grandes de los últimos 14 años, en las provincias de Azuay y Loja. Estos consumieron más de 3.000 hectáreas de vegetación, lo que los convierte en los eventos de este tipo más atroces registrados en Ecuador.
El incendio más grande en años anteriores se había registrado en 2019, cuando el fuego consumió 3.010 hectáreas en Quilanga, Loja, en septiembre de ese año.
Pero en agosto y septiembre de 2024, en ese mismo cantón y también en Quinara, en el cantón Loja, un enorme incendio llegó a consumir 7.600 hectáreas. El fuego también dejó más de 90 familias damnificadas, durante las más de dos semanas que tardó en ser liquidado.
El incendio en Loja fue de tal magnitud que se perdieron 128,5 hectáreas de sembríos de café, 6,5 hectáreas de huertos de legumbres y 200 hectáreas de semilleros de café; y dejó más de 12.000 animales muertos y 2.000 heridos, sobre todo, pollos y bovinos. No hay una cuantificación de las pérdidas de especies nativas afectadas por el fuego.
Otro incendio, en Vilcabamba, también en la provincia de Loja, en noviembre, causó la pérdida de 3.724 hectáreas de vegetación. Este también es más grande del que se registró en 2019.
Para referencia, todos estos incendios fueron de mucha mayor magnitud que el ocurrido en Quito, en el sector del cerro Auqui y Guápulo, que en septiembre de 2024 causó la quema de 193 hectáreas, pero que llegó a la zona urbana de la ciudad e incluso consumió ocho viviendas.
Los efectos de los incendios en 2024
Además de las 83.000 hectáreas de vegetación quemadas en 2024, los incendios también generaron otras afectaciones. Según los registros de la Secretaría de Riesgos, el fuego dejó más de 44.000 animales muertos y unas 5.400 hectáreas de cultivos perdidos.
Pero estos cálculos no incluyen las afectaciones reales en el tema de fauna, según Glenda Ortega, subsecretaria de Patrimonio Natural del Ministerio del Ambiente. Esto se debe a que aún se está trabajando en el levantamiento de la información de especies nativas afectadas por el fuego.
Lo que sí tiene identificado el Ministerio del Ambiente son los ecosistemas que fueron más afectados en los incendios de 2024: páramos y bosques secos. Específicamente, en los incendios de que ocurrieron en el Parque Nacional Podocarpus, en Loja, la afectación fue a bosque primario y páramo. Y en el Parque Nacional Cajas, en Azuay, el daño fue al páramo y un parche de bosque.
En Azuay, el tipo de suelo más afectado fue alfisoles e inceptisoles, y en Loja los inceptisoles y los entisoles.
Estos suelos son típicos de regiones de alta montaña, depósitos glaciares o depósitos recientes de valles, como la Cordillera de los Andes. Son ricos en nutrientes y materia orgánica (andisoles e inceptisoles) y en suelos típicos de laderas, principalmente en zonas de bosques con suelos poco profundos (entisoles) y en zonas semihúmedas y semi áridas (Mollisoles).
Estas condiciones propias de las áreas que fueron quemadas hacen que su recuperación sea más larga y también más costosa. La subsecretaria Ortega señala que el páramo, que es un ecosistema frágil, tiene un tiempo de recuperación que va de 10 a 15 años, y llega a costar entre USD 1.200 y 1.500 por hectárea.
Mientras que en la región interandina, el bosque seco es mucho más caro, llega costar hasta USD 2.000 por hectárea, y toma de 20 a 25 años la reparación total del ecosistema.
Para la recuperación de las zonas incendiadas durante 2024, Ortega sostiene que hay un plan de regeneración con especies nativas. Pero este toma tiempo, pues no se puede actuar inmediatamente después de un incendio, dice la subsecretaria.
El primer mes, después de un incendio, se usa para georeferenciar toda el área. El segundo mes, cuando el suelo ya vuelve a respirar, se planifica la regeneración, y el tercer mes se retira el material quemado. Recién entonces pueden comenzar los trabajos de reforestación.
Las condiciones para el fuego
Jorge Carrillo, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos, asegura que si bien la mayoría de incendios tienen origen humano (pirómanos o quemas agrícolas), sí hay factores que incidieron directamente en que en 2024 haya casos en los que el fuego se salió de control.
"La propagación del incendio tiene que ver con el clima, con las condiciones de humedad muy bajas que hemos tenido, temperaturas muy altas y vientos muy rápidos", explicó Carrillo en entrevista con PRIMICIAS.
Específicamente, Carrillo señala que en los incendios más grandes y que se tornaron más difíciles de controlar en 2024 se cumplió el parámetro 30-30-30, que identifica las condiciones de altísimo riesgo para la rápida propagación del fuego. Esto es:
- Más de 30°C de temperatura.
- Menos del 30% de humedad ambiental.
- Vientos de más de 30 km/hora.
Estas condiciones se llegaron a cumplir gracias a que 2024 fue un año con condiciones climáticas extremas. Aunque se esperaba que el Fenómeno de El Niño llegase a afectar a inicios de año, las lluvias se concentraron casi sólo en febrero, y fueron escasas en marzo y abril, meses en los que normalmente llueve mucho.
Javier Macas, técnico del Instituto de Meteorología e Hidrología (Inamhi), explica que normalmente en los meses lluviosos, las precipitaciones se distribuían a lo largo de todo el mes. Sin embargo, en los últimos años, están viendo que las lluvias concentran en dos o tres días los niveles de agua que normalmente caerían en 12 o 15 días.
Esto, dice Macas, afecta directamente a la saturación del suelo y también a la vegetación. Tener plantas secas puede influir también en que los incendios se propaguen más rápidamente.
Desde mayo-junio, en cambio, empezó la temporada seca. Macas explica que, mientras comenzaba esta temporada, observaron que los patrones de altas presiones que favorecen una atmósfera seca eran mucho más intensos en 2024. Estas condiciones secas prolongadas afectaron toda la región, y son las que causaron en el caso de Ecuador los incendios.
"Los eventos de precipitación (lluvia) y los eventos de ausencia de ellas tienden a ser cada vez más intensos. Esto es producto del cambio climático, y también hay hipótesis de un ciclo de regulación natural del planeta"
Javier Macas, técnico del Inamhi
Macas explica que, en esta temporada seca, las condiciones de la atmósfera impedían que se creen nubes, lo cual también permite que la radiación ingrese de forma más intensa y que la temperatura se incremente. "Este año se han visto temperaturas que no se veían desde hace 20 o 30 años", sostiene.
De hecho, este año el Inamhi registró varios picos históricos en temperatura. El 25 de octubre, 10 cantones de siete provincias registraron temperaturas que no se habían registrado en 19 años. Por ejemplo en la ciudad de Quito, el sector de Tababela llegó a bordear los 30°C, y la ciudad de Coca, en Orellana, llegó a los 37,4°C.
Estos picos en las temperaturas tampoco son un fenómeno sólo de Ecuador. El servicio europeo Copernicus, que monitorea el cambio climático a escala mundial, anunció que 2024 será el año más caluroso desde que hay registros. Su último análisis determina que el planeta se ha calentado 1,59°C respecto al periodo preindustrial (1850-1900), con corte a noviembre de 2024. Sería la primera vez que la temperatura supere los 1.5 °C respecto a los niveles preindustriales.
La preparación para 2025
Con estos antecedentes, la subsecretaria Glenda Ortega asegura que tienen la certeza de que 2025 será peor para los incendios. Por ello, una de las primeras acciones que tienen en agenda la primera semana del nuevo año es una reunión de coordinación entre las distintas instituciones públicas a cargo de este tema.
Una de las primeras medidas que se espera también en preparación para la temporada de incendios de 2025 es que el presidente Daniel Noboa emita, mediante decreto ejecutivo, la estrategia nacional del manejo integral del fuego.
Aparte de esto, Ortega asegura que mantendrán constantes campañas de concientización para evitar los incendios, y trabajarán en al menos siete capacitaciones para brigadistas especialistas en manejo integral del fuego y brigadistas comunitarios, además de otras acciones de educación en este tema.
De su lado, Jorge Carrillo, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos, dice lo primero que ya se hizo en 2024 es acreditar más Cuerpos de Bomberos. En junio, asegura, pasaron de 12 a 17 acreditados a escala nacional, para tener más capacidad operativa en todo el país.
También el Ministerio del Ambiente adquirió cinco nuevos 'bambi buckets' (canastas para cargar agua en helicópteros) con cooperación internacional. Antes sólo había uno propio, más otros que pertenecen a otras entidades como Aeropolicial, dice Carrillo.
"Basado en lo que pasó en 2024, tenemos que tomar correctivos. Estamos pensando en adquirir nuevos sistemas y más helicópteros también, para enfrentar las emergencias en 2025"
Jorge Carrillo, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos
Entre las medidas que aún se están evaluando está ubicar un helicóptero para el Cuerpo de Bomberos de Cuenca, para que pueda movilizarse más rápidamente en el sur del país.
Y también, dice Carrillo, trabajan en la coordinación con los gobiernos autónomos descentralizados (GAD), pues "la gestión de riesgo es responsabilidad de todos los niveles de gobierno".
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