Hace 40 años, "mi padre regaló 500 cruces por la visita del papa Juan Pablo II" a Ecuador
La visita del papa Juan Pablo II originó "las mayores concentraciones humanas de la historia de Ecuador". En Quito, la familia de Beatriz Juárez guarda una anécdota de fraternidad y fortuna.
Imagen de archivo del papa Juan Pablo II y de la concentración en el parque La Carolina de 1985, en Quito.
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Vatican Media y captura de Gamavisión
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Este 29 de enero de 2025 se cumplen 40 años de la visita del papa Juan Pablo II a Ecuador, uno de los eventos de mayor impacto en la historia contemporánea del país.
Entre el 29 de enero y el 1 de febrero de 1985, el pontífice recorrió Quito, Latacunga, Cuenca y Guayaquil. En cada evento, era acompañado por miles de fieles.
Según el historiador Jorge Salvador Lara, la llegada del Santo Padre originó "las mayores concentraciones humanas de la historia de Ecuador".
Tal fue el deseo de conocer al Papa, que solo en Quito hubo un millón de personas en el encuentro realizado en el parque La Carolina.
En Latacunga, en Cotopaxi, se registró 100.000 asistentes en el evento con las nacionalidades indígenas en la explanada del estadio La Cocha.
En Cuenca, en Azuay, la cifra de personas bordeó el medio millón y, en Guayaquil, en Guayas, se contabilizó otro millón en eventos como la beatificación de Mercedes de Jesús Molina.
De hecho, en Guayaquil se buscó un área apartada del norte de la ciudad para recibir a tal cantidad de gente y, por años, en ese sector de Samanes, solo había una cruz que simbolizaba el arribo de Juan Pablo. En 2015, en el lugar se añadió una figura de seis metros del sacerdote polaco.
Sobre estos hechos, imágenes y videos de archivo muestran calles totalmente copadas, mientras el Sumo Sacerdote recorría Ecuador en su papamóvil.
Posteriormente, en las distintas concentraciones, el papa Juan Pablo II orientaba sus discursos hacia los jóvenes y agradecía la "calurosa acogida" que recibió en el país.
"Todo el mundo quería ver al Papa"
En Quito, se volvieron icónicas las concentraciones en lugares como el estadio Olímpico Atahualpa, la Plaza Grande y el parque La Carolina, lugar donde se levantó una cruz de 45 metros en honor al pontífice.
En ese tradicional espacio verde de la capital, el papa Juan Pablo II compartió con los quiteños y ecuatorianos la mañana del 30 de enero de 1985.
"Todo el mundo quería ver al Papa. Lo esperábamos. Era un momento especial para Ecuador".
Beatriz Juárez
Cuando se conoció que el sucesor de San Pedro estaría en ese punto de la ciudad, cientos de familias se prepararon para acudir a la cita con el Santo Padre.
Ese fue el caso del hogar de Beatriz Juárez. En 1985, ella tenía 16 años de edad y su padre era uno de los más entusiastas por la llegada de Juan Pablo II.
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"Era un momento especial para Ecuador y nadie se lo quería perder", dice ahora la mujer de 56 años de edad.
En su casa, su padre, José Luis Juárez, preparaba un gesto para compartir con el resto de feligreses, pues sabía que sería un suceso irrepetible.
Las cruces de don Juárez
Beatriz recuerda que su padre tuvo la idea de regalar cruces de madera a las personas que asistan a recibir al papa Juan Pablo II.
Ella dice que su progenitor planificó cumplir esa actividad en la avenida 10 de Agosto, vía que tomaría el papamóvil para dirigirse al parque La Carolina, norte de Quito.
En las semanas previas a ese encuentro, don José Luis compró cientos de marcos de puertas para elaborar los objetos religiosos.
Con la ayuda de sus hijos, el hombre logró realizar alrededor de 500 cruces de madera, de 40 centímetros.
A cada una de ellas, les colocó una pequeña imagen con el rostro del Sumo Sacerdote. Cuando se acercaba la fecha para que el Papa llegue a Quito, la familia de don José Luis tuvo largas jornadas para culminar la tarea.
El 30 de enero de 1985, a horas de que empiece el recorrido del pontífice, el padre de Beatriz guardó las cruces en costales y se subió a una bicicleta que no tenía frenos.
El hombre desconocía ese detalle y su familia no tuvo oportunidad de decírselo.
"Ese fue el 'primer milagro' de Juan Pablo II en Quito. La 'bici' estaba dañada y él bajó por la calle Yaguachi, la cual es muy empinada. En el camino, la bicicleta se dañó aún más, pero mi papá salió ileso".
Beatriz Juárez
Cuando llegó a la avenida 10 de Agosto, don José Luis indicó a sus hijos que la bicicleta se averió por completo y, pese a ello, él estaba bien.
Inmediatamente, se pusieron a regalar las cruces a todos los que estaban en la calle esperando por el papa Juan Pablo II.
"Es toda una anécdota la visita del Papa para nuestra familia, pero, lo más importante, es que las cruces de mi padre sirvieron para que las familias se lleven un recuerdo bendecido de un hecho que marcó al país".
Beatriz Juárez
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