Kunturñawi, el festival que impulsa el cine ecuatoriano hacia comunidades remotas
El Festival de Cine Ecuatoriano Kunturñawi, en su décima tercera edición, lleva el cine nacional a distintas comunidades, promoviendo temas de identidad y derechos.
Kunturñawi es un festival que promueve el amor por este arte desde las comunidades hasta los talentos que buscan hacer cine.
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Kunturñawi, que significa “Ojo del Cóndor”, celebra y premia el talento ecuatoriano en categorías como largometrajes de ficción y documental, y cortometrajes de ficción, documental, comunitario, animación, universitario e internacional.
Este Festival de Cine Ecuatoriano, organizado por la Fundación Arte Nativo, cuenta con el respaldo de cinco instituciones principales, como el Ministerio de Cultura y Patrimonio, el Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación, y los municipios de Ambato, Riobamba y Guaranda.
Además del apoyo de otras entidades y empresas privadas. Según Angie Vilema, comunicadora del festival, esta colaboración es esencial para continuar promoviendo el cine ecuatoriano y expandir su alcance.
Desde su inicio en Riobamba, Kunturñawi ha logrado que hasta 2023 participen 577 producciones, de las cuales 493 son ecuatorianas.
Además de 120 películas internacionales. A lo largo de su trayectoria, también se han llevado a cabo 477 programas de capacitación en cinematografía, abiertos a todos los interesados.
El cine va a las comunidades
Piedad Zurita, directora del proyecto, explicó que el festival busca llegar a las comunidades y poblaciones sin acceso a las salas de cine, ofreciendo proyecciones y talleres en áreas remotas de Ecuador. “El cine va a ellos”, enfatizó.
Zurita destacó que este año el festival se ha consolidado como un referente de cine en las provincias de Chimborazo, Bolívar, Cotopaxi, Pastaza y Tungurahua, atrayendo tanto a cineastas reconocidos como a talentos de la región.
Entre los participantes figuran nombres destacados como Frank Vera, María Fernanda Restrepo, Víctor Arregui y Sebastián Cordero, quien participó en la edición de 2023.
Un festival para todos
Este año se seleccionaron 49 producciones, la mayor cantidad hasta la fecha. Según Vilema, el festival busca descentralizar el cine ecuatoriano, ofreciendo, tanto a los productores como a la comunidad, la oportunidad de presentar sus propuestas y apreciar el cine nacional.
También se persigue la recuperación de espacios públicos como casas comunales, mercados, auditorios y plazas, con la meta de integrar al cine en el entorno comunitario.
“El objetivo es generar espacios de formación en cine y audiovisual, donde las historias que se cuentan aborden temas de identidad, pertenencia, migración, diversidad, ambiente, derechos y género, para construir significados y desarrollar un pensamiento crítico”, mencionó Vilema.
La ruta del festival y su clausura en Ambato
Hasta el momento, el festival ha recorrido las provincias de Bolívar, Cotopaxi y Tungurahua. En Bolívar, especialmente en la parroquia de Salinas de Guaranda, las proyecciones han tenido una gran acogida, incluso por parte de visitantes extranjeros.
En Machachi (Pichincha) la audiencia también mostró un gran entusiasmo por las producciones ecuatorianas.
“Son proyecciones gratuitas, pero lo hacemos así para que el público valore nuestro cine”.
Angie Vilema, comunicadora del festival.
En Tungurahua, las presentaciones continuarán hasta el 10 de noviembre en distintos espacios, como casas museo y salas de cine locales.
Cecilia Chacón, directora del Departamento de Cultura Municipal de Ambato, anunció que la ciudad será la sede de la clausura del festival el 22 de diciembre en el Teatro Lalama, donde se premiará a los cineastas ecuatorianos.
"Esta propuesta también promueve el turismo mediante estas acciones culturales", resaltó Chacón.
Un espacio para el cine comunitario
Saywa Masaquiza, joven director de 25 años, presentó su cortometraje “Awugkuna”, una pieza de 12 minutos que retrata el legado de los tejedores de Salasaca.
Con herramientas básicas, como un celular y un estabilizador, Jerez y su equipo lograron captar las historias de los descendientes de tejedores, buscando preservar la identidad cultural de Salasaca.
“Este festival es una ventana para que jóvenes como yo, de comunidades y cantones, puedan dar a conocer su trabajo”, mencionó el director, quien ha participado en festivales, tanto en Galápagos como en este certamen.
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