Así es la cooperativa San Francisco, donde la violencia criminal se ensaña con los niños, según The Economist
Un reportaje de The Economist señala casos de crueldad extrema contra menores de edad en un barrio vecino al complejo penitenciario de Guayaquil. Se trata de una barriada de calles destruidas, donde las aguas servidas mal olientes bajan de los cerros y corren por canaletas en las aceras.
Una motocicleta atraviesa un pozo de aguas servidas donde se acumula un montículo de basura en la cooperativa San Francisco, al norte de Guayaquil, territorio del grupo criminal Los Lobos.
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PRIMICIAS
Autor:
Redacción primicias
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La cooperativa San Francisco, ubicada frente al complejo de cárceles del norte de Guayaquil, se comenzó a poblar a partir de invasiones de tierra hace más de 25 años. Pero aún carece de servicios básicos y las calles destruidas o inaccesibles la han convertido en un bastión de bandas criminales.
La basura se acumula en las esquinas. Oscuras y malolientes aguas servidas bajan de las colinas y corren por las aceras del barrio, ubicado en una media herradura entre las faldas de los cerros en el kilómetro 16,5 de la vía a Daule, al lado oeste de la carretera.
Pero más allá de falta de alcantarillado y de los problemas sanitarios, la principal preocupación para los vecinos es el dominio que ejercen en el sector grupos armados organizados, que siembran el temor entre los habitantes.
Un reportaje del prestigioso semanario británico The Economist -publicado en su revista ‘1843’, el pasado 22 de noviembre- señala el barrio por los casos de crueldad extrema que aplican las bandas criminales contra menores de edad, lo que incluiría, según el medio, cortarles la lengua.
“En la Cooperativa San Francisco –un barrio pobre de Guayaquil– los mafiosos han cortado la lengua a los niños para evitar que se conviertan en informantes de la policía”.
The Economist.
La Policía del distrito Pascuales, al que pertenece la cooperativa, carece de reportes al respecto y niega que se haya registrado casos de amputación de ese tipo, como se menciona en el artículo sobre Ecuador: “Un viaje a través del narcoestado más nuevo del mundo”.
Aunque oficiales de policía del sector consultados por PRIMICIAS reconocen que los adolescentes están expuestos a la violencia y al reclutamiento por parte de grupos criminales desde los 14 años.
Un sector dominado por Lobos y Pitufos
De acuerdo a la Policía, en el sector operan las bandas criminales de Los Lobos y una de sus facciones, una suerte de brazo armado, denominada Los Pitufos.
En San Francisco residen unas 33.000 familias. El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), que ha trabajado en jornadas deportivas en el sector, estima que un 60% de los habitantes esta conformado por niños, adolescentes y jóvenes.
Los niños crecen en medio de la influencia criminal, entre disputas y el acaparamiento delictivo del territorio para actividades como el microtráfico y el cobro de ‘vacunas’ extorsivas, de acuerdo a la CDH.
Pero el organismo tampoco tiene informes sobre represalias que incluyan amputaciones contra los adolescentes.
"San Francisco es un comunidad afectada duramente por la violencia criminal, la CDH a registrado el fenómeno de reclutamiento de adolescentes por parte de las bandas y amenazas a defensoras comunitaria por el ejercicio de su trabajo".
Billy Navarrete, director de CDH.
PRIMICIAS se reunió con una líder barrial del sector, quien reside en el barrio desde hace 16 años, y quien relató -a condición de conservar el anonimato- las principales dificultades de la comunidad.
En cuanto a las condiciones sanitarias, señaló que la falta de un sistema de alcantarillado sanitario les obliga a depender de pozos sépticos, a pesar de que las planillas de agua incluyen los cobros por un servicio que en la práctica no reciben, dijo.
También cuestionó la mala disposición de basura por parte de algunos vecinos y el estado deplorable de las calles, agravado por el constante derrame de aguas servidas.
En cuanto a seguridad, dijo que las personas ajenas al barrio son monitoreadas desde la entrada por vigías de las bandas locales (motorizados, por ejemplo) quienes alertan sobre cualquier vehículo sospechoso que ingresa y le hacen un seguimiento a los foráneos.
Esto refuerza la percepción de control que ejercen grupos delictivos en la zona. “Es muy peligroso para cualquier persona que no viva aquí adentrarse mucho en el barrio”, advirtió.
“No me extrañaría tanta crueldad”
Sobre los casos de tortura a menores de edad como método de escarmiento para evitar que denuncien, dijo que la información del artículo de The Economist comenzó a circular en el barrio en redes sociales.
Aunque ella afirmó no haber escuchado casos concretos de niños mutilados, dijo que es más probable entre los jóvenes inmiscuidos con los grupos criminales.
“Hace mes y medio, en lo alto del cerro, hombres armados y encapuchados desalojaron a la fuerza a cuatro familias, mataron a un adulto mayor de 81 años, quemándolo a él y a su vivienda. Entonces no me extrañaría tanta crueldad”, añadió.
Se refiere a la violenta incursión de criminales registrada en la cooperativa San Francisco 2, en el sector El Mirador, el pasado 17 de octubre, un ataque aparentemente que dejó un fallecido y dos heridos, dirigido a amedrentar a los pocos residentes del sector y obligarlos a abandonar sus casas.
El ataque en la cima del cerro se registró cerca de las 02:30 y dejó cuatro heridos. De hecho, la hija adolescente de la víctima tuvo que correr cerro abajo, a esa hora de la madrugada, por cerca de dos kilómetros, para pedir ayuda a la Policía.
El Mirador ofrece una vista privilegiada del complejo de cinco cárceles del norte de Guayaquil. No obstante, la policía le atribuyó el ataque a una estrategia de las bandas de apoderarse de casas y terrenos de difícil acceso para convertirlos en centros de acopio de drogas.
Niños, vulnerables en zonas violentas
En el vecino distrito de Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil, donde la penetración de las bandas criminales es aún mayor, las pandillas han encontrado en los niños y adolescentes a sus principales aliados para actividades delictivas.
Como los menores de edad no pueden ser procesados como adultos, el crimen organizado inicia el reclutamiento desde los 12 años.
De hecho, a los menores de edad las bandas les otorgan casa, arma o moto y USD 200 al mes para guardar drogas en sus casas o trasladarlas entre barrios, para cobrar extorsiones o cometer asesinatos contra rivales, según lo ratificado en el artículo de The Economist.
“El territorio en sí se convierte en el negocio”, se apunta en el reportaje. En Nueva Prosperina -añade- la Policía estima que los adolescentes pueden llegar a ganar hasta USD 4.000 al mes en operaciones para los grupos delictivos.
En el último mes, está dinámica de reclutamiento temprano ha provocado una serie de atentados con explosivos en cercanías a colegios del cantón turístico de General Villamil Playas (Guayas), cuya cercanía con el Puerto de Posorja ha disparado la violencia este año.
Con el objetivo de ampliar sus filas delictivas con adolescentes se genera terror en los planteles para forzar a los menores a formar parte de las bandas con la promesa de protección, según la policía, que redobló presencia en los exteriores de unidades educativas.
El 18 de octubre, la Policía halló desmembrado e incinerado el cuerpo de un adolescente desaparecido en la vía Playas-Posorja.
En Durán, donde los menores de edad representan el 33% de la población (más de 100.000 personas), las precarias condiciones de vida y el limitado acceso a servicios, también convierte a esta población en vulnerable al reclutamiento, advierte un informe de la ONU.
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