“Estaban golpeados y desnudos”: testigo en el caso de los cuatro de Guayaquil aclara detalles de su testimonio
PRIMICIAS tuvo acceso al testimonio anticipado del testigo protegido de Fiscalía en el caso de los cuatro niños de Guayaquil. El ciudadano denuncia haber recibido amenazas.
El relato del testigo protegido del caso gira en torno a lo sucedido en el poblado de Taura (Naranjal, Guayas), la noche del 8 de diciembre de 2024, y durante los días posteriores a la desaparición de los cuatro niños detenidos en un operativo militar en el sur de Guayaquil. Una foto del malecón de Taura, el 24 de diciembre de 2024.
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PRIMICIAS
Autor:
Redacción Primicias
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“Estaban golpeados todos. Uno tenía partida la cabeza”. “Yo les di calzoncillos ya que estaban desnudos”. Así describe Luis T., testigo clave del caso de los cuatro menores de Las Malvinas, en Guayaquil, el estado en que encontró a las víctimas la noche del 8 de diciembre de 2024.
Casi una hora más tarde -según esta versión- motorizados se llevaron presuntamente secuestrados al niño de 11 años y a los tres adolescentes conocidos como los cuatro de Guayaquil, desaparecidos y asesinados tras ser detenidos en un operativo militar en el sur de esa ciudad.
El testimonio anticipado del testigo protegido de Fiscalía, al que tuvo acceso PRIMICIAS, aclara detalles respecto a las versiones previas y devela el temor que lo persigue: "He sido amenazado (...) Temo por mi vida", confiesa el hombre, originario de Taura.
También ratifica la violencia sufrida por los niños tras su detención tras un presunto robo (del que no existen pruebas) y el estado de vulnerabilidad en el que se los habría abandonado en Taura, una parroquia rural del cantón Naranjal, a más de 40 kilómetros del lugar de la aprehensión.
“Les dije que se escondan en la cancha”
Según Luis T., la noche del 8 de diciembre de 2024 regresaba a su casa en el pueblo de Taura, cuando se topó a las afueras de la vivienda a los cuatro menores, cerca de las 22:40. Ismael y Josué Arroyo (15 y 14 años), Steven Medina (11) y Nehemías Saúl Arboleda (15), quienes le pidieron ayuda.
“Solo presté una llamada (...) Les di agua y panes que mi madre tenía en el anaquel”, señaló el hombre en un testimonio anticipado rendido ante un juez, el 16 de enero de 2025 en la Unidad Judicial Valdivia, al sur de Guayaquil.
“Yo les di 'bóxers' (calzoncillos), ya que ellos estaban desnudos. Les dije que se escondan porque estaban en la vía, les dije que se escondan en la cancha”.
Luis T., testigo protegido del caso.
El hombre les prestó el celular para que Ismael llame a sus padres a pedir ayuda, sobre las 22:59, según la hora registrada en su teléfono. El más alto, a quien le calculó unos 15 años, era quien tenía una herida en la cabeza (mientras que los militares aducen que les calcularon a los chicos entre 18 y 20 años).
Según la versión de Luis Arroyo, padre de Ismael y Josué, tras hablar cinco angustiosos minutos con su hijo, el dueño del teléfono le advirtió que tenían entre 45 minutos y una hora para ir a recoger a los niños “antes de que se los lleve la mafia”, pues describió al sitio como “muy peligroso”.
“Como los niños son negritos y nadie los conoce, la mafia se los va a llevar”, cuenta el padre de Ismael que el hombre de la llamada les advirtió.
Pero la familia decidió llamar a la policía para que acuda al rescate de los menores. Cuando los uniformados llegaron a la ubicación, casi una hora después, no hallaron a los cuatro chicos ni pudieron contactar con el testigo que les prestó el celular.
De “10 motos de la mafia” a solo cuatro personas
En el testimonio tomado bajo juramento, con advertencia de incurrir en perjurio, el testigo también aclara que fueron de "dos a tres motos" (tres a cuatro personas) los que se habrían llevado a las víctimas de Taura, y no una decena de motorizados como había trascendido en versiones previas.
Un relato previo de las familias apuntaba a 10 motorizados. “Yo no sé, ya vinieron 10 motos de la mafia y se llevaron a esos vergas” (sic), recuerda el padre de Ismael y Saúl que le dijo el testigo cuando lo llamó de vuelta a preguntar por los chicos, luego de que la policía no diera con ellos.
El testigo increpó al padre de familia por haber enviado a la Policía y le dijo que tuvo que correr e irse de casa pues casi lo “hacen meter preso” por hacer un favor.
Pero en el testimonio, prueba de cargo de cara al juicio por presunta desaparición forzada contra los 16 militares, el testigo señaló que nunca pudo hablar con la policía “porque estaba allí gente encapuchada”.
La investigación debe despejar sospechas respecto la posibilidad de que los mismos militares hayan regresado en moto por los menores, aunque los involucrados aducen que tras "liberar" a los menores cerca del pueblo llegaron a la Base Aérea de Taura sobre las 22:45. Un grupo de estos militares salió poco después en moto con destino a sus casas en el cantón Milagro.
Allanaron su casa en dos ocasiones
Luis T. denunció haber recibido amenazas por parte de los familiares de las víctimas. Mencionó supuestos mensajes con referencias a grupos criminales, en los que le habrían escrito por ejemplo: “Yo trabajo con la F” (junto a una carita de un tigre) o “Yo trabajo con papá Fito”, en aparente alusión a José Macías Villamar, alias “Fito”, líder de Los Choneros.
La controvertida versión de un segundo testigo, que salió voluntariamente del programa de protección de la Fiscalía (Luigi V.), señala a un criminal conocido como alias “Momo” de ordenar la quema de los menores. Se trata de un presunto cabecilla de Los Águilas, brazo armado de Los Choneros.
El hogar de Luis T. terminó allanado en dos ocasiones en los días posteriores al 8 de diciembre. Él relató que el 12 de diciembre tres camionetas con entre 18 y 20 uniformados llegaron a su casa para interrogarlo (aunque el caso cobraría notoriedad pública hasta una semana después).
Luego, el 15 de diciembre, otro operativo incluyó el uso de tres tanquetas militares y la irrupción en su vivienda, en la que él no se encontraba. “Le tumbaron las puertas con combos a mi papá”, añadió.
La Fiscalía también ha requerido tomar la versión de un teniente coronel, superior de los 16 militares que guardan prisión preventiva por el caso. Esto debido a una operación desplegada el 11 de diciembre, de la que no se notificó a Policía o a Fiscalía, y en la que se habría recuperado ropa de los menores de edad de la escena de la desaparición, clave en el caso.
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