"Son estudiantes, futbolistas federados y con medallas", dicen los padres de los niños desaparecidos en Las Malvinas
“No pertenecen a ninguna banda”, defienden los familiares de los cuatro menores de edad que desaparecieron tras un operativo militar el 8 de diciembre en Las Malvinas. Ellos demandan al Estado la entrega inmediata de sus hijos.
Luis Arroyo, padre de dos de los cuatro niños desaparecidos en el sur de Guayaquil, reclamó por su recuperación este lunes 23 de diciembre del 2024.
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En una esquina apartada, cerca de la iglesia La Merced, en el centro de Guayaquil, Kathy Bustos no tenía fuerzas más que para llorar, mientras su esposo Luis Eduardo Arroyo, con pancarta en mano, repetía "vivos los queremos" en alusión a los cuatro niños, entre ellos sus dos hijos, desaparecidos tras un operativo militar el domingo 8 de diciembre en Las Malvinas.
"No puede hablar, no está en condiciones", decían mujeres que la consolaban a su alrededor y la abrazaban. Desde hace 15 días, esta madre no conoce el paradero de sus hijos, luego de que la noche de ese domingo salieran a jugar fútbol en una cancha de la ciudadela Coviem, en el sur de Guayaquil.
La fe de que sus hijos volverán con vida la mantiene en pie. En su casa, ubicada en Las Malvinas, contaron familiares, Katty Bustos busca consuelo mirando la ropa, los juguetes, los uniformes del colegio y hasta las medallas que ambos, Josué e Ismael, ganaron en los campeonatos de fútbol que jugaban.
De sus hijos, de 14 y 15 años, y de sus vecinos Steven Medina, de 11 años, y Nehemías Arboleda, de 15 años, no hay rastro. Su esposo saca fuerzas para llevar su lucha a las calles, donde ha recibido la solidaridad de decenas de ciudadanos que se han indignado por la desaparición de los cuatro niños.
"Estamos angustiados, entristecidos, partidos por dentro", dijo Luis Arroyo en una reunión virtual en la que los padres de los menores de edad expusieron frente a la Asamblea Nacional el caso de sus hijos, ahí les recalcó: “Los cuatro menores son estudiantes. No pertenecen a ninguna banda. Mi hijo mayor es futbolista federado”.
Josué e Ismael Arroyo Bustos, hermanos de 14 y 15 años, aficionados al fútbol, entrenaban en un equipo conocido como Richard Borja, según comentaron familiares.
"Ellos jugaban en ese equipo, algunas veces competimos en la cancha de la Coviem, yo también juego, pero en Trinitaria", contó José Ruiz, un niño de 13 años que conocía a los menores desaparecidos.
Luis Arroyo vivía orgulloso del desempeño deportivo de sus hijos. En una pancarta, en un plantón realizado este lunes 23 de diciembre, había elaborado un collage con fotos de Josué e Ismael en jugadas de fútbol, en partidos, en los entrenamientos o con las medallas de campeones.
Las canchas de la ciudadela Coviem, donde solían jugar los hermanos y sus amigos, estuvo cerrada ayer. No se programaron encuentros deportivos.
Solo el guardia de otro de los escenarios contó que en este sector, donde funciona un complejo de canchas y hasta un parque acuático abierto al público los fines de semana, vienen niños y jóvenes de toda la ciudad a competencias de fútbol.
"No es raro que la mayoría regrese a casa caminando o avance hasta el Mall del Sur para coger el bus", comentó el guardia la tarde del 23 de diciembre, mientras esperaba que algún alumno de fútbol llegara a la cancha.
Los cuatro niños de Las Malvinas habrían realizado ese recorrido la noche del domingo, cuando desaparecieron. Eran alrededor de las 20:30. "Ya habían terminado de jugar y caminaron cerca del Mall del Sur a comprar pan", comentó la tía de uno de los niños que no quiso identificarse.
Mientras que el tío del Steven Medina, de 11 años, criticó el accionar de las autoridades tras 15 días de la desaparición. “El gobierno no toma cartas en el asunto, cuando lo secuestraron al futbolista Perlaza, en tres días apareció”, dijo el tío del menor.
Steven, contó el familiar, soñaba con el fútbol. “Estudiaba, hacía su deporte como todo niño. Nadie tiene el derecho de dañar los sueños de un niño, es algo que no tiene perdón ante los ojos de Dios”, lamentó.
El más pequeño de los niños era un “niño tranquilo, hacía deportes, estaba por terminar la escuela para empezar el colegio”, dijo su tía María Valdez, de 66 años. Mientras, la madre de Steven, Elizabeth Lajones, se reunió con las autoridades para presionar que se hagan búsquedas con resultados.
Elizabeth no logra dormir. “Es algo que nadie puede soportar, un hijo duele. Solo nos estamos encomendado al Rey de Reyes el que tiene la última palabra. Sabemos que ellos van a aparecer”, agregó María Valdez.
Ronny Medina, padre de Steven, recalcó -haciendo pausas para mantener el tono de su voz- que “son niños inocentes, estudiantes, que solo querían ir a jugar pelota. Esto no es vida sin nuestros hijos. Se nos pasa muchas cosas por la cabeza, que les estarán haciendo a nuestros hijos”.
La noche en que desaparecieron, los cuatro niños caminaron desde las canchas hasta el Mall del Sur a comprar pan, cuando fueron detenidos y trepados al balde de una camioneta que conducían hombres uniformados con prendas militares.
Una hora con cuarenta minutos después, a eso de las 22:15, el padre de los hermanos Arroyo recibió una llamada que les advertía que a sus hijos los militares los habían dejado abandonados, castigados y desnudos cerca de la base aérea de Taura, en Naranjal, a unos 45 minutos donde habían sido retenidos.
El padre dio aviso a las autoridades, pero los operativos realizados no dieron resultados positivos, por el contrario, el mismo desconocido que les había llamado les timbró nuevamente para reclamarles por haber dado aviso a los Policías. “La mafia se llevó a los pelados”, le dijeron.
Desde entonces, se desconoce el paradero de los cuatro niños de Las Malvinas. Los padres buscaron a los medios para exponer su caso ante las autoridades, pero fue la presión ejercida por las redes sociales en esta última semana la que viralizó el caso y obligó a las autoridades a tomar medidas.
Momentos de angustia
Los familiares presentaron el 19 de diciembre un recurso de hábeas corpus ante juez para exigir respuestas de las autoridades por lo que han llamado la desaparición forzada de sus hijos, un término que se aplica en este caso, según señala la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Guayaquil, CDH.
Su coordinador, Billy Navarrete, asegura que no es otra cosa que tortura. “Sí, sin duda. Al momento de que hay la intervención de agentes estatales o con su tolerancia se constituye en una desaparición forzada, que es la tortura en su más alto nivel”, explica Navarrete.
En medio de la presión ciudadana, hasta el presidente Daniel Noboa se ha referido al tema y aseguró que “aún no es el momento” de tratar el caso de los niños como una desaparición forzada.
“Todas las personas que estuvieron involucradas en esos días y en esas horas de operativos tiene que dar declaraciones ante Fiscalía”, comentó Noboa.
Johanna Arboleda, madre de Nehemías Saúl Arboleda, de 15 años, se muestra cansada. Con lágrimas en los ojos reclamó en las calles, se reunió con autoridades de la Fiscalía, de la Defensoría Pública y de la Asamblea Nacional.
“Ya son muchos días de estar fuera de la casa, queremos que los militares los traigan así como se los llevaron, vivos”, demandó Johanna. No es justo -dijo- que les pasara esto "solo porque querían pelotear".
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