General Levoyer: 'Si un partido aliado al narco gana la Presidencia, la guerra interna puede durar 20 años'
Alexander Levoyer fue el jefe de Operaciones de las Fuerzas Armadas en el inicio del conflicto armado interno. Ahora, desde el retiro, el General analiza el primer año de esta medida.
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El general Alexander Levoyer (izquierda) junto al ministro de Defensa, Gian Carlos Loffredo, en una intervención de la fuerza de tarea de Manta, Manabí, abril de 2024.
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El 9 de enero de 2025 se cumplió un año desde que el presidente Daniel Noboa declaró la existencia de un conflicto armado interno en Ecuador. El Régimen declaró la guerra a 22 grupos criminales y dispuso a las Fuerzas Armadas (FF.AA.) retomar el control del país.
Cuando la llamada "guerra contra el narcotráfico y el terrorismo empezó", el general Alexander Levoyer fue nombrado Jefe de Operaciones de las FF.AA. Y delineó la estrategia para tomar el control de 36 cárceles en Ecuador y empezar a retomar la paz en las calles.
En mitad de ese año, Levoyer no fue calificado por el Ministerio de Defensa para un ascenso y tuvo que salir de la institución. Desde el servicio pasivo, el Oficial atendió a PRIMICIAS para evaluar el primer año del conflicto armado interno.
La declaratoria
¿Cuáles fueron los antecedentes para la declaratoria de conflicto armado interno?
Los problemas del país (en seguridad) vienen desde hace algunos años. La emergencia carcelaria empezó en 2021. Hubo 11 masacres que dejaron más de 40 muertos en distintas cárceles del país. En 2023, nosotros (las FF.AA.) empezamos a intervenir en las cárceles pero eran temas momentáneos.
Pero la información de que el narcotráfico estaba creciendo en el país la teníamos desde hace 12 años. La guerra no viene en ocho días.
El inicio de 2024 complicó todo.
En 2024, todo empezó a complicarse con la fuga de alias 'Fito', el cabecilla de Los Choneros. Eso se supo el 7 de enero y al siguiente día el país se complicó. Desde el Comando Conjunto de las FF.AA. sugerimos que se debía declarar un estado de excepción en todo el país.
Entonces, el Presidente (Daniel Noboa) tomó la decisión. Pero con ese decreto 110 del 8 de enero nosotros continuábamos operando en apoyo a otras instituciones del Estado, especialmente con la Policía Nacional.
¿Qué pasó el 9 de enero?
Ya teníamos indicios de amenazas, pero ese día el terrorismo llegó a su clímax. Existieron 167 rehenes en siete cárceles del país. Estaban retenidos guías penitenciarios, funcionarios del SNAI y dos policías. También hubo fugas de presos y amenazas de coches bomba.
Lamentablemente, además, terroristas incursionaron en TC Televisión. Se generalizó la violencia y hubo alertas de que querían ingresar a instalaciones militares y atacaron algunas dependencias policiales.
Esto llevó a que el Presidente emita un nuevo decreto ejecutivo y declare un conflicto armado interno.
¿Qué significó eso en la práctica para los militares?
Cambió el contexto porque antes solo realizábamos operaciones en apoyo a la Policía, en el marco del estado de excepción. Ahí nos rige lo que nosotros conocemos como normas de comportamiento.
Pero con el conflicto armado interno, empezamos a conducir operaciones militares de ámbito interno: lo que para nosotros es una guerra. Además, el Presidente reconoció a 22 grupos organizados criminales como terroristas, eso obligaba a que cambiemos nuestra forma de actuar.
Pasamos de las normas de comportamiento a las reglas de enfrenamiento, siempre respetando los derechos humanos.
Están claros los motivos y los antecedentes, pero, ¿de dónde vino la idea de declarar una guerra interna?
Eso ya se había recomendado (desde las Fuerzas Armadas) años atrás, por eso (en 2023) se declaró al terrorismo y al narcotráfico como amenaza al Estado. Ya teníamos información de que había grupos delincuenciales organizados que tenían la capacidad de atentar contra el Estado.
Entonces, nosotros solo lo recomendamos otra vez y la decisión, que yo creo que fue la acertada, la tomó el presidente Daniel Noboa. Estábamos viviendo actos de terrorismo y alguien tenía que enfrentarlos y combatirlos.
La estrategia de la guerra interna
General, usted dice que con el conflicto armado interno adoptaron las reglas de enfrentamiento, ¿a qué se refiere?
Lo que pasa es que en las operaciones de apoyo en estado de excepción se usa el uso progresivo de la fuerza con armamento letal y no letal. Pero, en operaciones militares de orden interno, tenemos la carta abierta para neutralizar y, si es necesario, eliminar la amenaza.
¿Esa fue la estrategia?
Nosotros comenzamos a operar con mucho tino, recalcando a los comandos operacionales que lo hagan con mucha responsabilidad porque el personal es muy profesional y de hecho no hemos tenido mayores problemas.
Hay denuncias, siempre, de que se les torturó, de que por ahí hay algún desaparecido, que yo lo dudo. Porque las Fuerzas Armadas son muy respetuosas. Pero si lamentablemente toca eliminarles (a los delincuentes), toca eliminar.
Con esa directriz, ¿cómo empezaron a trabajar?
Era una situación bastante complicada porque teníamos rehenes en siete cárceles. Nos demoramos unos dos o tres días para intervenir esas cárceles porque necesitábamos coordinar con otras instituciones y recibir información.
Empezamos por la Cárcel de Tungurahua (Ambato). Decidimos intervenirla primero para no actuar en cárceles grandes como las de Guayaquil, Cuenca y Latacunga. Tungurahua fue una demostración de fuerza.
Ingresamos con carros blindados para proteger a nuestro personal y evacuar a los rehenes. Tuvimos mucho éxito y conseguimos la demostración de fuerza. Así las cárceles más conflictivas ya no ejercieron tanta resistencia.
¿Qué ganaron con eso?
Nosotros sabíamos que en las cárceles había gente inocente y delincuentes que no son avezados. Pero también hay otros que son acostumbraos a degollar cuellos y amputar brazos. Hay gente muy desalmada. Entonces queríamos rescatar a los rehenes sin tener novedades y se logró.
¿Por qué eran tan importantes las cárceles en este conflicto?
Bueno, reitero, lo más importante fue demostrar fuerza. Demostrar que había una autoridad competente, que el Estado está presente y que los terroristas no podían abusar de la vida de las personas. Lo hicimos progresivamente hasta tomar el control de las 35 cárceles.
¿Y en las calles, cuál fue la estrategia?
Nosotros no podíamos descuidar las fronteras, los ejes viales, las áreas estratégicas y tenemos un limitante de personal operativo. De los 39.000 hombres, solo 30.000 están disponibles para las operaciones internas.
Entonces tuvimos que hacer una valoración de riesgo. Coordinar con Policía e inteligencia militar para decidir a que sectores movilizara militares. Se decidió hacerlo en las siete provincias de la costa que son más conflictivas: Manabí, Esmeraldas, Los Ríos, Guayas, Santa Elena, El Oro y Santo Domingo. Y a Sucumbíos y Orellana en el Oriente, que también son bastante conflictivas.
¿Qué se logró con esto?
Se dio de baja a importantes líderes de bandas. Se capturaron a objetivos de alto y mediano valor. Pero, sobre todo, se decomisó mucha droga, en este año se ha roto el récord histórico del país tanto con capturas de las FF.AA. como de la Policía.
Así estamos golpeando a la estructura económica del crimen organizado con el tema de la droga y de sus precursores.
Lo que se viene
Ha pasado un año desde la declaratoria del conflicto armado, ¿en qué estado está el país?
Yo considero que las estructuras del narcotráfico se están reorganizando. Si bien han sido debilitadas y algunas hasta han parado temporalmente, están emprendiendo acciones para recuperar sus capacidades logísticas y hay disputas por tomar el mando.
Pero también estamos viendo una campaña para desprestigiar a las Fuerzas Armadas continuamente. Además, seguramente quieren infiltrarse en ciertas instituciones del Estado como las FF.AA. para seguir expandiendo sus territorio.
Además, Dios quiera me equivoque, la violencia política se va a agravar. Recuerde que mataron a un candidato presidencial y hoy estamos a puertas de elecciones. Dios no quiera y asesinen a uno de los candidatos.
Ante este escenario, ¿deben mantenerse los militares en las calles?
Debemos seguir, pero necesitamos de las otras Funciones del Estado. Discúlpeme, pero quienes quedan debiendo al país (son los encargados) de la Justicia. Hay una gran cantidad de jueces corruptos que liberan a los delincuentes. La Judicatura no cumple su papel.
Yo no soy político, pero la Asamblea Nacional no ayuda. No reforman algunos artículos del Código Integral Penal y no hay una reforma estructural de nuestra Constitución.
En términos de plazo, ¿cuánto tendrá que pasar para terminar el conflicto armado interno?
Depende de qué pase en las elecciones. Yo le soy sincero, a pesar de que el Ministro de Defensa (Gian Carlo Loffredo) y el presidente Noboa me separaron y no me dieron la oportunidad de seguir aportando, yo no guardo ninguna represalia.
Esperemos que esté Gobierno siga porque habrá cuatro años de continuidad. Lo más importante es que este o cualquier otro Gobierno aporten a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional con medios y recursos.
Dios no quiera que gane un partido vinculado al narcotráfico, eso va a provocar que tengamos un conflicto armado interno por 10, 20 y hasta 30 años.
Las denuncias de excesos militares
General, en este conflicto armado ha habido denuncias de excesos militares. La más grave tiene que ver con la desaparición y asesinato de cuatro menores en Guayaquil. ¿Qué decir ante esto?
El Estado tiene la obligación de brindar la seguridad y la paz a los ciudadanos. Y para esto se vale del monopolio del uso exclusivo de la fuerza a través de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.
Y las Fuerzas Armadas se han empleado en paz y en guerra, y lo hemos hecho a la altura de las circunstancias. Hoy mismo estamos celebrando 30 años de la victoria militar del Alto Cenepa. Y siempre hemos sido pioneros en el respeto a los derechos humanos.
Pero suceden casos como el de Los Cuatro de Guayaquil.
A las Fuerzas Armadas nos duele mucho, nos enluta la muerte de estos niños porque son menores de edad, son niños. Es un dolor inmenso, pero el personal militar de la Fuerza Aérea salió a una misión puntual que era escoltar a unos vehículos de la Aduana.
¿Y qué pasó?
Retornando a su cuartel existió un presunto hecho delictivo de delincuencia común y ellos cometen el error de intervenir. Y en esos hechos hay que investigar, pero lamentablemente los cogieron y los capturaron. Hasta la población creo que les entregó a un tercer o cuarto niño.
Luego los trasladan y los dejan en un lugar con dirección a Taura. Pero nuestros militares no salen a matar, ellos no los mataron, no los torturaron. Las autoridades competentes tendrán que investigar, pero lo que me preocupa es que se está intentando politizar la seguridad y desprestigiar a las Fuerzas Armadas.
Además, la colectividad tiene que saber dónde están sus hijos y qué están haciendo, en qué están metidos. Es fácil saber que amigos, vecinos y familiares están metidos en narcotráfico y delincuencia- La familia tiene que involucrarse, no podemos desconocer que están haciendo nuestros hijos porque de ahí nos topamos con sorpresas.
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