¿Qué hay detrás del culto a la Santa Muerte en Ecuador? La "hermana blanca" divide criterios en el país
La Policía asegura que narcotraficantes "se encomiendan" a la Santa Muerte para no ser atrapados mientras cometen los delitos.
Un altar con imágenes de la 'Santa Muerte' dentro de una casa de lujo en Durán, en Guayas, el 15 de enero de 2025.
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AFP
Autor:
Redacción AFP / Primicias
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Con guantes y cintas rojas en sus muñecas como amuleto, policías inspeccionan con cautela un altar a la Santa Muerte. La figura cadavérica hermanó a los carteles mexicanos con los narcos de Ecuador, quienes se encomiendan por protección ante la cacería del Estado.
Temida y venerada, los fieles de esta figura se multiplican en las vecinas Guayaquil y Durán (suroeste), controladas por poderosas mafias con tentáculos en México y Colombia.
En esa zona portuaria y estratégica para la salida de cocaína, la fuerza pública estima haber hallado altares a la Santa Muerte en seis de cada 10 operativos anticrimen en 2024.
En un reciente allanamiento en Durán apareció de nuevo imponente: esquelética, con una túnica negra, filosa guadaña y rodeada de ofrendas como dinero, tabaco, licor, calaveras pequeñas, búhos e imágenes de Jesús Malverde, el santo patrón de los narcos. En sus manos sostenía al mundo.
Narcotraficantes y sicarios "se encomiendan para no ser atrapados y ser invencibles", dice a la AFP el coronel Roberto Santamaría, jefe policial en la industrial Durán, con unos 300.000 habitantes.
Según el oficial, el culto a la Santa Muerte entre los narcos ecuatorianos surgió hace seis años, cuando el cartel mexicano de Sinaloa entrenó a Los Choneros, una de las 22 mafias locales.
Aunque hace una década ya asomaban estos altares en San Roque, un convulso y popular barrio del Centro Histórico de Quito.
Desde que llegó al poder en 2023, el presidente Daniel Noboa lanzó una dura ofensiva contra el crimen en lugares como Durán, conocida como la actual capital del crimen de Ecuador. Sus calles están patrulladas por militares y policías, y algunos de ellos llevan el rostro cubierto con pasamontañas que simulan calaveras.
Sacrificios humanos
El culto a la Santa Muerte se remonta al siglo XVIII, cuando indígenas adoraban a un esqueleto en el centro de México.
La veneración se ha extendido por Centroamérica y otros países del continente, en ocasiones bajo el estigma del narco.
La "hermana blanca" encontró tierra fértil en los barrios pobres de Durán, donde la tasa de homicidios fue de 160 por cada 100.000 habitantes en 2024.
Los narcos la consideran un escudo y le ofrendan muertos antes de cometer sus crímenes, según un hombre de 28 años que frecuentó bandas en su pasado y pidió no ser identificado.
"Sacrificaban a niños, que robaban de otros pueblos, frente a ella cuando querían hacer un golpe grande".
Testimonio de exintegrante de bandas criminales
En esa época, él pedía protección cuando robaba o se prostituía, aunque evitó tatuarse la imagen y llevarla en colgantes, para no ser asociado a mafias.
La devoción es tradición popular en países como México. La iglesia Católica, muy presente en América Latina, considera la muerte un estado, no la personifica y condena esta práctica. Pero muchos no tienen problema en mezclar ambas creencias.
"No hay un solo origen, pero sí es un culto anterior a la colonia y se ha transformado por siglos", explica la investigadora de estudios sociales Cristina Burneo.
"Ni buena ni mala"
En Guayaquil un creador de contenido digital mantiene en la sala de su casa un altar con seis esqueletos de túnicas negras, blancas y rojas.
Gracias a la Santa Muerte "mi trabajo en redes reventó y comencé a ganar dinero", cuenta este tiktoker veinteañero desde su barrio desbordado de violencia.
Religiosamente enciende velas y deja ofrendas como manzanas y agua.
No hay una relación directa entre la Santa Muerte y la narcocultura, explica Burneo. "Hay policías católicos devotos de la Santa Muerte, que es matrona de las parturientas, y vincularla a los grupos criminales es absurdo", anota.
La AFP observó a algunos policías expresar su temor ante la figura esquelética hallada en casas del narco. En un allanamiento realizado por militares en febrero de 2024 se encontró la fotografía de un uniformado en un altar.
Para la psiquiatra Julieta Sagñay, los criminales se han apropiado del culto a la Santa Muerte y lo han llenado de estigmas. "No es ni buena ni mala. Todo depende de quién haga el culto", explica.
Sagñay y Burneo coinciden en que la Santa Muerte se expande como un ritual pagano en sectores marginados y pobres. Sus imágenes se venden en mercados populares e internet desde los cinco dólares.
"Se criminaliza a la gente por su marcaje racial, por ser empobrecida. ¿Ahora también se van a criminalizar costumbres populares?", cuestiona Burneo.
La Policía no destruye ni decomisa las estatuas de la Santa Muerte, a menos que escondan en su interior droga o municiones.
Ecuador es un país laico, "hay libertad de culto y cualquiera puede tenerla, no es delito", expresa Santamaría rodeado en su despacho de imágenes del Señor de la Justicia y de la Virgen María.
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