Atahualpa, la 'capital del mueble' en Santa Elena, parece un pueblo fantasma por la presencia de grupos criminales
La vía que conecta Ancón con Atahualpa, en Santa Elena, ha sido usada por los delincuentes para abandonar cadáveres ante la falta de iluminación y de vigilancia policial.

Ingreso a la parroquia Atahualpa, en Santa Elena, atacada por la delincuencia, en marzo de 2025.
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Existe preocupación en los habitantes de la parroquia Atahualpa, una localidad ubicada al sur de la provincia de Santa Elena, conocida desde hace muchos años como ‘la capital del mueble’, ya que la mayoría de sus 4.025 pobladores se dedica al negocio de la ebanistería.
Pero ahora, los lugareños temen que ese nombre, que se lo han ganado con mucho esfuerzo y tradición familiar, se vea opacado por los diferentes hallazgos de personas asesinadas en varios tramos de su calle principal.
Se trata de una vía angosta de dos carriles que, con sus 9,2 kilómetros de distancia, conecta con la parroquia de Ancón, en un recorrido de aproximadamente ocho minutos en carro, con un paisaje desolado, vegetación seca a sus alrededores y caminos de tierra que conducen a pozos petroleros.
Sobre los últimos hallazgos, solo en este año, Ecuador se conmovió la tarde del 1 de febrero, cuando una mujer identificada como Rosa Yanina Vargas, de 28 años de edad, caminaba con su hija de meses de nacida entre sus brazos con destino al cementerio, para visitar la tumba de su difunto esposo.
Pero fue sorprendida por sujetos que, según las investigaciones preliminares, la llevaron en contra de su voluntad a un camino de tierra, ubicado a un costado de esta calle, para asesinarla con varios impactos de bala, mientras su pequeña hija quedó abandonada a su suerte en plena vía principal.
Este hecho dio la vuelta al mundo a través de varios portales de noticias internacionales, pues revela la crueldad de los asesinos para acabar con la vida de una madre, mientras cargaba a su hija.

“Para nosotros fue algo muy doloroso, no puedo creer que haya tanta crueldad de asesinar a esta mujer y dejar a su hijita en esas condiciones”, comentó ese día Lorenza Catuto, habitante del sector.
Tan solo 11 días después de este lamentable acontecimiento, la noticia de un nuevo cuerpo hallado en este tramo entre Ancón y Atahualpa, volvió a sorprender a los lugareños. Esta vez se trataba del cuerpo de Jorge Luis Manzaba, de aproximadamente 30 años.
Sus restos fueron encontrados con varios impactos de bala y una funda en su cabeza, entre los matorrales en un camino de tierra que conecta a la vía principal con los pozos petroleros. Según sus familiares, ya tenía varios días reportado como desaparecido.
“Esta problemática se viene acrecentando desde el año pasado, y ya hemos hecho el llamado a las autoridades para que nos ayuden a intervenir la parroquia, no podemos vivir con este miedo”, comentó Francisco Tomalá, habitante de la zona.
Él recuerda que incluso a finales del año pasado, en esta vía, apareció un carro incinerado y con su chofer dentro. Las intensas llamas alertaron a los guardias de una empresa cercana al lugar, quienes avisaron a la Policía de lo ocurrido.
Sobre este caso, el coronel Luis Pugga, del comando de la Policía Nacional en ese entonces, mencionó que “presumimos que ya lo habían asesinado y luego quemaron el carro a propósito”. Los restos fueron llevados al anfiteatro provincial de Santa Elena.
Falta vigilancia
“La falta de presencia policial es una de las causas para que los criminales aprovechen lo desolado de la vía, para asesinar a sus víctimas o simplemente abandonar sus cuerpos, de ser la capital del mueble, ahora somos un botadero de cadáveres”, expresó Alfredo Pozo, otro morador de esta parroquia.
Esta localidad no cuenta con agentes policiales propios, ya que, en teoría, tienen un “circuito denominado Atahualpa”, pero solo está conformado por 13 agentes policiales, quienes tienen que distribuirse entre Ancón, Atahualpa, El Tambo y Prosperidad.
“Cuando ocurre una emergencia, el patrullero está por el Tambo, hasta que llega acá, ha pasado más de media hora, tiempo que se pudo aprovechar para solventar una novedad”, agregó Pozo, quien señala que, para abastecer al vehículo policial de combustible, tienen que viajar hasta una gasolinera del cantón Salinas, donde los agentes tienen autorización de llenar el tanque de los vehículos policiales.

Guerra de bandas en Anconcito
Según las autoridades locales, quienes por temor a represalias no quisieron ser identificadas, las causas del aumento de la violencia responde a riñas entre organizaciones delictivas, como Los Lobos y Los Tiguerones, que se pelean el territorio de Anconcito.
Esta versión también la sostiene la Policía Nacional. Incluso, a finales de 2024, las autoridades realizaron el levantamiento de tres cuerpos. Detalles preliminares los relacionaban a estas bandas criminales.
“Este problema no es específicamente nuestro, sabemos que en Anconcito operan estas organizaciones y, lamentablemente, personas han llegado hasta el poblado para cometer sus fechorías, vender drogas, robar y meter a los pescadores en el negocio del envío de sustancias o combustible a otros países”, sostiene la fuente.

“Hace dos meses se robaron dos camionetas. Los pobladores son asaltados en los paraderos de buses por sujetos que vienen en moto fuertemente armados. Lo que sabemos es que se van hasta Anconcito luego de cometer delitos en nuestro pueblo”, agregó uno de los dirigentes, encargado de coordinar operativos en territorio.
Sobre los operativos, las autoridades de la Intendencia Política de Atahualpa han mencionado que se ejecutan operativos Camex en territorio, con la presencia de militares y policías, además de otras instituciones, pero nada detiene a los delincuentes.
Actualmente, el poblado cuenta con alarmas comunitarias, un mecanismo que sería un método persuasivo para los pillos, pero ante el temor de los constantes asaltos, la ciudadanía ha optado por no salir de sus casas.
Atahualpa, cuyas calles eran usadas para exposición de establecimientos que mostraban sus artesanías y destrezas para la creación de muebles y camas, ahora parece un pueblo fantasma, los locales están cerrados o enrejados y los pocos transeúntes miran con recelo la presencia de extraños en el poblado.
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