¿Remesas bajo amenaza?: cómo los aranceles de Trump podrían golpear a Ecuador
Las remesas representan más del 5% del PIB ecuatoriano y son fundamentales para miles de familias. Los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos abren la puerta a posibles restricciones sobre estos flujos financieros, lo que representaría un golpe para la economía nacional.

Las remesas aportan el 5,3% del PIB ecuatoriano y son el principal sustento económico de miles de hogares.
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La reciente imposición de aranceles generalizados por parte de la administración Trump ha abierto un escenario de incertidumbre económica global que afecta a países dependientes de las relaciones comerciales con Estados Unidos. Para Ecuador, esta situación va más allá del impacto comercial directo. Las remesas, que alcanzaron la cifra récord de USD 6.539 millones en 2024, equivalentes al 5,3% del PIB nacional, podrían convertirse en el próximo objetivo de la política proteccionista estadounidense.
Este flujo financiero no solo representa un sustento para miles de hogares ecuatorianos, sino que constituye una red de seguridad económica vital para el país, cuya potencial afectación generaría consecuencias devastadoras en múltiples niveles de la economía nacional.
Las remesas, un sustento vital para la economía ecuatoriana
Las remesas se han consolidado como uno de los pilares fundamentales de la economía ecuatoriana, experimentando un crecimiento exponencial en la última década. Según datos del Banco Central del Ecuador, en 2024 el país recibió USD 6.539 millones, lo que representó un incremento del 20,05% respecto al año anterior. Este crecimiento no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una tendencia sostenida que ha visto cómo las remesas casi se han triplicado desde 2014, cuando alcanzaron los USD 2.461 millones (Gráfico 1).
Evolución de las remesas en los últimos 10 años
La relevancia de Estados Unidos como origen principal de estos fondos es indiscutible. Del total de remesas recibidas en 2024, USD 4.804 millones (73,5%) provinieron de dicho país, seguido -a considerable distancia- por España con USD 1.020 millones (15,6%) e Italia con USD 163 millones (2,5%). Esta concentración geográfica evidencia la vulnerabilidad de Ecuador ante cualquier política restrictiva que pudiera implementar la administración Trump (Gráfico 2).
Ranking de países desde donde se envían más remesas a Ecuador
Respecto a la recepción, a nivel nacional, tres provincias concentran más del 65% del total: Guayas (USD 2.035 millones), Azuay (USD 1.146 millones) y Pichincha (USD 1.085 millones). Esta concentración implica que cualquier afectación a estos flujos tendría implicaciones desproporcionadas en determinadas regiones del país (Gráfico 3).
(Gráfico 3 - Recibo de remesas según provincia
Como lo explica María Herrera, economista y expresidenta del Colegio de Economistas del Ecuador a GESTIÓN: “Las remesas no solo son un ingreso familiar, sino un mecanismo de redistribución económica que dinamiza sectores como la construcción, el comercio y los servicios en regiones que históricamente han tenido alta migración”. De allí que su merma afectaría a todo un encadenamiento económico.
La política arancelaria de Trump y su posible extensión a las remesas
La reciente imposición de aranceles por parte de la administración Trump ha establecido un gravamen del 10% a las importaciones ecuatorianas, una tasa que, si bien es significativa, resulta menor en comparación con otros países latinoamericanos y asiáticos. Sin embargo, este podría ser solo el primer paso de una estrategia más amplia que podría extenderse hacia instrumentos financieros como las remesas (Tabla 1).
Aranceles impuestos por Donald Trump en América Latina
“Repercusiones, no dudo que haya, que existan consecuencias sobre el tema arancelario impuesto por el presidente Trump. De todas maneras, hay que tener presente que el nivel de aranceles impuesto al Ecuador es el más bajo de entre todos los países”, señala Herrera, añadiendo que “hay países que están con aranceles de 40%, del 45% y más, mientras que nosotros tenemos el 10%”.
La preocupación sobre una posible extensión de estas medidas hacia las remesas no es infundada. Como detallaba una reciente publicación de Reuters, “con la tinta aún fresca en el último lote de aranceles del presidente Donald Trump, algunos ya se están preparando para lo que puede venir a continuación en su esfuerzo por presionar a los socios comerciales para que hagan su voluntad”.
El artículo destaca que “como epicentro del mundo financiero y emisor de la moneda de reserva global, Estados Unidos tiene varias palancas que Trump puede activar para coaccionar a otros países, desde tarjetas de crédito hasta la misma provisión de dólares a bancos extranjeros”. Esta capacidad de influencia financiera podría materializarse en restricciones o gravámenes a las transferencias internacionales, incluidas las remesas.
Un escenario de alto riesgo para las familias ecuatorianas
La implementación de un arancel a las remesas, similar al 10% aplicado a las importaciones, tendría efectos inmediatos y potencialmente graves para las familias ecuatorianas receptoras. Este tipo de gravamen afectaría directamente a los ingresos disponibles de millones de hogares que dependen de estos recursos para cubrir necesidades básicas, educación, salud y pequeñas inversiones.
El impacto sería particularmente severo considerando que muchas de estas familias utilizan las remesas como su principal fuente de ingresos o como complemento esencial para su subsistencia. Herrera advierte que “si disminuyen las compras en el exterior, esto provocará mayor desempleo en los Estados Unidos. Por consiguiente, los ingresos de nuestros migrantes serían menores y, al tener estas bajas sustanciales, las transferencias que ellos realicen también se verán afectadas”.
Sin embargo, matiza que “eso va a ser temporal, va a ser en el corto plazo, va a ser momentáneo. Luego, la personas no podrán dejar de consumir, ya que se tiene un estatus establecido, considerando las preferencias y los gustos, lo cual provocará que la economía se dinamice nuevamente”.
Pero un posible arancel a las remesas también tendría efectos macroeconómicos significativos. Según un análisis del Banco Mundial titulado “Por qué imponer un gravamen a las remesas es una mala idea”, se afirma categóricamente que “dado que, en principio, los ingresos de los migrantes ya han sido gravados en el país de acogida, aplicar tributos a las remesas equivale a duplicar los impuestos a los inmigrantes que ya pagan estas tasas. Debido a que las remesas suelen ser enviadas a familias pobres, los impuestos afectarían en última instancia a ellas y, por lo tanto, es probable que sean altamente regresivos”.
La misma publicación advierte que “un impuesto sobre las remesas elevará el costo de estas”, lo que podría desviar estos flujos “hacia canales informales no regulados”, reduciendo los ingresos fiscales y aumentando los riesgos en materia de seguridad financiera.
Señales de alerta: indicadores que anticiparían restricciones a las transferencias
Ante el escenario de incertidumbre actual, María Herrera identifica dos factores clave en esta dinámica: “La buena relación que tengamos con los Estados Unidos. No es secreto que el presidente (Daniel) Noboa tiene una muy buena relación y han mantenido una reuniones informales, que son más provechosas, porque cuando se tiene una relación informal con alguien significa que hay confianza”.
El segundo factor, según la especialista, está relacionado con la competitividad nacional: “El Ecuador tiene que madurar mucho en cuanto al tema de competitividad, porque nosotros somos bajos en los niveles de competitividad y hoy debemos esforzarnos en eso”. Señala que este objetivo requiere inversión extranjera que aporte “capital fresco para poder aumentar el capital de trabajo, para poder incursionar en nuevas tecnologías”.
Otros indicadores que podrían anticipar restricciones incluyen el monitoreo de la política monetaria estadounidense, en particular las declaraciones de la Reserva Federal y del Departamento del Tesoro sobre flujos financieros internacionales, así como las fluctuaciones en los tipos de cambio de monedas latinoamericanas frente al dólar y las condiciones impuestas a las instituciones financieras que gestionan transferencias internacionales.
Estrategias: ¿cómo proteger este flujo monetario?
Ante este escenario de potencial vulnerabilidad, Ecuador debe desarrollar estrategias preventivas para proteger uno de sus principales flujos económicos. Una primera línea de acción radica en la diversificación de mercados y destinos migratorios, reduciendo la dependencia de Estados Unidos como principal origen de remesas.
La consolidación de acuerdos bilaterales específicos sobre transferencias financieras representa otra vía estratégica. Herrera subraya la importancia de estos instrumentos: “Un acuerdo bilateral le permite entrar en acuerdos específicos. Es decir, si yo hago uno bilateral con un país, voy a ver ciertas propiedades. Entonces, eso es importantísimo, es un mecanismo utilizado por la economía moderna”.
Enfatiza que “lo importante aquí es que el acuerdo tenga puntos muy bien discutidos que favorezcan tanto al lado A como al lado B, es decir, que no se incline la balanza para ningún lado, donde haya la opción ganar-ganar”.
El fortalecimiento del sistema financiero nacional para facilitar canales formales de remesas a costos competitivos constituye otra prioridad. Según el análisis del Banco Mundial, “los trabajadores migrantes pobres tienden a ser sumamente sensibles a los costos de las remesas”, por lo que cualquier incremento en estos costos, ya sea por aranceles o por comisiones, podría desviar estos flujos hacia canales informales.
La implementación de mecanismos de compensación fiscal para los remitentes de remesas, como deducciones impositivas en el país de origen por las transferencias realizadas, podría contrarrestar parcialmente el impacto de posibles aranceles.
Las remesas representan mucho más que transferencias monetarias, son un pilar fundamental para la estabilidad económica y social de Ecuador. La amenaza potencial que supone la extensión de políticas arancelarias hacia estos flujos financieros exige una respuesta estratégica, coordinada y anticipatoria por parte de las autoridades ecuatorianas.
En palabras de Herrera: “Nosotros en este momento somos altamente vulnerables por el tema de inseguridad, inseguridad física e inseguridad jurídica. Esta vulnerabilidad se extiende a nuestra dependencia de flujos financieros externos que podrían verse comprometidos por decisiones unilaterales de otros países”.
Pero la protección de las remesas no solo implica negociaciones bilaterales con Estados Unidos, sino también el desarrollo de un sistema financiero más robusto, diversificado y tecnológicamente avanzado que pueda adaptarse a un entorno internacional cada vez más complejo. Asimismo, requiere promover políticas de desarrollo local que generen oportunidades laborales dignas, reduciendo la necesidad migratoria y, por ende, la dependencia de remesas.
El momento actual exige una reflexión sobre el modelo económico ecuatoriano y su inserción en la economía global. Los aranceles de Trump podrían ser solo el comienzo de una nueva era de proteccionismo financiero que obligará a Ecuador a repensar sus estrategias de desarrollo y sus mecanismos de protección social. En este contexto, salvaguardar las remesas no es solo una prioridad económica, sino un imperativo social para miles de familias ecuatorianas cuyo bienestar depende de estos flujos vitales.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
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