Ecuador en recesión: ¿por qué el Banco Central y los multilaterales no anticiparon la caída del 2%?
La economía ecuatoriana cerró el 2024 con una contracción del 2%, muy lejos de las estimaciones iniciales. Ni el Banco Central del Ecuador (BCE) ni organismos como el FMI, la CEPAL o el Banco Mundial anticiparon una recesión de esta magnitud.

Las instituciones públicas han errado sistemáticamente sus estimaciones económicas durante la última década.
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Archivo Revista Gestión.
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A comienzos del año, las principales entidades económicas coincidían en que Ecuador crecería levemente. El Banco Central (BCE) estimaba una expansión del 1%. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) también se sumaron al consenso positivo, aunque con estimaciones más moderadas.
Sin embargo, conforme avanzaban los trimestres, los organismos empezaron a revisar sus proyecciones a la baja. A pesar de esos ajustes, ninguna logró acercarse al resultado final. Las cifras oficiales del Banco Central confirmaron una contracción del 2% del PIB, muy por debajo incluso de las estimaciones más pesimistas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) fue una de las más optimistas al inicio del año, con un crecimiento estimado de 1,8%. En diciembre ajustó su pronóstico a 0,8%. El Banco Mundial, que comenzó con una previsión de 0,7%, la redujo a 0,3% hacia octubre. El propio Central hizo un ajuste marginal, pasando del 1,0% al 0,9% en septiembre, pese a contar con información de primera mano sobre el comportamiento interno.
El caso del FMI muestra una secuencia de correcciones: su primera estimación fue de 0,1%, la elevó a 0,3% a mediados de año y finalmente, en diciembre, la corrigió a una contracción de -0,4%. El FLAR, por su parte, fue el primero en anticipar un escenario negativo al proyectar una caída del -0,4%, pero aun así se quedó corto frente al -2% registrado oficialmente.
¿Por qué fallaron las proyecciones?
La brecha entre las estimaciones iniciales de crecimiento y la realidad económica de 2024 se explica por una combinación de factores que fueron subestimados o ignorados. Las cifras del Banco Central revelan que esta caída respondió a la debilidad simultánea del consumo, la inversión y el gasto público, sumada a una serie de choques internos que afectaron severamente la actividad productiva.
El componente más afectado fue la inversión o formación bruta de capital fijo (FBKF), que cayó un 3,8% en 2024. Esta caída estuvo impulsada por la contracción del sector de la construcción, el menor flujo de importaciones de maquinaria y una limitada obra pública.
El consumo de los hogares también se redujo en un 1,3%. La menor demanda se reflejó en la caída de ventas de bienes y en el uso del crédito.
A pesar de este panorama interno adverso, las exportaciones de bienes y servicios crecieron un 1,8% en 2024. Las importaciones, por su parte, también aumentaron un 1,7%. El saldo neto del sector externo tuvo una incidencia ligeramente positiva en el PIB, pero insuficiente para revertir la caída generalizada de la demanda interna.
Además, el Banco Central identifica varios factores que afectaron negativamente al desempeño macroeconómico. Entre ellos, destacan:
La crisis de seguridad, que afectó la actividad empresarial y el comercio en varias regiones del país.
El cierre progresivo de los pozos del Bloque 43-ITT, que redujo la producción petrolera nacional.
La incertidumbre política, en un año previo a las elecciones presidenciales de 2025, que moderó la toma de decisiones de inversión.
El estiaje más severo en seis décadas, que provocó apagones prolongados y afectó a más del 57% de las empresas, en particular del sector manufacturero, comercial y de la construcción.
Según estimaciones del Central, la emergencia eléctrica provocó pérdidas agregadas por USD 1.916 millones en 2024. Los sectores más afectados fueron comercio (USD 763 millones), manufactura (USD 380 millones) y servicios (USD 374 millones). Según la entidad, esta crisis redujo en al menos 1,4 puntos porcentuales la tasa de crecimiento del PIB.
Con todos estos factores sobre la mesa, queda claro que las proyecciones iniciales no captaron ni la magnitud ni la persistencia de los shocks que enfrentó la economía. La combinación de una demanda interna debilitada y choques extraordinarios terminó por empujar al país hacia una recesión que nadie anticipó.
Fallas en los pronósticos, más norma que excepción
Las instituciones oficiales que se encargan de realizar las proyecciones macroeconómicas del país —el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central del Ecuador (BCE)— han fallado de forma sistemática a lo largo de la última década. Lejos de ser la excepción, los errores en sus estimaciones de crecimiento económico son más bien una constante.
Cada año, el Banco Central y el Ministerio de Finanzas incluyen una proyección del PIB como insumo clave para definir el Presupuesto General del Estado (PGE), los ingresos tributarios, el gasto público y anticipar las necesidades de financiamiento. Sin embargo, los registros muestran que esas estimaciones rara vez coinciden con la evolución real de la economía.
En la última década solo en dos ocasiones la proyección estuvo relativamente alineada con el resultado final: en 2014 y 2023, con desviaciones menores a un punto porcentual. En los demás años, las diferencias fueron mucho más amplias.
En 2015, por ejemplo, se proyectó un crecimiento de 4,1%, pero el PIB apenas creció 0,1%, una desviación de 4 puntos. En 2024, el Finanzas estimó una expansión cercana al 1%, pero la economía terminó contrayéndose un 2%, lo que representa un error de casi tres puntos.
Algunos años estuvieron marcados por eventos imprevistos. En 2016, la proyección oficial del MEF era de 1%, pero el terremoto de abril alteró abruptamente el panorama económico, provocando una contracción de -0,7%. La desviación fue de -1,7 puntos, explicable por el impacto del desastre natural.
Lo mismo ocurrió en 2020, cuando se proyectaba un crecimiento de 0,6%, pero la irrupción de la pandemia del COVID-19 causó una caída histórica de -9,2%, generando la mayor brecha del período: -9,8 puntos.
Por el contrario, también se registraron errores por subestimación. En 2017, el Ministerio de Finanzas anticipaba apenas un 0,7% de crecimiento, pero la economía creció 6%. En 2021, tras el rebote postpandemia, el PIB avanzó 9,8%, frente a una proyección de solo 3%.
Este historial refleja una debilidad para anticipar el comportamiento económico del país. Si bien algunos errores responden a eventos extraordinarios —como el terremoto de 2016 o la pandemia de 2020—, en la mayoría de los casos las proyecciones oficiales han sido incapaces de captar con precisión los giros del ciclo económico, incluso en años sin shocks externos evidentes.
¿Cuánto nos tomará salir de la recesión?
La contracción de 2024 fue impulsada casi exclusivamente por factores domésticos: el consumo de los hogares restó 0,8 puntos porcentuales al crecimiento, la caída de la inversión restó otros 0,8 puntos y el menor gasto público redujo 0,2 puntos adicionales. Aunque las exportaciones contribuyeron positivamente con 0,5 puntos, las importaciones lo contrarrestaron con la misma magnitud, dejando el saldo externo prácticamente neutro.
Este patrón de caída sincronizada del consumo, la inversión y el gasto público ya se ha observado en otras crisis internas recientes, como las de 2016 y 2020. En esos años, al igual que en 2024, la economía entró en recesión acompañada de una fuerte contracción de la demanda interna.
Los datos del ciclo del PIB publicados por el Banco Central muestran que en el tercer trimestre de 2024 se alcanzó un nuevo valle cíclico, es decir, un punto mínimo desde el cual, en teoría, debería comenzar una fase de recuperación.
Entre 2000 y 2024, se han registrado seis ciclos económicos completos. En promedio, ha tomado entre 12 y 18 meses salir de una fase recesiva desde el punto de valle. Por ejemplo, tras el mínimo registrado en el segundo trimestre de 2016, el ciclo superó su tendencia en el cuarto trimestre de 2017.
Y luego del valle de la pandemia en el tercer trimestre de 2020, la economía se estabilizó recién hacia finales de 2021. Si el patrón histórico se mantiene, Ecuador saldrá completamente de la recesión recién a finales de 2025 o incluso a inicios de 2026.
El Banco Central proyecta un crecimiento del 2,8% para 2025, lo que podría interpretarse como un rebote saludable. Sin embargo, esa cifra debe analizarse con cautela: la caída del 2% en 2024 borró prácticamente todo el crecimiento logrado en 2023, y cualquier repunte en 2025 partirá de una base estadística muy baja. Es decir, buena parte de ese crecimiento será solo un efecto de arrastre y no necesariamente una recuperación real.
Y más allá del crecimiento agregado, una preocupación es el impacto sobre el ingreso de los ecuatorianos. El PIB per cápita, que refleja el ingreso promedio por habitante, cayó de USD 6.472 en 2023 a USD 6.296 en 2024, retrocediendo a niveles similares a los de 2018 (USD 6.293).
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