Los vecinos de la González Suárez se organizaron para luchar contra el fuego del incendio de Guápulo
Un día después de que las llamas avanzaran rápidamente por la quebrada de El Batán, los habitantes de la avenida González Suárez se organizaron para evitar que el fuego vuelva a avanzar.
Cadetes de la Policía ayudan a controlar el incendio en la quebrada El Batán, en Quito, en el segundo día de incendios, este 25 de septiembre de 2024.
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La tarde y noche del 24 de septiembre de 2024, el incendio que nació en Guápulo avanzó rápidamente hacia el norte. El fuego comenzó a crecer desmedidamente por la quebrada El Batán, al punto que las llamas ya casi llegaban a la avenida González Suárez, donde se ubican varios edificios residenciales.
Cerca de las 17:00 del martes, el fuego estaba al otro lado de la avenida. Ante la desesperación de ver que los Bomberos no llegaban al sector, los vecinos decidieron actuar. Conectaron las mangueras contra incendios a sus sistemas de agua potable y comenzaron a intentar aplacar las llamas.
Mientras algunos vecinos llenaban los tachos de basura de los edificios con agua, otros cargaban el líquido en baldes. Decenas de vecinos hicieron cadenas humanas para pasar todo tipo de contenedores cargados de líquido lo más cercano al fuego, hasta las botellas de cola servían.
Protegidos con mascarillas, pañuelos y bufandas, los habitantes de la González Suárez intentaban que el fuego no llegue hasta la calle y amenace las viviendas. "Lo hacemos por ayudar, no por ningún reconocimiento", aseguró un habitante de la zona, que cargaba la manguera conectada desde el edificio Monteloma. Él no vive ahí, sino en otro edificio más abajo, pero decidió sumarse a apoyar.
El fuego logró controlarse en ese sector durante la noche, pero en la mañana la preocupación se mantenía. Las fumarolas eran constantes y, con la fuerza del viento, la preocupación se centraba en que las llamas puedan volver a crecer, y amenazar las viviendas.
La planificación de la mañana
La planificación de los vecinos comenzó muy temprano este 25 de septiembre de 2024, pasadas las 07:00. Habitantes de los edificios El Canciller, que da a la quebrada El Batán, conectaron una manguera a la piscina para trasladar agua hasta la ladera ya quemada.
Mientras, todos comentaban sobre la jornada del día pasado, y su preocupación de que el fuego vuelva a crecer hasta la calzada.
A esa hora, apenas quedaban unas fumarolas a la altura de la avenida. Sin embargo, el viento y el paso de las horas, con el consecutivo aumento de la temperatura, complicaron la situación. Varios focos comenzaron a prenderse y a generar gran cantidad de humo en el sector.
"¿Cómo podemos ayudar?", preguntaban todos los que pasaban por ahí. La respuesta: ayudar a contratar tanqueros de agua, traer agua y otros insumos para quienes estaban trabajando en la zona, traer baldes o basureros grandes, e incluso recoger la basura en la calle.
Un grupo de cadetes de la Policía, liderados por el general Henry Tapia, llegó hasta el sector para ayudar. Los vecinos lograron traer hasta esta zona dos camionetas llenas de arena y ripio para ubicar al filo de la vereda y evitar que, en el caso de que el incendio recrudezca, este llegue a afectar a las viviendas. Los cadetes fueron colocando este material a lo largo de la avenida González Suárez.
Los vecinos también contrataron un tanquero de agua, que llegó cerca de las 09:30. A esa hora, un nuevo foco se prendió, en el sector de la cloaca de Guápulo. Los cadetes y el tanquero bajaron por un camino de tierra que ya se había quemado el día anterior para llegar lo más cercano posible al fuego. Allí, se mantuvieron por cerca de una hora, hasta que llegó un camión de lo Bomberos de Riobamba.
Mientras los uniformados se mantenían en los dos focos de fuego a lo largo de la quebrada, los vecinos seguían su organización en la González Suárez y se repartían tareas. La decisión fue regar más agua para que la quebrada se humedezca. Conectaron una manguera en el edificio Barreto, y con la ayuda de los cadetes fueron distribuyéndola.
El trabajo fue coordinado entre los vecinos y los cadetes. Dado que la quebrada es muy empinada, otro vecino compró una soga para que puedan bajar con la manguera la mayor distancia posible. La amarraron en los postes y en las señales de tránsito, para cuando la cadena humana tenía que replegarse.
Listos para la noche
La principal preocupación de los vecinos de la González Suárez es que el fuego vuelva a crecer en horas de la noche. Por eso, la planificación comenzó temprano.
La idea es tener las cisternas de algunos edificios llenas, en caso de que sea necesario conectar nuevamente las mangueras contra incendios. Además, los vecinos reunieron una gran cantidad de baldes y botes de basura grandes, para usarlos en caso de necesitarlos.
Miembros de los Bomberos advirtieron a los vecinos que, en las zonas que ya están completamente quemadas, es muy difícil que haya fuego nuevamente. Sin embargo, si hay fumarolas o chispas, estas sí se pueden trasladar a las zonas donde todavía hay vegetación seca.
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