Efecto Mariposa
El plástico sigue dominando
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Es sorprendente que frutas como plátanos y piñas se vendan en los supermercados picadas, sin cáscara y envueltas en plástico. Este acto antinatural es solo una muestra de cuán omnipresente es el plástico en nuestra vida cotidiana. Lo usamos incluso cuando no es necesario, y ahora resulta difícil imaginar un mundo sin él.
Desde su invención en 1907 por el químico estadounidense Leo Baekeland, su producción ha crecido de manera impresionante, y pocas industrias pueden igualar su diversidad de aplicaciones. La versatilidad del plástico ha permitido el envasado higiénico y económico de productos alimenticios, farmacéuticos, agrícolas, cosméticos y de diversos tipos. Sin embargo, su uso creciente está dañando tanto el ecosistema como la salud humana, y la contaminación por plástico se ha convertido en uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI.
Según la OCDE, en 2022 la producción mundial de plásticos alcanzó 460 millones de toneladas anuales, de las cuales dos tercios corresponden a productos de vida corta que rápidamente se convierten en desechos. Cada año, entre 8 y 10 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos, afectando la biodiversidad marina y, en muchos casos, entrando en la cadena alimentaria humana. El sector del embalaje es el principal generador de desechos plásticos de un solo uso, con el 85 % de estos envases terminando en vertederos o en el mar. Se estima que los daños a los ecosistemas y a la salud humana generan costos globales de aproximadamente 2.500 millones de dólares al año.
Dado que el plástico se ha convertido en una amenaza para todas las formas de vida del planeta, desde 2022, bajo el mandato de la ONU, el Comité Intergubernamental de Negociación (INC) trabaja en un tratado global jurídicamente vinculante para erradicar la contaminación plástica antes de 2040.
La quinta y última sesión (INC-5), celebrada entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre en Busán, Corea del Sur, reunió a 175 países y más de 600 organizaciones. El presidente del INC, el embajador ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso, manifestó en la INC-5 que la contaminación plástica es una de las crisis medioambientales más urgentes del siglo XXI, calificándola como un desafío existencial. Según Vayas, si se mantienen los mismos ritmos de producción y uso del plástico, para 2040 la cantidad de este material que ingresará al planeta anualmente será el doble de lo producido en 2022.
A pesar de la gravedad de la crisis ambiental derivada del uso indiscriminado del plástico, el gran objetivo de la reunión —limitar la producción de plásticos y gestionar los desechos— no se alcanzó. En resumen, 100 países apoyaron una reducción en la producción, pero países como Arabia Saudita y China, los mayores productores de petróleo y polímeros plásticos, abogaron por un enfoque centrado en la gestión de residuos y el reciclaje. Además, no se lograron acuerdos sobre la prohibición de algunos plásticos de un solo uso.
Al final de la reunión, no hubo un acuerdo definitivo; bueno, sí: se acordó continuar con las discusiones el próximo año. Se esperaba que esta fuera la última reunión del INC, pero el próximo año se llevará a cabo una INC-5.2.
La falta de acuerdos en la INC no es una sorpresa. En realidad, la contaminación por plásticos es más que un problema ambiental; es también un asunto económico y político. Los poderosos, a quienes probablemente se unirá Estados Unidos, no darán su brazo a torcer, incluso sabiendo que contribuyen al calentamiento global, una amenaza ya palpable con consecuencias impredecibles. No hay certeza de cómo viviremos el calentamiento del planeta, pero lo que sí sabemos es que puede ser fatal.
La reciente falta de consenso en las negociaciones de la INC refleja la complejidad del desafío que enfrentamos, donde el poder y los intereses económicos de los países dominantes están en juego. De esta manera, el compromiso global vinculante, el cambio en las políticas nacionales y las acciones concretas de los países que más producen y consumen plástico seguirán esperando, ya que no hay voluntad para acordar un plan de trabajo común con cumplimiento estricto.
Mientras los mayores productores de plásticos negocian una agenda que no los perjudique económicamente, el tiempo corre: si no se toman medidas urgentes, se estima que para 2040 la cantidad de plástico que ingresa al medio ambiente podría duplicarse, y los plásticos seguirán siendo una de las mayores amenazas para la vida del planeta y sus habitantes.
Aunque el plástico ha transformado y facilitado nuestra vida cotidiana, contribuyendo al envasado y conservación de productos, su uso desmedido y la gestión inadecuada de sus residuos están teniendo efectos devastadores. El reciclaje no siempre es una opción viable, ya que es un proceso costoso, y la acumulación de residuos dificulta su gestión, generando una carga significativa para el medio ambiente.
Asimismo, debemos ser conscientes de que la solución no radica en una única intervención, sino en la combinación de diversas medidas dirigidas a erradicar el uso del plástico, promover el reciclaje y establecer sistemas eficientes de gestión de residuos, además de fomentar el desarrollo de una industria que innove en materiales alternativos.
En Ecuador, la situación también es crítica. Según la página web de la organización internacional WWF-Ecuador, en 2022 el país generó 627.000 toneladas de residuos plásticos, pero solo el 7,7 % de estos fueron reciclados. Si no se toman medidas urgentes, se proyecta que los residuos plásticos aumenten un 82 % para 2040.
Enfrentar la crisis del plástico requiere una acción conjunta, consciente y urgente. Las negociaciones internacionales avanzan lentamente, por lo que cada uno de nosotros puede tomar medidas inmediatas para reducir el impacto ambiental, desde evitar productos de un solo uso hasta optar por alternativas sostenibles. Sin embargo, responsabilizar únicamente a los individuos es ingenuo; se necesita un compromiso firme de los gobiernos y las industrias para establecer políticas que prioricen la innovación en materiales alternativos, el reciclaje eficiente y la reducción de residuos. El tiempo apremia. La mejor forma de contribuir al planeta es no utilizar artículos plásticos, mientras los poderosos siguen protegiendo a este asesino del planeta.