Efecto Mariposa
Mesías Tatamuez: luchas, legado y controversias del sindicalismo ecuatoriano
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
No es posible hablar de las luchas de los trabajadores en Ecuador sin mencionar a sus protagonistas.
Al referirse a la Central de Trabajadores, con todo lo bueno y lo malo que se le atribuye, es inevitable no destacar a Mesías Tatamuez, sindicalista y político, que falleció a los 74 años el 31 de octubre .
Nacido en la provincia del Carchi, comenzó su activismo campesino y sindical muy joven, en 1968. Sus primeros pasos en la dirigencia sindical fueron en el movimiento campesino, formando parte de la Federación de Organizaciones Campesinas (Fenoc) en 1977 y de la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin) en 1988.
A finales de la década de 1990, Tatamuez asumió la vicepresidencia de la CEDOCUT. Entre 1998 y 2003, también fue diputado alterno por el Partido Socialista. Posteriormente, lideró en tres ocasiones las dos organizaciones sindicales más importantes del país: la Confederación de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (CEDOCUT) y el Frente Unitario de Trabajadores (FUT).
La CEDOCUT, creada en 1983, es considerada la primera confederación laboral del país, agrupando sindicatos, comités de empresa y otros sectores. Por su parte, el FUT fue fundado en 1973, tras varios intentos fallidos de unificar las centrales sindicales debido a diferencias ideológicas. Las organizaciones fundadoras fueron la CEOSL (1962), la CTE (1945) y la CEDOC (1938).
Se dice que todo fallecido era bueno, pero sería poco objetivo idealizar la figura de Tatamuez. Como otros dirigentes sindicales, su labor ha sido objeto de críticas. Se le ha cuestionado por la falta de alternancia en el liderazgo de las organizaciones de trabajadores , lo que ha generado la percepción de procesos democráticos limitados. Este punto se fundamenta en la trayectoria ininterrumpida en la dirigencia de más de 50 años de Tatamuez.
Además, se le ha acusado de manipular las protestas para obtener privilegios personales, familiares o para su círculo cercano, y de "pactar" con gobernantes para conseguir beneficios. No obstante, no hay pruebas objetivas que respalden estas acusaciones.
Asimismo, las demandas y estrategias de Mesías Tatamuez han sido vistas como “atrasa pueblos”, especialmente cuando estas han sido percibidas como un obstáculo para el progreso o la modernización. Sin embargo, esta crítica más bien debería ser un llamado a la autocrítica y la modernización dentro del sindicalismo, promoviendo un balance entre la protección de los derechos laborales y la adaptación a las nuevas dinámicas económicas, sociales y tecnológicas.
A pesar de las críticas, no se puede negar que Tatamuez fue una figura destacada y firme en la defensa de los derechos laborales, enfrentándose a las políticas de presidentes como Guillermo Lasso, Lenín Moreno, Rafael Correa, Alfredo Palacio y Lucio Gutiérrez. Aquí algunos ejemplos de sus acciones:
- Reformas laborales: se opuso enérgicamente a reformas que, en su opinión, precarizaban las condiciones laborales y reducían derechos fundamentales, como la estabilidad y las indemnizaciones.
- Paquetazos económicos: en octubre de 2019, durante el gobierno de Lenín Moreno, Tatamuez fue uno de los líderes más visibles en las protestas contra la eliminación de subsidios a los combustibles y otras medidas económicas acordadas con el FMI. Estas manifestaciones resultaron en procesos judiciales en su contra, como el presunto secuestro de policías.
- Defensa del IESS: criticó la falta de transparencia y las políticas que debilitaban el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, exigiendo mejoras en los servicios y la protección de los fondos de los afiliados.
- Acuerdos con el FMI: se manifestó en contra de las políticas de austeridad derivadas de estos acuerdos, que impactaban a los más vulnerables, liderando manifestaciones para rechazar medidas como la reducción del gasto público y las privatizaciones.
Durante el gobierno de Rafael Correa, fue un crítico activo de leyes como la LOSEP, las reformas al Código de Trabajo, la Ley de Comunicación, la política extractivista y la limitación de la libertad sindical. La relación de Correa con los sindicatos fue tensa, y Tatamuez se convirtió en uno de sus opositores más firmes.
Recientemente, criticó a los asambleístas por la falta de leyes beneficiosas para el país y denunció los despidos de casi 4.000 trabajadores debido a la crisis energética durante la administración de Daniel Noboa.
Más allá de las simpatías o antipatías que pueda generar, Mesías Tatamuez fue un luchador que, aunque no logró frenar algunos planes gubernamentales, sí los hizo tambalear.
A pesar de que la influencia de las organizaciones de trabajadores haya decaído en los últimos años, debido a la falta de renovación y a discursos que no conectan con las nuevas generaciones, la ausencia de Tatamuez deja un vacío significativo en la defensa de los derechos laborales, afectando a millones de trabajadores que, aunque no siempre lo reconozcan, se han beneficiado de su lucha.
Hoy, que ya no hay líderes capaces de salir a las calles con fuerza para enfrentar las decisiones de los gobiernos —o peor aún, la ausencia de ellas—, se hace urgente que los dirigentes sindicales actuales asuman la responsabilidad de preparar a las futuras generaciones.
Sin un proceso de transición bien estructurado y sin la formación de nuevos líderes, los movimientos sindicales corren el riesgo de perder relevancia para siempre, lo cual sería gravísimo en un contexto en el que la automatización y la inteligencia artificial están transformando rápidamente el mercado laboral.
Los sindicatos deberían considerar estos cambios como una prioridad en sus agendas. Adaptarse a estas nuevas realidades es esencial para proteger los derechos de los trabajadores y asegurar que las condiciones laborales evolucionen de manera adecuada.
Este llamado de atención busca que los líderes actuales inviertan en programas de capacitación y se comprometan a dejar un legado sólido, adaptado a los retos que las nuevas realidades económicas, tecnológicas y sociales imponen.
Sin embargo, esta transformación no puede depender solo de unos pocos. Ya es hora de que como sociedad despertemos de ese letargo que nos mantiene inactivos, esperando soluciones externas mientras el entorno sigue cambiando sin control.
Nuestra pasividad solo favorece a quienes desean mantener las cosas como están, permitiendo que los gobernantes actúen sin oposición ni vigilancia. La acción colectiva, la responsabilidad compartida y el amor por nuestro país son indispensables para construir un país donde nadie haga y deshaga a su antojo.
El mayor legado de Mesías Tatamuez es su compromiso inquebrantable: alzó la voz hasta el final de sus días y nos mostró que la lucha por los derechos nunca debe apagarse ni perder fuerza.