Efecto Mariposa
Soñar no es suficiente para que Ecuador brille en los podios
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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En los Juegos Olímpicos de París 2024 están presentes 10.500 atletas de élite que provienen de 204 países.
Como en toda competencia, en la Olimpiada desde ya hay los países ganadores y también están aquellos que aún no han obtenido medalla alguna ni la obtendrán, al menos en esta edición.
Por ejemplo, en la figura 1, que contiene un resumen del desempeño general de los países en los JJ. OO. desde 1948, se observa que, en los Juegos de Tokio de 2020 participaron 206 países, de los cuales 65 no obtuvieron ninguna medalla y 93 consiguieron una medalla de oro.
En los los JJ. OO. de París 2024 sobresalen China, con 22 preseas de oro, de un total de 53, y Estados Unidos con 21 medallas de oro y 79 en total. En la lista de países destacados también aparecen Australia, Francia y Gran Bretaña.
En el lado de los países que, hasta el momento, no han obtenido ninguna medalla están Venezuela, Marruecos, Finlandia, Kuwait y Costa de Marfil, entre otros.
Entre los que ganaron una medalla por primera vez en unos Juegos Olímpicos está Santa Lucía.
A la fecha, Ecuador se ubica en el puesto 38, con una medalla de oro obtenida por el marchista Daniel Pintado. La selección ecuatoriana de los JJ. OO. de París 2024 está conformada por 40 atletas de élite.
Si bien Ecuador no está en la lista de los países que nunca han conseguido una sola medalla en los JJ. OO. de los años 1996, 2008, 2020 y 2024, la participación del país está muy distante de ocupar el top 10 de los Olimpiadas.
En la historia del país se cuentan apenas seis medallas; mientras que ese es el número de preseas que países como Estados Unidos o China consiguen en un solo día.
Pero, ¿de qué depende que solo algunos países acaparen los reconocimientos, mientras que otros se limitan a apenas marcar su presencia en la competición?
Hay una variedad de factores que conducen al éxito deportivo de élite.
El concepto de deporte de élite se refiere al rendimiento deportivo que se ubica en un nivel que permite ganar medallas en campeonatos mundiales o Juegos Olímpicos.
En términos generales, los factores que influyen en el éxito deportivo internacional se pueden clasificar en tres niveles: macro, meso y micro.
- Nivel macro: se refiere al entorno social y cultural en el que viven las personas, e incluye la economía, la demografía, la población, el clima, la geografía, el grado de urbanización, el sistema político y el sistema cultural.
- Nivel meso: corresponde a las políticas y las políticas deportivas. Existen suficientes indicios de que las políticas deportivas bien diseñadas, financiadas e implementadas pueden influir en el rendimiento deportivo a largo plazo, puesto que, en igualdad de condiciones, los atletas de élite tendrán mayores posibilidades de éxito.
- Nivel micro: en este nivel se incluyen a algunos factores como el entorno (familia, amigos, maestros, entrenadores), las técnicas de entrenamiento y otros que no se pueden controlar, como la genética.
Se considera que el rendimiento en los deportes de alto nivel es una combinación de características genéticas y de las circunstancias ambientales y físicas en las que viven las personas.
Los factores genéticos pueden explicar las diferencias entre hombres y mujeres, entre personas de distintas edades e incluso entre etnias. Sin embargo, no pueden explicar, por ejemplo, por qué los afroestadounidenses se desempeñan mejor en atletismo que los nigerianos o mozambiqueños.
De los tres niveles mencionados, los factores de nivel meso son los únicos en los que se puede influir y cambiar.
En efecto, los países que han implementado estrategias para producir atletas de élite han mostrado que su éxito depende menos de factores fuera de control y más de variables que son consideradas clave para el desarrollo de sistemas deportivos de élite; es decir, las del nivel meso.
De este modo, la apuesta de los países exitosos en el deporte internacional es en políticas deportivas financiadas eficaz y eficientemente.
Veerle De Bosscher, investigador reconocido de los factores que influyen en el éxito deportivo de élite de los países, propone junto a otros autores un modelo en el que los recursos financieros y el desarrollo de políticas son condiciones necesarias para el desarrollo del deporte de élite.
Y la evidencia lo confirma: los países que invierten más en deportes de alto nivel pueden crear más oportunidades para que los atletas entrenen en condiciones ideales. Es más, se ha comprobado que existe una fuerte correlación entre el dinero invertido en deportes de élite y el número de medallas obtenidas en campeonatos mundiales o internacionales.
Países desarrollados, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Japón, invierten ingentes cantidades en los deportes de élite. China y Brasil, países emergentes, también destacan por invertir de manera importante en deportes de élite.
Pero, en los países en desarrollo, la inversión en el deporte es mucho menor que en los países desarrollados, puesto que esta actividad no suele ser una prioridad en estos países.
Y es lógico preguntarse ¿por qué un gobierno de un país en desarrollo debería invertir en deportes de alto rendimiento?
Si bien existe evidencia sobre la relación entre el financiamiento y la obtención de medallas, es poco lo que se sabe sobre los verdaderos impactos sociales de los Juegos Olímpicos.
Se considera que el éxito del deporte de élite genera prestigio internacional para los países, y este es una fuente de poder en las relaciones internacionales, que funciona con otros mecanismos tradicionales de poder, como las armas y las bombas.
El deporte de élite también podría inspirar a la población a ejercitarse, sobre todo a los niños y jóvenes. Esto se conoce como el efecto goteo. No obstante, hasta la actualidad la evidencia disponible no permite confirmar la existencia del efecto goteo, debido a que la actividad física depende, además de la motivación, de la edad, el género, los ingresos, el tiempo disponible, la educación y la infraestructura.
Entonces, como ecuatorianos, deberíamos reflexionar seriamente sobre si el país debería invertir en el deporte de élite.
Asimismo, es pertinente cuestionar el discurso de que en el país se apoya a los deportistas de alto nivel, y más aún que se esperan obtener los beneficios que generarían dicha inversión, puesto que, como dije anteriormente, no se han podido comprobar científicamente en estudios hechos en distintos países.
Cuidado, este artículo no es un reclamo a los atletas ecuatorianos que participan en los JJ. OO. Al contrario, son atletas dignos de admiración, porque ir a una competencia internacional sin recursos, y con todas las preocupaciones que esto conlleva, es una verdadera proeza.
Este artículo es porque, en el contexto de Ecuador, cabe ser realistas y reconocer el esfuerzo sobrehumano de los atletas ecuatorianos, quienes experimentan angustias económicas por entregarse a tiempo completo a una actividad que no les paga bien ni a tiempo.
Basta recordar que, en los últimos días, la luchadora Luisa Valverde ha expresado su preocupación, puesto que al volver de los Juegos Olímpicos no tendrá un lugar para vivir. Y para nombrar hay muchas historias que evidencian el abandono estatal; incluso Jonahatan Narvaéz mencionó que no tuvo apoyo durante la competencia en París 2024.
No podemos acusar a los atletas ecuatorianos de que carecen de actitud positiva y mentalidad ganadora, pues creo que no hay nadie mejor que pueda dar ejemplo de resistencia, resiliencia, amor propio y por Ecuador, que aquellos que, a pesar de todo, luchan y representan al país en las competencias internacionales.
Podemos soñar con glorias y con Ecuador más veces en los podios, pero para esto hay que tener una política deportiva de élite sostenida, que respete a los atletas y que permita que los niños y jóvenes se inspiren en sus carreras, y no en las penurias que tienen que pasar para brillar.
Esos ejemplos que pretenden inspirar con zapatos rotos, rifas y hornados solidarios indignan y recuerdan que somos un país injusto, además de corrupto, que castiga cruelmente a quienes menos tienen y dan mucho al país.
Si queremos ver a Ecuador brillar en el escenario mundial, debemos dejar de romantizar la lucha de los atletas y empezar a financiar dignamente su éxito.
No basta con sueños y promesas vacías durante la calentura de alguna competición exitosa. Se necesita inversión real, políticas coherentes y un verdadero compromiso con el desarrollo del deporte.
Solo invirtiendo eficaz y eficientemente en el desarrollo de un sistema deportivo de élite podremos transformar las historias de esfuerzo individual en una cultura de excelencia y orgullo nacional.
Los atletas ecuatorianos no merecen ser sacrificados.