Efecto Mariposa
¿Los políticos están preparados para ellos?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Se les ha subestimado por demasiado tiempo. A los jóvenes, a quienes se les acusa de indiferentes, de ser adictos a las pantallas y consumidores compulsivos de Tik Tok, se les ha tachado de inexpertos y desconectados. Sin embargo, esa percepción se desmoronó en un auditorio lleno de voces firmes y mentes críticas, en el concurso intercolegial de oratoria, organizado por el Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional.
En el evento, 17 estudiantes de colegios de todo el país demostraron que son mucho más que simples espectadores. En un país roto, ellos tienen la lucidez para cuestionar, proponer y demandar cambios. Saben bien que el país está en crisis, que la frustración y la impotencia son palpables, pero no se rinden. Al contrario, se enfrentan con valentía y exigen un cambio real y soluciones concretas. Escucharlos, especialmente en un contexto de nuevas elecciones presidenciales, no es un lujo, sino una necesidad. Serán los votantes decisivos.
Los participantes destacaron uno de los grandes problemas del Ecuador: el sistema educativo. Desde su perspectiva, es un modelo "paternalista" que crea la ilusión de aprobaciones masivas sin prepararlos para el mundo real. “Los políticos no nos quieren educados”, sentenciaron. Denunciaron la falta de inversión y un currículo que fomenta la desigualdad entre estudiantes urbanos y rurales.
Los oradores hicieron un llamado a la ministra de Educación, instándola a proponer una reforma educativa que priorice el desarrollo de habilidades críticas, creativas y analíticas de los estudiantes. Para ellos, la educación debe ser el cimiento de un país justo, y creen que la verdadera transformación solo será posible si está acompañada de personas que actúen con integridad y valores sólidos.
El cambio climático y el crecimiento económico también se presentaron como parte de los grandes desafíos del país.
Los jóvenes abordaron esta dicotomía con una madurez que pocos políticos han demostrado, y no dudaron en afirmar que prefieren priorizar el cuidado del planeta. Según los concursantes, el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar las condiciones de vida de todos. Proponen, específicamente, una transición hacia energías limpias y un modelo de decrecimiento.
Este modelo busca reducir el consumo y la producción para lograr una mayor sostenibilidad ambiental y social, cuestionando la idea de un crecimiento económico constante como solución.
Criticaron el modelo económico tradicional que perpetúa privilegios y marginaciones, y abogaron por políticas sociales que equilibren el acceso a la educación, la salud y el empleo.
Afirmaron que, si bien la crisis energética se debe al calentamiento global, también refleja una irresponsabilidad estatal histórica. Para ellos, la solución no pasa solo por mejorar el acceso a generadores o construir hidroeléctricas, sino por repensar el modelo energético hacia uno que respete los límites del planeta.
La desigualdad y la pobreza fueron otros temas centrales. Con una tasa de pobreza del 27 % en Ecuador, los jóvenes señalaron que cualquier plan económico debería estar acompañado de políticas para reducir la brecha entre ricos y pobres; los jóvenes están a favor de la redistribución de la riqueza.
Mencionaron cómo las desigualdades se agravan con la falta de acceso a servicios básicos, y denunciaron la falta de estrategias para mitigar el impacto de la crisis energética. Los apagones recientes, según ellos, son un ejemplo de cómo la falta de planificación y la crisis ambiental se combinan para exacerbar la inequidad.
En cuanto a la inteligencia artificial (IA), lejos de temerla, los jóvenes la ven como una herramienta con gran potencial para transformar el país, siempre y cuando se regule éticamente potencial.
Recordaron la historia de los ludistas, quienes destruían máquinas por temor al cambio tecnológico. Para ellos, la solución no es retroceder ni resistir el cambio, sino aprovechar la IA para optimizar tareas, mejorar la educación y crear nuevas oportunidades laborales.
Sin embargo, advierten sobre el uso irresponsable de esta tecnología, que podría aumentar la desigualdad si no se implementan regulaciones claras.
La imagen del candidato presidencial ideal también fue un tema de debate. Los jóvenes buscan a alguien que sea más que un político: un humanista, un ciudadano, un hombre del pueblo, una persona justa y empática ante las necesidades de los ecuatorianos.
Los participantes expresaron con firmeza su admiración por Nayib Bukele, presidente de El Salvador, considerando que Ecuador debería seguir su ejemplo. Según los concursantes, Bukele es un defensor de los derechos de los ciudadanos honestos, sin ceder ante los intereses de los criminales. Esta postura resonó profundamente en el auditorio, siendo ovacionada con entusiasmo por los asistentes.
Para los temas de seguridad, los jóvenes proponen un enfoque firme que incluya la construcción de cárceles de alta seguridad para los miembros de organizaciones criminales, sin mostrarles compasión. Consideran que aquellos inmersos en la violencia, el narcotráfico y la delincuencia han tomado un camino sin retorno. En otras palabras, no creen en la rehabilitación de los criminales. Asimismo, piden que se invierta en educación, empleo y oportunidades para prevenir la delincuencia.
Para los jóvenes, el verdadero cambio no provendrá de “recetas mágicas” ni de discursos vacíos, sino de líderes que estén preparados para dirigir el país y que estén dispuestos a escuchar, rectificar y actuar con ética y compromiso.
Los jóvenes han hablado, y lo han hecho con una claridad, solvencia y entendimiento que debería ser un llamado de atención para los políticos improvisados.
Así que, candidatos, presten atención. Los jóvenes no son una generación pasiva ni están desconectados de la realidad. No se conformarán con promesas vacías; para ganarse la confianza de estos votantes decisivos, quienes aspiran a llegar a Carondelet deben demostrar que comprenden y se comprometen con los temas que realmente les preocupan. No piensen que bastará con derrochar simpatía. Tal como están las opciones actuales, me temo que ninguno ha logrado conectar con los jóvenes.
La generación Z es el presente decisivo. La responsabilidad de los próximos años está en sus manos... y también en sus votos.