Efecto Mariposa
¿Realmente está disminuyendo la pobreza en América Latina?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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América Latina recibe una buena noticia en medio de los retos persistentes: la pobreza ha mostrado señales de reducción.
De acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 'Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024', los datos revelan avances significativos en el período post-pandemia, como se muestra en la Figura 1.
La incidencia de la pobreza en 2023 (27,3%) es menor en 1,5 puntos porcentuales respecto al año 2022 y 5,5 menos que en el año de la pandemia. Con respecto a 1990, cuando la tasa de pobreza fue del 51,2%, la cifra actual está muy por debajo.
En relación con la tasa de pobreza extrema, esta alcanzó el 10,6% en 2023, 0,5 puntos porcentuales menos que el año anterior y 2,54 puntos menos que en 2020. En 1990, la pobreza extrema fue del 15,5%.
Cuando estos números se traducen en personas, las cifras se vuelven más duras: 172 millones de personas vivieron en pobreza y 66 millones en pobreza extrema en 2023. Durante la pandemia, esas cifras fueron 202 y 81 millones, respectivamente.
¿Por qué la noticia no es tan buena?
Aunque la pobreza y la pobreza extrema afectan a toda la región, al analizar casos específicos se observa que el promedio regional disfraza las realidades más críticas.
Por ejemplo, es relevante destacar que la significativa reducción de la pobreza en América Latina durante 2023 fue impulsada en gran medida por Brasil, cuya contribución representó un notable 80%. Según el informe, si la pobreza no hubiera disminuido en Brasil, el promedio regional habría sido del 28,4%, apenas 0,4 puntos porcentuales por debajo del nivel de 2022. De manera similar, la tasa de pobreza extrema se habría mantenido en el 11,1%.
Otros países con reducción significativa en ambos tipos de pobreza fueron Paraguay y, en menor medida, Colombia y El Salvador. Colombia fue el único país que logró disminuir la pobreza extrema en un punto porcentual.
En el otro extremo, Honduras y Perú registraron aumentos en sus niveles de pobreza y pobreza extrema. En Honduras, más de la mitad de su población vive en pobreza. En la mayoría de los demás países, las variaciones no fueron significativas respecto a 2022.
Estas desigualdades se ilustran en las Figuras 2 y 3, que muestran cómo las tasas de pobreza y pobreza extrema varían significativamente entre los países de la región.
Por último, no se puede hablar de que la pobreza en América Latina y el Caribe ha disminuido sin incluir a países como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití. Según estimaciones, en Venezuela el 52% de su población vive en pobreza; en Haití , el 59%; en Cuba , el 90%, y en Nicaragua, el 12,5%.
¿Qué pasaría si estos países se incluyeran en el análisis? Con certeza, el desempeño de la región sería mucho peor. La ausencia de datos se debe a los regímenes dictatoriales que gobiernan estos países, los cuales no transmiten información ni permiten mediciones externas.
¿Por qué bajó la pobreza en algunos países?
El principal factor que explica tanto el aumento como la disminución de las tasas de pobreza entre 2021 y 2023 es el incremento de los ingresos laborales. Entre 2019 y 2020, el aumento de la pobreza se debió a la caída de ingresos provocada por la pandemia.
Los ingresos provenientes de actividades autónomas, jubilaciones, programas de transferencia de renta (como el Bono de Desarrollo Humano) y transferencias privadas también contribuyeron, aunque en menor medida.
En Brasil, el país con el mejor desempeño, los salarios y las transferencias de renta jugaron un papel fundamental. Durante la pandemia, Brasil fue el único país que logró disminuir la pobreza gracias a los programas de emergencia. En contraste, en Argentina el aumento de la pobreza se explicó por la caída de ingresos.
¿Qué se espera para el año 2030?
Para 2030, se proyecta una tasa de pobreza extrema del 9,8%, apenas 0,6 puntos porcentuales menos que la actual. Esto asume un crecimiento anual del ingreso per cápita del 1% y que no haya cambios en la desigualdad.
En un escenario más optimista que el anterior, con un crecimiento anual del PIB del 5% y una reducción del 1,5% en la desigualdad, la pobreza extrema podría llegar al 6,7 %.
¿Tiene sentido insistir en la erradicación de la pobreza?
Hablar de pobreza en América Latina no es novedad. Las generaciones anteriores nacieron y murieron en una región con alta incidencia de pobreza, y las futuras probablemente enfrentarán un panorama similar.
La pobreza no es solo una falta de recursos económicos, sino la raíz de problemas como violencia, instituciones débiles, corrupción y falta de cohesión social. Erradicarla es un proyecto gradual y de largo plazo, pero debe ser una prioridad.
A pesar de las dudas sobre la reducción real de la pobreza en América Latina y el Caribe, queda una lección clave: la lucha contra la pobreza requiere políticas que prioricen el bienestar de las personas, como el fortalecimiento de los ingresos laborales y los programas de transferencia de renta. Estas medidas cobran especial relevancia en un contexto de creciente inestabilidad política, económica y ambiental. Actualmente, la región enfrenta una prolongada sequía que podría desafiar las proyecciones y agravar la vulnerabilidad de millones de latinoamericanos.
Sin embargo, el verdadero desafío radica en crear condiciones que permitan medir y enfrentar la pobreza con transparencia y efectividad, apoyadas en un firme compromiso con la democracia y los derechos humanos. Contar con datos confiables y una voluntad inquebrantable de preservar los principios democráticos son pilares fundamentales para avanzar hacia la erradicación de la pobreza en la región.