De la Vida Real
El vacío que dejan las series

Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Cuando se termina una serie larga, de esas tranquilas que nos han acompañado durante meses, nos quedamos con nostalgia, con pena. Porque, como espectadores, nos involucramos activamente en las vidas, dramas, rutinas, gustos, amores y pasiones de sus personajes.
Son series en las que, por alguna razón, nos vamos identificando con cada miembro de las familias a las que pertenecen. Sus interpretaciones son tan perfectas para esos personajes que les tomamos cariño, también un poco de antipatía, y nos volvemos jueces de sus actos. A veces nos creemos más inteligentes que los detectives y, en nuestras mentes, resolvemos el problema en un segundo. Ese juego mental del enigma nos hace querer ver un capítulo más cada día.
Cuando una serie nos atrapa, desarrollamos ciertas rutinas para ponernos frente al televisor y entregarnos por completo a la historia. El Wilson y yo no éramos de ver series largas ni tranquilas. Veíamos, por llamarlas de alguna manera, series “frescas”. Pero, poco a poco, nos fuimos envolviendo en estas de muchas temporadas y capítulos de más de 50 minutos.
La primera que vimos de este tipo fue 'Six Feet Under'. Es una serie tan linda. Nada es forzado en la historia. Sigue a la familia Fisher, dueña de una funeraria en Los Ángeles. Al morir su padre, los hermanos Nate y David tienen que hacerse cargo del negocio. La serie trata temas como la muerte, la familia, el amor y la identidad. Tiene humor y tragedia al mismo tiempo. Es emocional y tiene uno de los mejores finales que he visto hasta ahora. Son cinco temporadas de 63 episodios que duran entre 50 y 60 minutos cada uno.
Cuando terminamos 'Six Feet Under', quería hacer duelo. Necesitaba despedirme de la historia, procesarla. Pero, a los dos días, ya estábamos viendo 'This Is Us', que trata sobre la vida de la familia Pearson en diferentes líneas de tiempo: pasado, presente y futuro. Es una serie que, sin que los espectadores lo notemos, es un tratado profundo de psicología. Es tierna, linda. Con ella lloré a mares y reí a carcajadas. Tiene seis temporadas, 106 episodios, y cada capítulo dura entre 40 y 45 minutos.
El último capítulo fue mortal para mí. Sentí que se acababa una etapa de mi vida, que los personajes a los que había entendido y analizado tanto se iban y no los volvería a ver. Jack, Rebecca, Kevin, Kate y Randall ya eran mis amigos. Sabía todos sus traumas e inseguridades. Los trabajamos juntos mientras me impresionaba, cada vez más, la calidad del maquillaje y el vestuario de los personajes. Pasaban de una vejez extrema a una juventud perfecta.
Sentí que no volvería a ver una serie igual de buena, que cualquier otra sería solo un pretexto para rellenar tanto vacío. Y así fue. Nos quedamos viendo series cortas, sin sentido, ninguna tan buena, hasta que llegó a nuestra vida una de las mejores series que he visto: 'Mi amiga brillante'.
Sigue la intensa amistad entre Elena y Lila, dos niñas que crecen en un barrio pobre de Nápoles en los años 50. A lo largo de sus vidas, sus caminos se cruzan y separan mientras enfrentan el amor, la educación y las diferencias sociales. Basada en las novelas de Elena Ferrante, tiene cuatro temporadas y 34 episodios, con capítulos de aproximadamente 50 a 60 minutos.
Esa serie sacó lo mejor de mí. Cuando se terminó, sentí que una parte de mí moría. Pensé que la inspiración para escribir se ocultaría en alguna parte de mi alma. Tenía la intuición de que las palabras ya no saldrían tan fácil como cuando estaba viendo la serie. No volvería a oír esa voz tan seductora de la narradora ni sabría qué pensaba Elena Greco. Me quedé en silencio unos días, negada a ver más series, a involucrarme en más historias lejanas de personajes inexistentes.
Pero el Wilson no me dejó seguir en negación. Sin permiso ni aviso, una noche puso 'Yellowstone'. Se trata de la familia Dutton, dueña del rancho más grande de Montana. Mientras lucha por proteger su tierra, hay miles de líos políticos y conflictos con comunidades indígenas. Es demasiado violenta, pero mezcla drama familiar, acción y la historia moderna de los vaqueros. Tiene cinco temporadas y 47 episodios, con capítulos de aproximadamente 40 a 50 minutos.
Vamos al final de la temporada dos. Los tres primeros capítulos me aburrieron. Yo quería seguir en Italia. Pero ahora he desarrollado una pasión loca por los vaqueros. Solo quiero que sean las nueve de la noche, prender la tele y ver la mejor serie del mundo: 'Yellowstone'.
Además, estoy perdidamente enamorada del actor principal. Es un viejo de una belleza galopante.