De la Vida Real
Invisible
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Al terminar de ver la serie 'Invisible', que está disponible en Disney+, me quedé con iras del final. Fue lo único que no me gustó. Le sentí forzado, no era necesario un final feliz para un tema tan complicado como el bullying.
Esta serie, que me hizo llorar sin poder parar, trata de un niño, Capi, que es brutalmente acosado por un compañero de clases a quien no quiso ayudar en un examen. Capi, el protagonista, se siente cada vez más aislado y marginado, dentro y fuera del colegio. Como si fuera invisible para los demás. Ese sentimiento de invisibilidad se representa como una metáfora de fantasía, reflejando su deseo de escapar de la terrible realidad que atraviesa en primer curso de secundaria.
La serie no solo muestra los eventos de bullying, también profundiza en las repercusiones psicológicas que Capi desarrolla: ansiedad, depresión y trauma. Esto se cuenta a través de las sesiones con su psicólogo, donde poco a poco va relatando todo lo que vivió en ese año escolar.
Pero lo que más me marcó fue la indolencia de los profesores y las autoridades del colegio frente al acoso. Prefieren no involucrarse hasta casi el final, cuando se hacen los “héroes” con una investigación que no llega a nada.
Eso me molestó mucho, porque se supone que los profesores son los adultos en la educación y muchas veces son ellos los culpables de que el bullying comience en las aulas. ¿Cómo? Haciendo cosas como decir en voz alta las notas de los alumnos, haciendo comentarios negativos sobre los que tienen bajas calificaciones, y alabando a los que consideran “lumbreras”.
El sistema educativo sigue calificando a los chicos con los mismos parámetros que usaban en la época de mis papás, y repitiendo los mismos comentarios de siempre: “Eres un vago porque no estudias”, “Les voy a poner cero si no se callan”, “Seguro tú no hiciste esta reflexión porque no tienes la capacidad”.
Año tras año, los profesores amenazan con poner ceros y califican solo los resultados, sin tomar en cuenta los procesos de los alumnos.
Esos comentarios, hechos en voz alta, se riegan como cascada entre los alumnos, dando paso a que se burlen de sus compañeros. Porque los profesores siguen haciendo quedar en ridículo a los estudiantes con malas notas. Esto se ve claramente en el primer capítulo de la serie, que no hace más que reflejar una realidad.
Claro, también hay profesores más humanos y empáticos, que son capaces de darse cuenta cuando un niño está sufriendo o tiene problemas. Tratan de indagar, hablar con ellos y ayudar, pero muchas veces no pueden hacer más porque el director del colegio no les apoya, no les cree o prefiere no enfrentarse a padres “problemáticos”.
Creo que todos deberíamos ver esta serie. Nos muestra una realidad que está ahí, una verdad que viven nuestros niños en los colegios y que no saben cómo manejarlo. Se callan porque les da vergüenza exponerse a tanta humillación, y prefieren tratar de sentirse invisibles.
Cada estudiante tiene una personalidad diferente, y ese discurso que se da de que “los niños deben contar lo que les pasa, deben avisar” no llega a todos. Por eso es tan importante que los profesores y los papás estemos atentos a los cambios de comportamiento de nuestros hijos. Saber cuál es la bandera roja que nos está avisando que algo pasa.
Y es fundamental hacerles entender a los profesores que las notas no reflejan la inteligencia de un niño. Hay niños con muy buena memoria, pero que no saben razonar. Otros tienen un razonamiento increíble, pero pésima memoria. Hay niños sensibles, otros con problemas de aprendizaje, y no por eso son tontos ni vagos. Hay que gritar fuerte que las notas no reflejan la capacidad cognitiva de un niño.
Luego de ver el final de la serie, no podía dejar de pensar en los niños introvertidos que sufren en silencio y en los padres confiados que mandamos a nuestros hijos al colegio creyendo que están en un lugar seguro.
Me quedé pensando cuánto sufrí, que no soy introvertida, por los profesores que me dijeron tantas veces que era tonta, inepta y que no iba a poder seguir la universidad. Me quedé llorando y recordando lo equivocados que estaban, en cuánto dolor e inseguridad me hubieran evitado. Lo triste que me sentí cuando mis compañeros no me escogían para hacer un trabajo en grupo, porque seguramente pensaban que no les iba a aportar en nada. Sí, se me llenan los ojos de lágrimas al acordarme de cuantas veces yo también quise ser invisible.
En fin, es una serie que permite que quienes la ven saquen sus propias conclusiones sobre el bullying escolar y lo mal que está la educación a escala mundial.