Leyenda Urbana
El post debate se esfuma con las fotos de Noboa en la juramentación de Trump
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Lo del domingo 19 de enero no puede ser llamado debate presidencial porque no hubo confrontación de ideas, sino apenas una somera presentación de ellas. Los 16 candidatos le quedaron debiendo a los ecuatorianos, que esperaban escuchar soluciones a gravísimos problemas como el desempleo, la inseguridad y la violencia, sobre los cuales apenas dieron una pincela sin mencionar cómo lo harían.
En realidad, más parece que se trató de una competencia de los cuartos de guerra de los candidatos que mandaron a los aspirantes a cumplir unas estrategias a rajatabla, observando un tacticismo insospechado, pensado en los electores y también en las redes sociales donde se genera el post debate que es lo que más les importa en una campaña.
Los movimientos que debían observar y el terreno que no podían pisar estuvieron calculados al milímetro, al punto de que Daniel Noboa y Luisa González habrían renunciado -cada uno por su lado, obviamente- a tener el protagonismo de la noche, a fin de conseguir lo planeado: no arriesgarse para mantener intactos sus primeras posiciones en las encuestas. Y lo lograron.
Eso también explicaría el anuncio inicial de Noboa sobre un “fast-checking” en tiempo real de su equipo de campaña, para verificar la información que allí se generaba, lo que habría disuadido a cualquiera de sus contendientes a no decir nada que no estuviese confirmado, so pena de ser desmentidos de inmediato.
Y también explicaría por qué Luisa González mencionó de entrada los nombres de los cuatro niños de las Malvinas, que Daniel Noboa no nombró en el primer bloque, al dejar sin respuesta la pregunta que le hizo Francesco Tabacchi sobre ese doloroso episodio.
Que en el segundo bloque se haya aludido a un tema del primero evidencia que quienes participan después tienen cierta ventaja, ya que conocen cómo respondieron los otros candidatos; aunque el domingo no todos lo supieron aprovechar, quizá porque los estrategas les aconsejaron decir solo lo concertado en el cuarto de guerra de la campaña.
Estas acciones le restan frescura y espontaneidad al intercambio de ideas que es de lo que se trata un debate durante el cual hay que mostrar qué piensan y cómo reaccionan frente a temas que no están en el libreto previsto. Pero eso no se vio.
Entre tanto cálculo y simulación, Andrea González lució espontánea y frontal cuando aludió a que el “Socialismo del Siglo XXI pactó con las FARC el uso del mar territorial para sacar cocaína (…)”; así como cuándo descolocó a Luisa González quien le había preguntado acerca del proyecto inmobiliario Olón, desconociendo que fue la propia Andrea quien hizo la primera denuncia. Y cuando al candidato Iván Saquicela lo hizo que mirase a techo mientras ella aseguraba que nunca hubiese dejado que Wilman Terán sea presidente del Consejo de la Judicatura.
Todo esto siendo como es la candidata de Sociedad Patriótica (PSP), de Lucio Gutiérrez.
Al siguiente día del debate, en el llamado círculo rojo, donde los expertos dicen que están solo los interesados en la política, se hablaba de Andrea González y hasta algunos opinaban que era la ganadora del debate.
También se comentaba por qué Daniel Noboa, al cerrar su intervención, no pidió el voto para él sino para sus asambleístas, y se concluía que eso confirmaba que la composición de la Asamblea es hoy su mayor preocupación, ya que las encuestas, hasta ahora, dan cuenta de que el bloque más numeroso sería el de RC5.
De eso y también de otros candidatos y sus presentaciones que provocaron la creación de memes se hablaba el lunes 20 cuando desde Washington llegaron las primeras fotos del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, en el acto de juramentación de Donald Trump como 47 presidente de Estados Unidos, y la gente regresó a mirar al norte.
En segundos, todos se ubicaron en tal ceremonia y, como por arte de magia, la conversación de los ecuatorianos cambió hacia Trump y a los primeros anuncios del nuevo inquilino de la Casa Blanca que aseguró que se iniciaba “la era dorada” de ese país.
El discurso de Trump sacudió las Cancillerías del mundo y, más todavía, las de la región.
Anunció que declarará una emergencia nacional en la frontera, lo que permitirá el despliegue de tropas para la frenar la inmigración ilegal, y que habrá una ley que designe a los cárteles de la droga como “terroristas globales”, y que cerrará la frontera.
Ratificó que al Golfo de México lo llamará “Golfo de América”, y que recuperará para Estados Unidos el Canal de Panamá.
Todo esto y mucho más que repercutirá en la vida de los ecuatorianos y el país, que tiene una fuerte presencia de migrantes en Estados Unidos, y cuyo brusco retorno significaría un sacudón social y económico tenía que ser abordado el domingo por lo candidatos a la Presidencia, porque Trump lo anticipó en la campaña, pero no se dijo nada.
Ni una sola línea sobre política exterior nos muestra como un país sin altura de miras y carente de perspectivas que solo refleja el nivel mediano del liderazgo y de sus instituciones, ya que fue el CNE y un Comité de Debate quienes lo organizaron y no incluyeron la política exterior.
Por eso, apenas llegaron las primeras fotos del presidente Noboa, como invitado especial, a la juramentación de Donald Trump, en Washington, el post debate sobre lo ocurrido el domingo, en Ecuador, pasó a segundo plano y empezó a esfumarse en el país.