Leyenda Urbana
Francisco, el papa que se inspiró en el Chimborazo para motivar a la iglesia

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Jesuita y argentino, el papa Francisco no fue solo el primer pontífice de esa congregación, sino el primero no europeo en 1.300 años. Murió el 21 de abril de 2025, a los 88 años, en su residencia de la Casa Santa Marta, un día después de desear una feliz pascua a los feligreses reunidos en el Vaticano, y, sobreponiéndose a su condición de salud, recorrer entre la multitud para saludar y bendecir, desde el papamóvil.
La noticia de su fallecimiento producido a las 7.30 de la mañana, hora de Roma, dio la vuelta al mundo y modificó las agendas de los líderes en todos los continentes, y conmovió a los pobres a quienes tuvo siempre en primera línea de defensa a lo largo de los 12 años de pontificado.
Mario Bergoglio tenía 76 años cuando el cónclave cardenalicio lo eligió, el 13 de marzo de 2013. Adoptó el nombre de Francisco en memoria de San Francisco de Asís, conocido como “el santo de los pobres”.
Llegado del fin del mundo, el papa Francisco tiró por la borda las rigidices palaciegas, al pedir que el anillo pastoral fuera de broce y no de oro, usar zapatos sencillos, y utilizar un sillón tapizado de blanco y no el trono de oro de los papas.
Sus reformas disruptivas enfrentaron una fuerte resistencia dentro de sectores radicales del catolicismo y de fuerzas políticas externas. Por hablar de justicia social le dijeron que era de izquierda, pero él se mantuvo junto a los más pobres y necesitados y también defendió siempre a los migrantes. Una y otra vez repetía que “en la iglesia nadie sobra, hay espacio para todos”.
Siendo el más humano de todos, los dolores del mundo le conmovían.
Un día, en Naciones Unidas discutió el derecho del medio ambiente y publicó dos encíclicas instando a la acción en las negociaciones de la ONU sobre el cambio climático, que sabia afectaba al Planeta, de forma cruenta. Algunos sectores expresaron malestar; la mayoría, le agradeció.
Desde que comenzó su pontificado, en una tarea urdida con esfuerzo y persistencia, Francisco construyó puentes tratando de trabajar con todas las religiones y confesiones.
La encíclica “Fratelli Tutti” forjada para recomponer el mundo en instantes que la humanidad parece no atinar por donde ir, fue un hito. En ella pide más fraternidad y solidaridad humanas, y es un llamado potente a rechazar las guerras.
En estas horas de reflexión colectiva tras su fallecimiento, los medios de comunicación de todas partes se han volcado a hablar de lo que ha significado el pontificado del primer papa latinoamericano, y grandes analistas y expertos valoran su misión y el legado de un papa que entró en la historia.
Los ojos del mundo no se despegan del Vaticano donde los ritos y solemnidades tras la muerte del pontífice han llevado a declarar sede vacante, y puesto en vigencia el llamado “interregno”, que va desde que fallece el papa hasta que se elige el sucesor, por lo que el gobierno provisional de la iglesia ha pasado a manos del camarlengo; en este caso, el cardenal estadounidense Kevin Joseph Farrell, mientras que la organización del cónclave ha recaído en el decano del colegio cardenalicio, el italiano Giovanni Batista Re, que ha comenzado su tarea.
Mientras aguardamos los funerales y la designación de su sucesor, permítanme evocar la visita del papa Francisco a Ecuador, acontecimiento que, por mi calidad de periodista, tuve el privilegio de vivir de cerca, cubriendo su agenda en Quito.
El Papa Francisco visitó Ecuador del 5 al 8 de julio de 2015, cuando había tal crispación que el presidente Rafael Correa reveló que no iría a la misa campal para evitar expresiones del público que pudieran afectar la imagen del país.
Tan pronto arribó, la chispeante mirada del Papa Francisco conectó con la de los ecuatorianos que lo recibieron con entusiasmo y cariño y, a partir de allí todo volvió a la calma, en un país que había escenificado fuertes manifestaciones, en rechazo a leyes que se tramitaban en la Asamblea de mayoría oficialista.
Cada palabra que pronunció quien decía ser “el papa del fin del mundo” —cuando resultaba que provenía del vecindario— conmovió a todos. Y que hablase de nuestra geografía, resultó prodigioso.
Desde el aeropuerto de Tababela, el papa Francisco aludió a que en Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: el Chimborazo, llamado por eso el lugar “más cercano al sol”; a la luna y las estrellas.
Y reflexionó: “Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia. Y la luna no tiene luz propia, y si la luna se esconde del sol se vuelve oscura”.
Y añadió: “el sol es Jesucristo y si la iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no testimonio. Que estos días se nos haga más evidente la cercanía del sol que nace de lo alto, y que seamos reflejo de su luz y de su amor”, dijo.
Por todo esto, gracias papa Francisco. Hasta siempre.