Leyenda Urbana
Diana Salazar es noticia en la semana de elecciones; la fortuna favorece a los valientes

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
Actualizada:
Una carambola del destino ha puesto a la fiscal general del Estado, Diana Salazar, como protagonista de la noticia cuando el país cuenta las horas para ir a las urnas, para escoger a quién gobernará Ecuador por los próximos cuatro años, y su presencia ha traído a la memoria los casos de corrupción más atroces que ella destapó y que causaron conmoción general, pero que de manera insólita no han sido abordados durante la campaña.
En un país atacado por la corrupción a niveles escandalosos y con el narco metido en las estructuras del Estado y la sociedad, que estos temas no hayan sido debatidos con firmeza y compromiso por los candidatos, solo porque los estrategas de campaña han dicho que no serían de interés de los electores, resulta un insulto a la razón.
En la Eneida, Virgilio dice que la fortuna favorece a los valientes. La fiscal Salazar habrá tenido el privilegio.
Ha coincidido que el período de seis años para el que fue elegida en abril de 2019 concluya este martes 8 de abril, a cinco días de la segunda vuelta; por lo que su presencia en la palestra ha hecho recordar los nombres de quienes manipulan las organizaciones y persiguen a quien destapa la corrupción.
Que no haya quién la remplace confirma la negligencia de los vocales del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) que, empeñados en elegir un fiscal de bolsillo, se enredaron en su propia ineptitud y dejaron vencer los plazos previstos por la ley, presionados por sus mentores políticos.
A Diana Salazar el CPCCS la ha perseguido con ferocidad, inventándose los más aberrantes casos, pero no pudieron con ella.
No la perdonan que su investigación del caso Sobornos 2012-2016 probara las prácticas corruptas del poder que, para financiar su movimiento político, exigía dinero a las empresas a cambio de jugosos contratos.
Por este caso, la justicia sentenció a ocho años de prisión y a la pérdida de sus derechos políticos al expresidente Rafael Correa, acusado como autor mediato de cohecho; al exvicepresidente Jorge Glas, a Vinicio Alvarado, Alexis Mera, María de los Ángeles Duarte, Walter Solís, Viviana Bonilla y a Christian Viteri.
Fue un sacudón tectónico en grado de catástrofe. Ocurrió el 7 de abril de 2020.
La fiscal no está en la política, pero su trabajo ha marcado el destino de los acontecimientos y habría cambiado el curso de la historia reciente del Ecuador.
Causó conmoción cuando allanó el domicilio de Carlos Pólit, a quien Correa llamaba “contralor de lujo”, y salió a la luz la corrupción de proporciones siderales, al punto que fue sentenciado por corrupción en Estados Unidos. Lo mismo hizo con el excontralor Pablo Celi, que fue sentenciado en Ecuador.
Salazar lideró megas operativos en los que cayeron el expresidente del Consejo de la Judicatura, Wilman Terán; jueces y abogados; el ex director del SNAI, general Pablo Ramírez, exjefe Antinarcóticos, y su investigación desmontó la trama de corrupción de la Corte de Justicia de Guayaquil penetrada por el narco.
No pueda ser olvidada, la emboscada que le prepararon en la Comisión de Fiscalización, presidida por la correísta Pamela Aguirre, que pretendió que Ronny Aleaga, alias ruso, involucrado en el caso Metástasis, por sus nexos con el narcotraficante Leandro Norero, interpelara a la fiscal, que había sido invitada a una comparecencia en la Asamblea.
Tramaron un incidente para recusarla y apartarla de Metástasis y bajarse Purga y Plaga casos judiciales que hicieron temblar al país que miró, estupefacto, los alcances de la narcopolítica, lo que daba sentido al clamor de “la Patria o la mafia” que repetía Fernando Villavicencio, candidato presidencial abatido.
Con el soporte del Departamento de Justicia de Estados Unidos que la apoyó, se destapó la corrupción en Petroecuador, Sinohydro e INA Paper, Coca Codo Sinclair y Odebrecht, y ella probó que el tío de Glas cobraba los sobornos, y otro le guardaba el dinero en un banco del exterior.
Los recientes chats del teléfono del consejero Augusto Verduga, de la Liga Azul, del que saltaron sapos, culebras y ranas, escandalizaron al país, y confirmaron el manejo mafioso del organismo.
En esos chats no se alude a Alembert Vera, abogado de Correa en el caso en contra de diario El Universo, al que demandó por USD 40 millones por un artículo de opinión.
Vera buscó destituir a la fiscal, sin conseguirlo; terminó siendo él mismo destituido por la Corte Constitucional, por incumplir un dictamen que blindaba las decisiones del Consejo Transitorio.
Que nada de esto se haya debatido en esta campaña, resulta conmovedor.
La sociedad líquida de la que hablaba Bauman no puede reducir una campaña para elegir presidente de la República a un juego de emociones, porque como dice el filósofo Byung Chuld Han: “La prisa engendra más prisa (…) la prisa se traga la vida”.
Y porque la inmediatez para lograr resultados rápidos y obtener gratificación instantánea podría resultar una traición a la ética y a la memoria histórica.
La presencia de Diana Salazar en la palestra, estos días decisivos, es un antídoto contra la desmemoria que hasta podría desempatar la campaña, porque nadie quedará impávido al recordar la corrupción de quienes hoy parecen apostar a la amnesia de la gente para volver poder.
Eso sí, la lucha contra las mafias tendrá siempre recompensa. Ya lo dijo Virgilio: la fortuna favorece a los valientes.