Leyenda Urbana
El Gobierno de Noboa, en una tempestad shakesperiana
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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En la XXIX Cumbre Iberoamericana de Cuenca los mandatarios de la región le hicieron el vacío al presidente Daniel Noboa, y de aquello se comentó urbi et orbi y se sintió en el ambiente de la ciudad.
Nadie esperaba que viniesen los presidentes de izquierda, porque en ellos prevalecen las acciones de solidaridad, incluso para defender a los sentenciados por corrupción y los prófugos de la justicia. Y habiendo sido Noboa quien puso de vuelta en la cárcel a Jorge Glas, no asistirían.
La ausencia de delegaciones de México, Nicaragua y Venezuela, países con los que actualmente Ecuador no tiene relaciones diplomáticas, estaba anunciada.
Pero tampoco vinieron los presidentes ubicados en el centro derecha de quienes se confiaba estuviesen junto a su homólogo ecuatoriano en la Cumbre Iberoamericana de Cuenca, la primera que se realizaba en el país en 30 años.
No hace falta mucha ciencia para concluir que entre las razones para estas ausencias está la suspensión de sus funciones por 150 días y sin remuneración a la vicepresidenta Verónica Abad, y la designación de su reemplazo, decisiones consideradas inaceptables a la luz de la Constitución y el estado de Derecho, que la región se esfuerza en preservar, para poder cuestionar a quiénes, al ponerse por fuera de la ley, vulneran las democracias.
El extravío legal es tal que los constitucionalistas del país lo han condenado. Y esa unanimidad casi nunca vista en Ecuador estuvo sustentada en la advertencia de que, tanto la suspensión cuanto el encargo vía Decreto de la Vicepresidencia, van en contradicción de lo que dice la Carta Magna, por lo que pidieron rectificar, y dejar sin efecto.
Pero no lo hicieron.
Al contrario, en las horas más aciagas del país por semejantes acontecimientos, el anuncio del jefe del Comando Conjunto, que apareció sentado junto al ministro de Defensa, para informar que la flamante vicepresidenta Sariha Moya ya disponía de seguridad, y que a Verónica Abad se le había retirado; para horas después ser desmentido por las Fuerzas Armadas que, en un comunicado, aseguró que Abad mantenía su seguridad; mientras la ministra de Trabajo afirmaba después que Verónica Abad seguía siendo vicepresidenta, por lo que Ecuador no tenía una, sino dos segundas mandatarias, nos mostró hacia al exterior como una república bananera.
Solo imaginar los reportes urgentes a sus gobiernos de las misiones diplomáticas acreditadas en Ecuador sobre estos acontecimientos, cuando la Cumbre estaba por iniciarse, llevan a deducir las razones adicionales para que incluso los mandatarios que habían confirmado su asistencia hayan desistido de venir.
Y había más.
Todavía no se habían digerido las excusas, cuando un comunicado firmado por veintiséis exjefes de Estado de España y de América, miembros de la Iniciativa Democrática (IDEA), alertó a la comunidad internacional de una posible “alteración del orden constitucional” en Ecuador, y pidió a la OEA ejercer las competencias que fija la Carta Democrática.
“En tono grave”, tal como escribieron, expresaron su preocupación ante la decisión adoptada por un despacho del Poder Ejecutivo ecuatoriano. Y recordaron que el mandato de Abad, igual que el del presidente Daniel Noboa, tiene su origen en la soberanía popular.
Honestamente, Verónica Abad es indefendible por lo que ha dicho y hecho, y por lo que ha anticipado que haría de llegar a reemplazar a Noboa, mientras él hace campaña por su reelección. Pero fue él quien la escogió.
Que ella no caiga bien a mucha gente por el temor a que en el ejercicio del poder pudiera cometer desafueros al estar siendo manipulada por sectores peligrosos, es real; como preocupante es que Estados Unidos le haya retirado la visa. Pero muy distinto es deshacerse de ella violentando la Constitución.
Es el viejo país replicando funestos episodios del pasado.
Haberla sancionado con 150 días de licencia, sabiendo que la ley permite como máximo 90, por lo que llegado ese plazo una nueva terna será enviada a la Asamblea Nacional para que escoja vicepresidenta, para que culmine el período para el que Abad fue elegida, es una trampa.
Llegado ese momento, hablarán de los hechos consumados.
Conclusiones como estas se logran leyendo las leyes y usando el sentido común; ese que en las Presidencias de los países de la región parece abundar, porque los mandatarios se rodean de los mejores, y, entonces, les habrán aconsejado no viajar y evitar la foto.
En el exterior tampoco habrán olvidado aquellos comentarios de Noboa sobre algunos presidentes hechos al periodista Jon Lee Anderson de la revista The New Yorker, y que causaron perplejidad.
¿Más razones? Haber cambiado la fecha de la Cumbre, anunciada por Lasso para después de la Cumbre de la APEC en Lima, y de cuyo calendario habrían sido informados los presidentes de los países participantes.
De la cita de Cuenca hay que destacar el éxito del Encuentro Empresarial Iberoamericano, no sólo por la asistencia de los 22 países, sino por el nivel de las temáticas debatidas.
Los desafíos que se plantearon despiertan esperanzas. Por esto mismo, que de la Cumbre de los países no haya quedado una Declaración de Cuenca, que se habría conseguido aplicando la diplomacia, conmueve. En fin.
Si la OEA atiende a los 26 expresidentes y toma decisiones al respecto, Ecuador podría tener momentos complicados.
En un país golpeado por una grave sequía, con terribles incendios, apagones, violencia e inestabilidad política, el Gobierno de Noboa parece estar en una tempestad shakesperiana.