Leyenda Urbana
Cuenca se viste de gala para la XXIX Cumbre de Iberoamericana 2024
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Ha pasado mucho tiempo desde que un visitante que llegó por primera vez a la ciudad, deslumbrado por la insospechada belleza de Cuenca, exclamó con genuino entusiasmo que había descubierto “el tesoro escondido del Ecuador”.
Idéntica emoción experimentan quienes llegan hoy y se adentran en la historia de la ciudad, conocen sus monumentos y edificaciones, y escuchan anécdotas sobre las tradiciones y la cultura de esta urbe Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Apenas días atrás, al conmemorar los 204 años de independencia, Cuenca impresionó a cientos de miles de turistas que recorrieron sus calles y avenidas; ingresaron a iglesias, negocios, callejuelas y zaguanes y se impactaron con su maravillosa arquitectura que siempre estuvo allí, pero que hoy se muestra en todo su esplendor, porque quienes salieron del país y regresaron; y aquellos que se quedaron decidieron embellecerla, invirtiendo en restauraciones exitosas para acoplarlas a los nuevos tiempos y en sus espacios ofrecer los servicios de una ciudad cosmopolita y de imparable impulso.
Con algo más de 500.000 habitantes, Cuenca parece ser la suma del coraje y decisión de todos los sectores de la sociedad que transformaron el sempiterno aislamiento en desafío permanente, hasta sacar lo mejor de su talento creador, y lograr que el empresariado arriesgue más y que el comercio encuentre nuevos nichos; que la educación promueva la excelencia; que los servicios de salud alcancen estándares elevados y los servicios públicos que no han abandonado la tradición local de la sana alianza con el sector privado, gocen de reconocimiento nacional, al igual que su exquisita gastronomía, verdadera experiencia para los paladares.
Resistentes al centralismo, los cuencanos parecen haber desarrollado una suerte de antídoto para no ser afectados por ciertas decisiones, al haberse apropiado de un modelo productivo propio, establecido con talento y audacia, en el cual hoy se abren paso alrededor de 25.000 empresas formales de distinto tamaño, y unas 2.500 industrias, entre grandes y pequeñas, que solo ellas representan el 25% del PIB del Azuay.
A esto se agregan los nuevos emprendimientos con el uso de la tecnología y se suma la artesanía de textura exquisita, ingeniosos diseños y colores que parecen provenir de un mundo mágico, devenidos en fuentes de ingresos que han elevado la calidad de vida de los cuencanos, que hoy se precian de abrir los brazos a una migración que busca el ocio, la tranquilidad y la belleza de una urbe armoniosa, con casas de tejados colorados elaborados a partir de barro al que los alfareros han dado un soplo de vida.
La integración a las tradiciones de estos nuevos vecinos al participar, exultantes, en el Pase del Niño Viajero, cada 24 de diciembre, siendo la mayor expresión del sincretismo cultural y la religiosidad de un pueblo, es altamente valorada, en una tierra incluyente y amigable; como también durante el Septenario, por la fiesta del Corpus Christi, cuando la gente se pasea por el Parque Calderón que en esos días huele a caramelo por la mayor exhibición de dulces y confites elaborados con recetas ancestrales.
Hay coincidencia al decir que Cuenca está, hoy, en su mejor momento, a pesar de que ahora mismo sus ríos prodigiosos, afectados por el cambio climático que agobia al mundo entero, han perdido su belleza y entristecido la cotidianidad, al haber dejado de cantar.
Pero Cuenca siempre ha vencido las adversidades, incluso las provenientes de la naturaleza; también los olvidos y, en especial, las injusticias. Su carácter rebelde y su determinación han prevalecido, por un sentido de pertenencia sólido; una fuerza vital que le viene de lejos, de un pasado de raíces profundas cimentado en tres culturas: cañari, inca y española, del que todos se sienten orgullosos.
Este es el marco en el que Cuenca, capital del Azuay, va a ser esta semana digna anfitriona de la XXIX Cumbre Iberoamericana, que reunirá a jefes de Estado y de Gobierno, y a delegaciones de los 22 países que lo integran, bajo el lema “Innovación, inclusión y sostenibilidad”.
Es el entorno ideal para discutir asuntos decisivos como la transformación digital, la lucha contra el crimen organizado transnacional y los desafíos que los tiempos imponen a los pueblos y a los líderes que los conducen. Y también para que los empresarios de la región y Europa hablen de empleabilidad para los jóvenes, un verdadero e ineludible reto.
Vestida de gala, como dice su himno, Cuenca está lista para ser descubierta en su esencia como ciudad de gente amable y decidida, honrada de ser la anfitriona en representación del Ecuador.
Ningún grupete político que defiende a quienes han violentado los valores de la honestidad y el decoro, podrá incomodar a los ilustres protagonistas de la XXIX Cumbre Iberoamericana 2024, que ya es un hito en la historia de Cuenca y el país.