Leyenda Urbana
El correísmo asumirá el mando del primer poder del Estado; ¿Noboa pagará la factura?
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Aún resuenan en mi cabeza las advertencias hechas casi un año atrás, cuando después de ganar las elecciones presidenciales Daniel Noboa se unió con la Revolución Ciudadana, su contradictor en la campaña, y con el Partido Social Cristiano (PSC), y luego se entregó al correísmo el control de las comisiones más importantes de la Asamblea Nacional.
El pacto fue un enorme logro del correísmo que habiendo perdido las elecciones supo mover las fichas con astucia, en un escenario legislativo que se anticipaba hostil, porque si sus adversarios se juntaban tenían los votos suficientes para hacer mayoría con el Gobierno y dejarlos a ellos solos.
No fue así.
Una mayoría con el correísmo podría significar para el Gobierno “lo que para Julio César cruzar el Rubicón, cuando el emperador exclamó: “alea iacta est”; la suerte está echada”, escribí en esta columna, el 20 de noviembre pasado, ante la incredulidad de algunos que pensaban que Noboa no haría tal cosa.
Pero lo hizo.
Con pasmosa ingenuidad, quienes habían llegado al poder y tenían todas las posibilidades de armar un gran bloque con Construye, el PSC, PK y los independientes, no supieron leer los escenarios de futuro y entregaron al correísmo las presidencias de las Comisiones de Fiscalización y control Político; la de Justicia y Estructura del Estado; la de Gobiernos Autónomos; la de Transparencia y Control Social; la de Garantías Constitucionales y Derechos Humanos, así como la Comisión de Protección Integral a Niñas, Niños y Adolescentes.
Por si fuera poco, como fruto del pacto, los bisoños políticos de ADN le dieron la Presidencia de la Asamblea Nacional al PSC, que había designado a Henry Kronfle para que los representara.
El movimiento en el poder se reservó para sí vocalías en el Consejo de Administración Legislativa (CAL) y alguna comisión menos relevante, aunque sí la de Economía, que les interesaba.
La obsesión de Noboa, por esas fechas, era aprobar leyes económicas urgentes que le resultaban imprescindibles para su gestión al frente de Carondelet y para ello necesitaba los votos. Obviamente, el correísmo que no tiene problemas con la ética pública cuando se trata de tener poder político se comprometió, incluso, con aumentar impuestos, y cumplió.
Cinco leyes económicas urgentes enviadas por el Ejecutivo fueron aprobadas por la mayoría fruto del pacto insólito. Y Noboa se dio por satisfecho, olvidando que la gobernanza rebasa las cifras y la economía de un país.
Es probable que, para convencerse de que actuó bien, el presidente de la República, sentado en su sillón en Carondelet, haya recordado a Maquiavelo, quien decía que el “fin justifica los medios”, y se habría dado por satisfecho de haber logrado cinco leyes imprescindibles, aunque sea jugando a la política y pactando con el enemigo.
Pero también es probable que Noboa no haya recordado que el famoso florentino solía repetir que la política es el arte de manejar los tiempos, y que, en su caso, se equivocó de principio a fin.
Apenas un año después, el precio que el Gobierno se apresta a pagar por haber entregado tanto poder a sus contradictores políticos, es demasiado alto: la Revolución Ciudadana presidirá el primer poder del Estado, a partir de octubre y, desde allí, buscará cogobernar o malograr cualquier proyecto del Ejecutivo.
Todos los juicios políticos y las comparecencias que se les ocurra serán puestas en marcha, más aún si cuentan con mayoría de votos y el país está en modo campaña.
En las elecciones del 9 de febrero de 2025, unos 80 asambleístas buscarán la reelección mientras que su presidente, Henry Kronfle, irá por la Presidencia de la República, lo que implica que deberá renunciar a su curul.
El poder Legislativo sufrirá un vuelco.
Desde el 2 de octubre, la Presidencia de la Asamblea estará en manos de Viviana Veloz, actual vicepresidenta, pero la línea de sucesión de las demás autoridades será otro motivo de controversia, porque casi todos sus integrantes también estarán en campaña.
Pero aún hay más.
Como los integrantes del Consejo de Administración Legislativo igualmente terciarán en las elecciones y pedirán licencia para promover sus nombres, el orden de prelación se habrá agotado y una suerte de juego de tronos criollo presenciará el país, con coraje y asombro.
Lo de Viviana Veloz es tema aparte.
De los ocho meses que estará al mando de la Asamblea, 33 días se ausentará con licencia para hacer campaña, al igual que 79 asambleístas más que también buscarán la reelección. Por lo cual, en la Asamblea Nacional actuarán 80 suplentes. ¡Insólito!
Y ¿cómo será la agenda legislativa bajo la Presidencia de Viviana Veloz?
No es difícil imaginar que tendrá marca correísta y que la impunidad sobrevolará por el hemiciclo, ya que nadie puede asegurar que no intentarán tramitar las amnistías que tanto ansían para sus presos y prófugos.
Un año atrás, al hablar de este pacto, dijimos que para Daniel Noboa se presagiaban tiempos difíciles porque tras estos “acuerdos” él habrá quedado en manos de sus socios, quienes saben las artes y las mañas de la política. Y que ya no había vuelta atrás.
“Usted cruzó el Rubicón y marcó su destino. Su suerte está echada”, escribí el 20 de noviembre del año pasado.
Dentro de 35 días, el 2 de octubre, como efecto directo del pacto político, el correísmo asumirá el mando del primer poder del Estado, y el país se asomará al abismo.
¿Noboa pagará la factura política?