Leyenda Urbana
Catorce espectadores y dos candidatos
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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El sábado 4 de enero por la noche cuando las redes sociales, sobre todo X (antiguo Twitter) echaban humo y los trolls afiaban los cuchillos para diseccionar cualquier comentario para replicarlo o castigar —de acuerdo con las conveniencias—, 14 ecuatorianos que buscan nada menos que la Presidencia de la República no se dieron por enterados acerca de lo que el país entero comentaba.
Víspera del inicio oficial de la campaña electoral, era el momento preciso para que dieran a conocer a los electores su posición sobre categóricas decisiones que habrían logrado acabar con las diferencias siderales entre las dos primeras autoridades del país, hecho que ha mantenido al Ecuador en vilo los últimos tiempos, pero no dijeron nada.
Prefirieron hacer del silencio su escudo protector, ya sea porque en verdad carecen de un criterio constitucional sobre la sucesión presidencial, o por miedo a que “las masas tuiteras” no coincidan con sus opiniones y los escasos votos que obtendrían el 9 de febrero se pierdan en ese tsunami que engulle todo en el que se ha convertido la política nacional y que el fin de semana llegó a su clímax.
Como excepción que confirma la regla, apenas un par de ellos dijeron algo sobre la designación de una nueva vicepresidenta de la República, decisión que le tiene al Ecuador con dos segundas mandatarias al mismo tiempo. Y un tercero se pronunció el domingo, pero después de que, a tres candidatos invitados al programa Políticamente Correcto, se les preguntara sobre los acontecimientos de la víspera, sin que tampoco hayan sido del todo convincentes en sus respuestas. Los demás han seguido habitando una suerte de burbuja invisible, por lo que la única conclusión sería que no tienen la más mínima idea de lo que pasa en el país o si saben poco les importa.
El comunicado del Comando Conjunto de las FF. AA. que cambió el curso de los hechos que se habían anunciado sucederían el domingo, y otro de la Policía Nacional, en horas de la madrugada, sobre los mismos sucesos, tampoco han merecido una sola palabra de los candidatos presidenciales, a pesar de que, de producirse un milagro en las urnas, el 9 de febrero, podrían ser nada menos que comandantes en jefe de las dos instituciones.
Y si de estos pronunciamientos que coparon la atención nacional no dijeron nada, menos aún han opinado sobre el nuevo estado de excepción que decretó el presidente Noboa, con toque de queda en algunos sectores del país, bajo el argumento de que la violencia ha aumentado, después de que el propio Gobierno había publicitado la disminución de las acciones de violencia y muerte, asegurando que su plan es exitoso.
Que enmudezcan ante temas tan delicados ocurridos en apenas un fin de semana es asombroso y revelador a vez, porque los muestra como personajes a quienes solo les ha interesado figurar en la papeleta para mejorar su currículo; o ser simples prestanombres de los financistas de la campaña y/o de los propietarios de los movimientos políticos, ansiosos por llegar a la Asamblea y necesitados de aspirantes presidenciales para mover respaldos.
El titiritero resulta más importante que el títere y el fondo electoral que se creó para dar igualdad de condiciones a los candidatos, y evitar el abuso de las grandes chequeras, pierde sentido, ante un uso abusivo.
Resulta escandaloso que a quienes pretenden ostentar la más alta dignidad del país no les haya conmovido decisiones que han sacudido a la sociedad, dividido de manera radical a los más conspicuos constitucionalistas, alborotado la ética política y causado escozor en las instituciones y organismos internacionales.
Con ese proceder solo han ratificado lo que las mismas encuestas habían anticipado de esos candidatos a los ojos de los electores: su inapelable irrelevancia política.
El domingo 5 de enero comenzó, de manera oficial, la campaña electoral para elegir presidente de la República y una nueva Asamblea Nacional, pero lo que podría escenificarse el 9 de febrero sería una suerte de “tercera vuelta electoral” entre Daniel Noboa, candidato de Acción Democrática Nacional (ADN) y Luisa González, del correista movimiento Revolución Ciudadana (RC5), habiendo sido los finalistas el 15 de octubre de 2023, que terminó ganando Noboa.
Todas las encuestas que se conocen ubican a los dos a la cabeza de las preferencias, a una distancia enorme de quien ocuparía el tercer lugar; aunque las mismas encuestadoras reportan un importante porcentaje de indecisos.
En realidad, algunos de los aspirantes hasta podrían ser buenos presidentes, pero son, evidentemente, pésimos candidatos.
Con seguridad, mucho habrán leído a Maquiavelo, pero lo ignoran cuando dice que “pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. Si tu mayor valor está en tus ideas, pero para promoverte bailas y mal, te has infringido grave daño; al igual que si hablas mucho y lo mejor que sabes hacer lo has hecho en silencio.
La gente ya no cree en los políticos porque le han fallado, dicen los analistas, pero en este caso, los propios candidatos parecen no creer en ellos mismos.
Los ecuatorianos van a las urnas el 9 de febrero y les entregarán una papeleta con 16 candidatos; en realidad, solo parecen haber dos porque 14 que se han comportado como simples espectadores.
¡Ojalá reaccionen!