Leyenda Urbana
Bolivia se quedó sin dólares; Nicaragua, en decadencia, y Venezuela, aislada. El caballo de Atila destruye todo

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
Actualizada:
Nadie habría imaginado que la frase “por donde mi caballo pisa no crece hierba”, atribuida a Atila, rey de los hunos, y azote de las legiones romanas, mil seiscientos años después de haber sido mencionada podría convertirse en la alegoría exacta de lo que han significado los gobiernos del socialismo del Siglo XXI, que han destruido los países que han dominado.
Tal como ocurrió con la Galia, el Rhin, Aquilea, Milán y Pavia, atacados y saqueados por Atila, varios países de la región han sufrido en carne propia el experimento ideológico decadente y peligroso del socialismo del Siglo XXI, que ha terminado por llevar a sus pueblos a la ruina económica, social y política, hasta forzar a millones a dejar sus propios países ante la falta de oportunidades y la pérdida de las libertades.
El pueblo de Bolivia sufre, ahora mismo, lo indecible; el país está paralizado, ya que el 85% del diésel y 56% de la gasolina que consumen depende de lo importado, y el Gobierno socialista de Luis Arce no tiene dólares para comprar.
La gente ha salido a las calles para protestar y hay desesperación y angustia por la carestía de víveres y porque para abastecerse de combustibles hay que hacer colas de hasta 30 horas.
Hay dos noticias adicionales tremendas: han vendido el oro en el exterior para contar con efectivo e importar combustibles, y a los bolivianos que viajan no les aceptan las tarjetas de crédito en el exterior.
Todo comenzó cuando Evo Morales nacionalizó la industria de hidrocarburos, y como no hizo las inversiones necesarias, el sector se estancó. Y porque en los 13 años que estuvo en el poder echó mano de USD 8.600 millones de las reservas económicas del país, que hoy hacen falta.
Claro que hizo obras y mejoró las condiciones de vida de amplios sectores, y propició un recambio en las élites a todo nivel, y eso está muy bien. Pero, cuando se aferró al poder, mantuvo a Bolivia en vilo al convocar a un referéndum para reformar la Constitución que él mismo proclamó tras una Constituyente y que limitaba la Presidencia a dos mandatos consecutivos.
O cuando usó a la Corte Constitucional para obtener vía libre y seguir en el cargo, lo que provocó incertidumbre, desconfianza y dividió al país.
En permanente campaña electoral, Evo derrochó a manos llenas y se denunció corrupción. Bolivia pasó de ser exportador de hidrocarburos a importador.
Durante el interinazgo de Jeanine Añez y luego en el Gobierno de Luis Arce —considerado exitoso ministro de Finanzas de Morales— se habrían usado USD 3.000 millones adicionales de las reservas. Pero esta cifra es solo hasta el 2022 porque a partir de esa fecha no hay información al respecto.
Arce acusa a Morales de sabotear su gestión, y esa lucha política encarnizada es otro factor de tensión, porque Evo Morales se volvió adicto al poder.
Hacia el Norte, lo de Nicaragua, con el tirano Daniel Ortega en el poder desde hace 29 años, y su mujer, Rosario Murillo, copresidenta, es desolador. Es el Socialismo del Siglo XXI en su versión más horrenda, porque en sus conciencias están los 350 muertos por la brutal represión de las protestas, de entre abril de 2018 y julio de 2019, durante las cuales pedían la salida de Ortega.
Han rebasado los límites de la dignidad, la ética y hasta la estética. Para convertir a su mujer en copresidenta, Ortega reformó la Constitución, y hoy acaba de designarla jefa suprema del Ejército.
Seudo religiosa y esotérica, Rosario Murillo considera a obispos y sacerdotes sus competidores, por lo que predicar el Evangelio en Nicaragua se ha vuelto casi un crimen.
Ortega y Murillo expulsaron al presidente de la Conferencia Episcopal y a decenas de sacerdotes, algunos de los cuales estuvieron en prisión y hasta fueron torturados. Nicaragua rompió relaciones con el Vaticano en 2023.
Han perseguido y enjuiciado a periodistas, han cerrado casi todos medios y han empujado al destierro a cientos de contradictores despojándolos de sus bienes; y arrebatándoles la nacionalidad nicaragüense a los líderes y a escritores como Sergio Ramírez y Gioconda Bell.
Pero fieles a la causa, han convertido a Nicaragua en paraíso de expresidentes prófugos de la justicia por corruptos. En Managua murió recién Mauricio Funes, quien gobernó El Salvador y residen Salvador Sánchez Cerén y Martinelli, que huyó de Panamá.
Venezuela es el epítome del socialismo del Siglo XXI desde cuando Chávez llegó al poder y para perpetuarse cambió su propia Constitución, y para ganar adeptos usó a manos llenas los ingresos del petróleo.
A cambio de soporte ideológico, financió al régimen cubano que los adoctrinó en la represión y en el control de todos los resortes del poder; llevó a su país a la ruina, y el mundo se enteró cuando, ya en manos de Nicolás Maduro, los venezolanos protagonizaron el mayor éxodo de la historia de la región, con más de siete millones fuera de su patria.
En pleno declive, hoy Maduro y su camarilla han sido denunciados en tribunales internacionales al ser vinculados con negocios ilícitos y por el golpe de Estado al usurpar el poder a González Urrutia, que los derrotó en las urnas. Terminarán aislados.
La presión de la administración Trump a las empresas extranjeras vinculadas al negocio petrolero de Venezuela, podría ser el tiro de gracia.
El socialismo del Siglo XXI es un fracaso absoluto. Sus líderes son ídolos de bisutería porque todo se reduce a un proyecto personal para perpetuarse en el poder, desde cuando Fidel Castro lo inició en Cuba.
Tras alimentar la ilusión de la gente con dádivas en formas de bonos y subsidios, cuando llega la escasez usan la fuerza y confiscan las libertades.
Con semejantes evidencias, nadie debería dudar que el socialismo del Siglo XXI solo puede ser comparado al caballo de Atila, por el destrozo que deja a su paso.