Leyenda Urbana
¡Bienvenido 2025, el año de todos los desafíos!
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Fuego, pirotecnia, música y cábalas, todos los rituales disponibles serán usados la noche de este 31 de diciembre para exorcizar los males del pasado y dar la bienvenida al flamante 2025, en una apuesta individual y colectiva porque el nuevo año sea el mejor de todos.
Quemar los monigotes para despedir el año, una ceremonia cuyo origen se pierde en la historia de los tiempos, simboliza una suerte de ruptura en la vida de los seres humanos; es cuando el fuego purificador hace surgir algo nuevo de las cenizas.
Para los ecuatorianos se trata de un momento grave pero esperanzador; uno especial para dejar atrás 2024, verdadero “annus horribilis” por la acción de los grupos del crimen organizado que han llenado de violencia el país; la sequía, los incendios, los apagones y la desaparición forzada de cuatro niños.
Entonces, hay que aferrarse a lo que decía Heráclito de Éfeso: que nada en la vida es permanente, porque la propia naturaleza de la existencia es el cambio; y todo fluye. Y apostar por el porvenir.
El año que comienza se presenta para Ecuador desafiante, decisivo e intimidante a la vez; porque en las elecciones del 9 de febrero, en las que se escogerá al presidente de la República, estará en juego el destino de los 18 millones de ciudadanos.
Se elegirá presidente para un período de cuatro años al igual que una nueva Asamblea Nacional, que estará integrada por 151 legisladores.
El Consejo de la Judicatura, deslegitimado por graves denuncias y sus propios yerros, deberá elegir a los jueces de la Corte Nacional, evaluar a cientos de otros más y decidir sobre las Notarías del país.
El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) —ese esperpento creado en Montecristi para que aquel que se autoproclamaba “jefe de todos los poderes” dominara los órganos de control— elegirá nuevo fiscal general del Estado.
Esa sola elección tendría que mantener a los ecuatorianos en alerta para vigilar el proceso que estará lleno de trampas, e impedir un retroceso en la calidad ética y profesional de tan alto funcionario, siendo como es la máxima autoridad penal del país, que debe tener la fortaleza e independencia suficientes para resistir y evitar ser usada y manipulada por los grupos políticos y las mafias.
El 2025 es un año decisivo; un punto de inflexión para unir al país que está dividido y crispado; y sigue siendo desigual e inequitativo.
Es un año en el que los ecuatorianos, más que nunca, tendrán que apelar a su inteligencia y sagacidad para evitar que en la campaña se imponga el odio, la falsedad y el engaño.
Ese odio que los jóvenes que son la mayoría de los electores rechazan, deberá ser abandonado por los candidatos, no solo para evitar que la violencia manche la contienda, sino para que sea una positiva en la que no puedan esquivar hacer propuestas y compromisos creíbles.
Las autoridades electorales que han demostrado mediocridad e incompetencia hasta para imponer las reglas de juego en una crucial elección como la del 9 de febrero, nada podrán hacer para impedir que las mentiras se impongan en las redes sociales, manipulando las emociones y la ingenuidad de los usuarios digitales que se creen todo.
Esa trinchera de fango es el espacio favorito de los populistas para imponer relatos falaces y ahora hasta echando mano de la inteligencia artificial para “perfeccionar” las mentiras.
Es el ciudadano quien debe dejar de lado la ingenuidad de creerse todo lo que se difunde y, al tener en sus manos la posibilidad de verificar y desmontar los bulos que proliferan para engañar a los despistados y hacer daño al adversario, desmontar y denunciar los embustes.
El año que termina ha sido terrible para los ecuatorianos que presenciaron la acción demencial de un grupo del crimen organizado asaltando un canal de televisión, y amenazando con eliminar a periodistas y colaboradores en el set desde el cual transmitían en directo.
El funesto episodio llevó al Gobierno del presidente Noboa a declarar conflicto armado interno y a declarar terroristas a una veintena de grupos violentos, que han demostrado su crueldad al actuar sin dios ni ley, en contubernio con ciertos sectores.
Los candidatos están obligados a decir cómo piensan continuar la lucha hasta someter y eliminar a estas bandas vinculadas a los cárteles de la droga que actúan con sevicia, exhiben un poder inconcebible y se han infiltrado en distintos estamentos de la sociedad.
También deben anunciar cómo generarán empleo, cuya carencia hoy propicia la fuga de talentos; cómo fortalecerán la seguridad social, garantizarán la salud y la educación y que harán para combatir a la corrupción y la impunidad.
Gobernar Ecuador es una tarea enorme y complicada; por eso, resulta asombroso que haya tanto advenedizo, superados por la vanidad, que busquen la Presidencia, sin tener idea de lo que ello implica.
El fin y el inicio de un año es la alegoría incontrastable de la fugacidad del tiempo, porque como dice Heráclito de Éfeso todo fluye. La apuesta, entonces, es que sea un renacer.
¡Bienvenido 2025!