La Revolución Juliana 1925-1931
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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El 9 de julio de 2025 conmemoraremos los cien años de la Revolución Juliana, la más trascendental del siglo veinte en cuanto a la creación de moneda sólida e instituciones públicas de control económico en el ejemplar gobierno de Isidro Ayora, el hombre de las manos limpias (1926 a 1931).
La Revolución Juliana, a más de otros propósitos, estaba dirigida contra el Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil. A una semana del estallido de la primera guerra Mundial (1914-1918), el presidente Leonidas Plaza, (1912-1916), decretó la Ley de Inconvertibilidad o Ley Moratoria que prohibía la exportación del oro y aplazaba el cambio de billetes por oro. Con esta ley, Plaza defendía las reservas de oro de la Nación, y permitía provisionalmente a los bancos emisores de monedas emitir billetes sin respaldo. De hecho, la medida duró un decenio.
“Los ecuatorianos pagamos el cupo (de la guerra Mundial) para salvar al Banco Comercial y Agrícola y para engordar a sus accionistas y especuladores”, escribiría en 1927 Luis Napoleón Dillon, uno de los fundadores del Banco Central. “Es muy triste decir que en este tiempo” escribe el historiador Alfonso Rumazo González, “se formaron varias fortunas a costa de todo el país, sobre el cual caía la miseria”.
La Revolución Juliana empezó en Guayaquil, la tarde del 9 de julio de 1925. Los oficiales jóvenes de la Guarnición dirigidos por el sargento Mayor Ildefonso Mendoza Vera luego de apresar a las autoridades del Gobierno, a Francisco Urvina Jado, propietario del Banco Comercial y Agrícola, a otros representantes de la banca y a los propios militares, constituyeron una Junta Militar de Gobierno con el aplauso del pueblo y de los estudiantes del Colegio Vicente Rocafuerte.
En Quito, a las once de la noche, el mayor Carlos Guerrero acompañado de ocho oficiales y de cincuenta soldados del Batallón Pichincha depuso al presidente de la República don Gonzalo Córdova. Los rebeldes nombraron una Junta Provisional Militar que duró desde la dos de la tarde hasta las ocho de la noche y con voto secreto eligieron a los siete miembros de la Junta de Gobierno Provisorio, cuatro por la Sierra y tres por la Costa y le confirió amplios poderes para reorganizar la Nación. Después, hubo otra Junta Civil y Militar. El tres de abril de 1926, el Ejército nombró presidente interino a Isidro Ayora, quien ganó las elecciones presidenciales del 17 de abril de 1929 y renunció el 24 de agosto de 1931.
Gobernó al principio con mano dura hasta lograr un clima de paz. Ayora pudo dedicarse a la tarea de modernizar el Estado y aplicar las sugerencias de la Misión Kemmerer que llegó en octubre de 1926 y presentó sus recomendaciones finales entre febrero y marzo de 1927. Las leyes propuestas por la Misión apuntaban a modernizar y fortalecer las instituciones y los procedimientos del Estado y a eliminar los déficits presupuestarios.
El Banco Central estableció el valor de cinco sucres por dólar. Se crearon las superintendencias de Bancos, el Banco Hipotecario, la Contraloría de la Nación, la Caja de Pensiones antecedente del Instituto de Seguridad Social, las direcciones generales de Aduanas, del Tesoro, del Presupuesto, de Obras Públicas y de Ingresos; Leyes de Trabajo amplias y concretas. Se expidió la Constitución 13 con aciertos y el error de dar muchísimo poder a la Asamblea Nacional. El desbarajuste de la década de los treinta a más de dos dictaduras fueron los efectos de esta insensatez.
Ojalá se celebren los cien años de Revolución Juliana. Si ganase el presidente Noboa, será necesaria una nueva Constitución. Volveremos sobre este punto.