El mundo está en guerra con sus propios demonios
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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En estos días somos testigos de amenazas al mundo de las cuales no habíamos conocido, hasta ahora, el impacto trascendente que tienen y tendrán sobre la humanidad contemporánea. Los tres más peligrosos son:
- La guerra de Netanyahu contra Hamás y Hezbolá, que ha evolucionado hacia una catástrofe regional no solo del futuro de Medio Oriente y del propio Israel, sino del mundo entero;
- Las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América, en noviembre próximo, definidas por su crisis de la democracia en tiempos de elecciones,
- Y por la polarización que caracteriza a esta “era de incertidumbre radical” (Casas Zamora, Secretario General de IDEA) en la que se debate la comunidad de las naciones.
La invulnerabilidad de Israel quedó desmentida en el brutal ataque infligido hace un año por el terrorismo palestino de Hamás y sus aliados; esta agresión ha desencadenado una respuesta bélica que, desbordado el legítimo derecho de defensa, se ha transformado en venganza y castigo colectivo contra la población gazatí y otras comunidades, sin que nadie haya podido detenerlos. Un año después del 7 de octubre de 2023, lo de Gaza es ya una guerra regional que amenaza con involucrar directamente a Irán y a EE. UU., y todo esto porque sus actores adolecen del delirio de creerse dueños de la razón.
Las características de 2024 han sido los crímenes de guerra de lado y lado, el desmantelamiento del derecho internacional, la vergonzosa y reiterada ineficacia de organismos como la ONU y la derrota de la civilización en todos los frentes. Estas reiteradas alarmas, y el conflicto entre Rusia, Ucrania y la OTAN, bien podría desencadenar una conflagración mundial presidida por el poder nuclear, la tecnología y la inteligencia artificial (IA), con impredecibles consecuencias para la supervivencia humana.
En diciembre de 2020, el entonces presidente Donald Trump denunciaba ante su país un “fraude electoral” que, según él, le habría arrebatado la reelección. Un mes después y con trágicos resultados, una exaltada turbamulta atacaba el Capitolio para impedir la proclamación del triunfo de Biden.
Estos acontecimientos se convirtieron en un parteaguas en la inconmovible democracia del mundo: los EE. UU. habían sido contagiados de la "enfermedad del negacionismo electoral", cada vez más frecuente en nuestro planeta: “Entre mayo de 2020 y abril de 2024, una de cada cinco elecciones ha sido discutida en 159 países, tan distantes entre sí como Perú y Myanmar [Birmania]”, concluye un informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) con sede en Estocolmo.
“Ninguna elección está recibiendo tanta atención internacional como la de EE. UU.”, menciona el informe de IDEA. Lo perteneciente a las elecciones, las libertades civiles y la igualdad política se debate en medio de una fuerte polarización política y de la sociedad. Prueba de ello es el que al menos uno de cada diez estadounidenses “está abierto” a la violencia y que menos de la mitad de ellos crean que las elecciones de 2020 fueron justas.
En este contexto, cuando la democracia estadounidense sufre de cierta incertidumbre y de un juego imprevisible que desafía la confianza pública en los procesos políticos, y donde el populismo ha desencadenado una crisis severa de legitimidad electoral, se enfrentan los mismos actores de 2020: Donald Trump y Kamala Harris, vicepresidenta de Biden. Es decir, las próximas elecciones presidenciales en unos Estados Unidos que acusan un deterioro en su desempeño democrático no ofrecen ninguna garantía, ni para sí mismos ni para el mundo, más allá de las características opuestas, personales e ideológicas de los candidatos.
“La bandera de las barras y estrellas”
“Oh, di que puedes ver, por la temprana luz del amanecer,
Lo que tan orgullosamente aclamamos en el último resplandor del crepúsculo,
Cuyas anchas franjas y brillantes estrellas a través de la peligrosa lucha,
¿Sobre las murallas que vimos fluir tan gallardamente?
Y el rojo resplandor de los cohetes, las bombas estallando en el aire,
Dieron la prueba a través de la noche que nuestra bandera todavía estaba allí;
Oh, dicen que la bandera de barras y estrellas todavía ondea
Sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes?”
***
Himno Nacional de Irán
Sobre el horizonte se levanta el Sol, amor de Oriente,
la luz en los ojos de quienes creen en Dios, la Verdad y la Justicia
Bahmán es el halo de gloria de nuestra fe.
Tu mensaje, Oh Imam, de independencia y libertad da forma a nuestras vidas.
¡Oh Mártires! Vuestro clamor resuena en los oídos del tiempo:
Duradera, continua, eterna:
República Islámica de Irán!