En memoria del general de brigada Luis Hernández

Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
Actualizada:
El domingo de elecciones falleció en Quito, a las dos de la madrugada, el general de Brigada, Luis Hernández Peñaherrera, vencedor en la guerra del Cenepa, exministro de Defensa, crucificado en vida por cuatro generales, dotado del don de la simpatía, buen ciudadano, siempre lleno de entusiasmo y respetado por los que le conocían. “Por Dios juro sagrada bandera/ en el aire, en el mar y en la tierra/ en la paz y en la horrísona guerra/ defenderte hasta airoso morir”.
El Ejército del Ecuador lo formó espléndidamente con altos estudios militares en los Estados Unidos e Inglaterra. En esta nación de Shakespeare, casó con Terry, una mujer de pocas palabras, mucha lectura y suave humor. Al único hijo le pusieron el nombre de William. Este joven fue quien cuidó con serenidad y ternura a su padre. Luis había enfermado de un cáncer que en pocos meses lo mató.
Bajo el mando supremo del general de Ejército, Paco Moncayo, el coronel Luis Hernández dirigió la guerra del Cenepa que trajo la paz definitiva, tras 169 años de alborotada historia de límites con Perú. Recibió la Cruz al Mérito de Guerra. Esta presea fue otorgada a 130 miembros del Ejército y fueron condecorados también con igual presea distinguidos miembros de la FAE y de la Armada Nacional. Hernández escribió el libro: 'La Guerra del Cenepa: Diario de un comandante’. Preparaba una segunda edición corregida y aumentada.
En julio del 2001, el Consejo de Generales (siete miembros) por mayoría de cuatro, le negó el ascenso a general, pese a que Hernández ostentaba la primera antigüedad de su promoción: era el oficial con el más alto puntaje en su carrera. En la evaluación del Consejo obtuvo A (la máxima nota) en las tres calificaciones de la carrera. Pero no pasó en la calificación subjetiva.
Decisión que el castigado la tomó como represalia por sus reformas en la institución. Entre estas, el haber permitido que las mujeres pudiesen seguir la carrea militar, y haber empleado el uso de la razón y las circunstancias de hecho con sus subordinados en vez de la obediencia ciega y automática de la clásica disciplina militar.
La Brigada de Paracaidistas No. 9, de la que había sido comandante, se rebeló. pero Hernández la iba calmando poco a poco: “Primero la Ley, después, la Fuerza” les decía. Como sus objeciones a tamaña injusticia fueron desechadas, presentó su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el año 2003. Tras dieciséis años, dicha Comisión dictó sentencia favorable. En 2019, el presidente Lenín Moreno le reconoció el grado de general de Brigada y lo pasó a servicio pasivo. (El Comercio de Quito). Y tuvo el gesto de no pedir indemnización o pago por tus dieciséis años perdidos.
Fue ministro de Defensa en la administración del presidente Lasso y duró seis meses. Días después de que Hernández le entregara el nombre de los militares que sabotearon el radar de Montecristi, el señor presidente le pidió la renuncia. Nada diremos de la actividad de Luis Hernández como ciudadano modelo, activo en política y servicio al público ni de sus dos empresas de turismo. La de San Juan con una vista perpendicular del Quito colonial iluminado, como era él: perpendicular y carismático.
“Ved de cuán poco valor/ son las cosas tras que andamos/y corremos, / que en este mundo traidor/ aun primero que muramos/ las perdemos: [Jorge Manrique (1440 -1479) [Coplas que fizo por la muerte de su padre].