La lechera y el cántaro de leche
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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“Había una vez una muchacha, cuyo padre era lechero. Con un cántaro de leche en la cabeza, caminaba ligera y dando grandes zancadas para llegar lo antes posible a la ciudad adonde iba para vender la leche que llevaba.
Por el camino empezó a pensar lo que haría con el dinero de la venta. Compraré un centenar de huevos o no, mejor tres pollos. ¡Sí, compraré tres pollos! La muchacha seguía adelante poniendo cuidado de no tropezar mientras su imaginación iba cada vez más y más lejos.
— Criaré los pollos y tendré cada vez más y aunque aparezca por ahí el zorro y mate algunos, seguro que tengo suficientes para poder comprar un cerdo. Cebaré al cerdo y cuando esté hermoso lo revenderé a buen precio. Entonces compraré una vaca y a su ternero, también…. Pero de repente, la muchacha tropezó, el cántaro se rompió y con él se fueron la ternera, la vaca, el cerdo y los pollos. [Jean de La Fontaine 1621-1695]
Esto ocurrió ni más ni menos a nuestra querida vicepresidenta Verónica Abad Rojas en su mensaje a Las Fuerzas Armadas y a La Policía Nacional. Les pedía apoyarla al ejercer sus funciones como presidenta constitucional del Ecuador a partir del 5 de enero de este año 25. Ambos estamentos le respondieron muy educados con un misil constitucional, y una obediencia ciega a Daniel en su pozo de leones.
Abad, seleccionada por Noboa, ganó la vicepresidencia por mandato popular, pero perdió la prudencia e hizo declaraciones impertinentes. “Por la boca muere el pez”. Llegada la hora de asumir el poder, nuestro presidente se quedó con el río Machángara y sus olores y Abad fue enviada al mar Muerto en una profunda depresión a 435 metros bajo el nivel del mar donde nadie se ahoga y todos flotan. El señor presidente Daniel Noboa nunca explicó debidamente a los ecuatorianos qué hizo Abad para sufrir tal divorcio, tal destierro y tal humillación.
El presidente Noboa estaba obligado a informarnos como lo mandan la cortesía y la ley. No lo hizo. Y cuando nombró a otras dos vicepresidentes, sucesivamente, la una para la paz y la otra para la guerra electoral, también quebrantó la costumbre de enviar una terna a la Asamblea para que ésta seleccionara a una de las tres.
El mismo presidente, mediante la ministra de Trabajo, castigó a Abad y le dio un plazo estrecho para que regresara a Ancara, capital de Turquía, a cuyas orillas hace miles de años hubo una guerra bastante larga a causa del rapto de la griega Elena por los troyanos. En suma, nuestro señor presidente, nuestro salvador no cumplió con la Constitución de 2008 y también cumplió con ella “porque Ecuador es un estado constitucional de derechos” (art. 1). Nos falta la base de una LEY SUPREMA que nos haga entrar en razón.
O tal vez el señor presidente, atendiendo al profundo dicho del filósofo español José Ortega y Gasset “Yo soy yo y mis circunstancias y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Las circunstancias de don Daniel son una guerra interna contra la mafia internacional, una Asamblea Nacional de mala madre, un presupuesto insuficiente para 17 millones de ecuatorianos, muchos de ellos sumidos en la pobreza y en la miseria, un gabinete presidencial gourmet, un ego pronunciado que si no controla caerá en la hibris (super confianza en sí mismo y presumido), castigada con la locura por los dioses del Olimpo.