Ecuador prepara su propio entierro
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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En febrero 9 del año 2025, el Consejo Nacional Electoral anunciará, tal vez, que nuestra tolerante democracia está asistiendo a su propio entierro. “El tren camina y camina, /y la máquina resuella/ y tose con tos ferina / ¡Vamos en una centella!". (A. Machado)
¿La herirá de muerte el puñal del voto ciudadano? ¡La ahorcarán ciertos candidatos agrupados en siniestras alianzas! ¿O la irracionalidad de un sistema viciado tendrá una democracia chimba, en la que los jefes se vuelvan millonarios y la gente común huela a ropa mal lavada y habas en flor?
Hay que dar a tiempo un salto hacia la cruda y amarga consciencia de nuestra circunstancia. Oigamos a Eloy Alfaro: “Los hombres indiferentes a la desventura de la Nación, aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares inconscientes de las desgracias y corrupción de los pueblos”. Ande yo caliente y muérase la gente.
La circunstancia, aquí, es que el voto ciudadano va camino de ser inútil, como ha sucedido en Venezuela, pues habrá dos o tres o cuatro alianzas para entronizar los genes del presidente prófugo, enfermo de revolución del siglo XXI y de la fiebre del mono que afecte a todas las instituciones del país.
Para comandar esta operación, ha traído a un doble agente que se mueve entre lo inmoral y lo perverso y que intentó convertir en alfombra la dignidad profesional de las FF. AA.; bailó con Julián Assange, estropeando de este modo la suerte del Servicio Diplomático; miembro, además, de un régimen que no quiso preservar la honradez y el honor, sino vivir una vida sin escrúpulos, jurídicamente reprobable. Ha regresado el señor Patiño desde su valiente autoexilio para secuestrar la patria.
Sin embargo, todavía quedan restos de un pueblo rebelde que no aceptaría ser avasallado a perpetuidad. Aquí —en último término— late una ciudadanía digna, con muchas evidencias que han sacudido los cimientos de la historia, y que no permitirá ser sometida a los designios “del enviado del Señor”. De él diría Juan Montalvo: “Ha querido ser un Cromwell, pero no es más que el ganso de la casa (…)”.
En el "Black Friday" comercial, la gente se entrega al consumo sin freno atraída por descuentos irresistibles. La banalidad política ecuatoriana ha adoptado para los períodos electorales una versión de esta práctica. Un “Black Friday electoral”, caracterizado por la oferta de un montón de candidatos, en su mayoría vacíos de sustancia, pero baratos y accesibles. Esta miseria se la debemos al “Código de la Democracia”: una administración electoral marcada por la sospecha, y la adicción de las nuevas generaciones a políticas apalancadas en paraísos fiscales.
En este escenario y desde hace algún tiempo, un mundo carente de elevación intelectual y moral que permita pensar con solvencia ha caído en gobernanzas improvisadas con graves quebrantos para el país. Proyectos serios de sociedad y Estado han llegado al poder de manera casi fortuita y casual. Gobiernos con un poder surgido de circunstancias inesperadas son compelidos a la toma de decisiones de manera reactiva y sin una estrategia planificada.
Pero el peligro en ciernes —lo reiteramos— se encuentra en la multitud de candidatos que obedecen ciegamente a sus jefes, mentores o padrinos del submundo penal nacional e internacional, y que han reemplazado consigna por ideología, botín por patriotismo e impunidad por justicia, y que, con varias caras, representan a un solo rostro apasionado.
"¡Este frío de un amanecer en vela! / Resonante/ Jadeante / marcha el tren. El campo vuela". (A.Machado)