La inacción social nos vuelve cobardes a todos
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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En la confrontación moral entre Diana Salazar y Rafael Correa se podría definir el destino de la República: no hay espacio para la imparcialidad ni la indiferencia.
"Ser o no ser, esa es la cuestión", dice Hamlet en el famoso monólogo, donde reflexiona sobre el dilema de la indecisión y de la duda frente a la vida y a la muerte.
También a nosotros nos corresponde definir ahora nuestra postura en favor de la decencia y de la vida, pero con pasión ferviente, ya que, el no hacerlo en momentos como este, nos convierte en cobardes.
El narcoterrorismo internacional, camuflado en la falsa propuesta que nos destruyó con su corrupción y que hipotecó nuestro país a favor del crimen organizado mediante esa partitura del delito que es la Constitución de Montecristi, ha sido desenmascarado por la fiscal general de la Nación.
Su último trabajo investigativo el “Caso Plaga” revela cómo gente insatisfecha con los límites naturales de la existencia humana maneja los hilos del poder a través de intermediarios en instituciones clave, entre ellos los mercaderes de sentencias que han reducido a andrajos el ejercicio de la abogacía y la administración de la Justicia.
La fiscal general ha sido un obstáculo para la temible amenaza de prófugos, socialmente reprochados por su tenaz cobardía, y finos hampones, sentenciados y encarcelados. Por esto, la sarta del submundo ha intentado eliminarla a través de la Asamblea Nacional. No obstante, en ese hemiciclo legislativo hay almas que poseen esa intangible herencia llamada honor, y han impedido que la avaricia de dinero y poder se imponga y medre. Sin embargo, la pugna moral entre Salazar y Correa, y lo que cada uno representa, continuará, pues encarna la lucha eterna entre el bien y el mal.
Y hablando de males, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no es garantía para los ciudadanos. Parece una pesadilla, ya por su cuestionable e incierto desempeño, ya por el rechazo y la desconfianza que la ciudadanía mantiene hacia su presidenta y consejeros, prorrogados en sus funciones pese a la ilegitimidad de este envejecimiento.
La última "joya" del CNE es la sentencia de primera instancia dictada el 3 de septiembre de 2024 por el juez Fernando Muñoz, del Tribunal Contencioso Electoral (TCE). Esta sentencia, que deriva de una infracción electoral muy grave denunciada por terceros perjudicados, destituye a dos consejeros titulares y excluye a dos suplentes del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), todos ellos miembros de la llamada "Liga Azul", por la nobleza de su sangre política. Esto se debe a que, cuando eran candidatos, de manera pública y notoria, recibieron en plena campaña el apoyo explícito del correísmo y de su líder. Un hecho que violó la ley y conllevó las mencionadas consecuencias.
Lo interesante de este fallo es que el juez del Contencioso Electoral ha reprendido de manera implícita a esos señores del CNE ya que no solo no filtraron esta anomalía, sino que permitieron que los mencionados miembros de la "Liga Azul" fueran candidatos, resultaran electos y ejercieran como consejeros y suplentes del poderoso CPCCS, que debería estar integrado por la flor y nata del país.
En consecuencia, las elecciones generales del próximo febrero nos enfrentan a la peligrosa posibilidad de que gane la "Liga Azul”. Es hora de que se renueve el CNE y sea reemplazado por otro más confiable y transparente.
En fin, mediten los políticos en las palabras de Lord Acton, considerado como la persona más importante de su época: "La libertad es el derecho de hacer lo que la ley permite”.