Una “improbable” condecoración en tiempos del cólera
Periodista, escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, miembro de la Comisión Nacional Anticorrupción.
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Reflexionaremos sobre tres realidades que iluminan, causan mucho miedo y nos dejan a oscuras.
1ª. Iluminan:
El 9 de octubre de este año, el presidente Daniel Noboa condecoró a su padre, exportador de bananas y varias veces candidato a presidente de Ecuador.
En el homenaje, el presidente empleó el término "improbable" para describirse a sí mismo y a su dinastía. El diccionario de la lengua española (RAE) define “improbable” como "algo que no se basa en una razón prudente" o "que no tiene apariencia de verdad". En resumen, lo improbable es aquello que parece difícil de suceder.
Al presentarse de esta manera, en un intento fallido de proyectar autenticidad, el presidente solo logró transmitir su visión peculiar del poder, lo que explica por qué, en ese mismo evento, se otorgó la mentada condecoración por motivos tan improbables como domésticos, mientras la patria atraviesa el peor momento de su viacrucis republicano. ¡Situación de sufrimiento intenso y prolongado!
2a. ¡La Insurgencia Criminal!
Según PRIMICIAS, del 4 de octubre de este año, en el ámbito de la seguridad interna que tiene a Ecuador de rodillas, el Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado informa que las organizaciones criminales han alcanzado el tercero de los cuatro niveles de captura y sumisión del Estado, lo que se denomina "insurgencia criminal". Esto significa que las dos primeras fases: (una) dominios locales, creación de pandillas y “santuarios" criminales en barrios o localidades marginales, y (dos) la disputa territorial entre bandas, expresada en masacres carcelarias y criminalidad en las calles, se han cumplido.
Esta insurgencia se caracteriza por el levantamiento de las grandes organizaciones delictivas contra la autoridad, pues, se saben superiores en armamento y recursos, mediante ataques a fiscales, asesinatos de policías y funcionarios penitenciarios, actos terroristas y enfrentamientos abiertos con fuerzas militares. Todo con el fin de asegurar la libertad de operación del mercado ilícito con la apropiación de territorios físicos y oficiales.
De esta manera, abren la puerta a la cuarta y última fase, que sería la derrota y el dominio total del Estado para convertirlo en un enclave criminal del exterior.
3ª. ¡Una nación sin luz!
El país se precipita hacia un colapso económico, laboral y social sin precedentes. La crisis energética que enfrentamos en este momento se debe principalmente a la escasez de agua que afecta los embalses de las plantas hidroeléctricas, responsable del 60% de la energía generada. El sistema eléctrico nacional presenta problemas estructurales, resultado de la gestión corrupta que ha aquejado al sector durante años, y del manejo irresponsable e inmoral de gobiernos que no han encontrado más que invocar a San Pedro para que el sistema funcione.
Por ejemplo, autoridades mediocres que no supieron deshacerse del Mandato 15 de la nefasta Constituyente de 2008 que condenó a Ecuador a no poder tener inversión privada en este sector que agoniza en manos del Estado.
Sin embargo, confiamos en que es improbable que el presidente Noboa ceda en la lucha contra el crimen y el narcotráfico o que permita que el sector energético colapse, ya que él sabe muy bien que nos enfrentamos a amenazas aún mayores, y que no puede empeorarlas: las elecciones de febrero de 2025, en las que nos acechan mafias caracterizadas por su infinita avidez, que buscan robar hasta la última porción de esta patria moribunda.
Estamos atravesando desafíos mortales comparables a los de Odiseo (Ulises) en su retorno a Ítaca y, si no aparece una milagrosa circunstancia que lo supere, necesitaremos de la astucia y de la suerte multiforme de Noboa para sobrevivir a esta odisea.