El Chef de la Política
La próxima Asamblea Nacional: una réplica del desastre actual y de los últimos períodos
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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El diagnóstico de nuestra Asamblea Nacional es alarmante. La calidad en el debate y discusión de proyectos de ley es baja, muy baja. El problema no está en que los asambleístas tengan doctorados o maestrías, que ahora se ofrecen como hojas volantes, sino en la profesionalización de la legislatura. Esa profesionalización se la consigue con las destrezas y experiencia que no se aprenden en otro lugar que no sea la propia Asamblea Nacional. Por ello, la reelección legislativa por varios períodos es necesaria.
Sin embargo, en Ecuador eso no es posible porque un legislador puede estar por un máximo de ocho años en funciones. Por tanto, si esa regla no ha variado, la calidad de legisladores que vendrá en la próxima Asamblea Nacional no diferirá en mayor medida de la que hemos observado hasta ahora.
La presencia de muchas organizaciones políticas representadas en la Asamblea Nacional es una de las causas de fondo para la ausencia de coaliciones estables y de mediano plazo. El país es permisivo para la aprobación de movimientos y partidos políticos y esa es una de las razones (otra tiene que ver con las fórmulas electorales) de la alta fragmentación observada en la legislatura.
Para el proceso electoral que se avecina no han cambiado las reglas de juego al respecto por lo que difícilmente la nueva conformación de la Asamblea Nacional tendrá una dinámica distinta. Se avizora la presencia de dos partidos con representación importante, RC y ADN, uno o dos más con bancadas moderadas y varios legisladores que se juntarán alrededor de un frente común autodenominado independiente. Las mayorías coyunturales volverán a aparecer y la incertidumbre seguirá siendo parte de la cotidianeidad de la legislatura.
El juego político del gobierno de turno, orientado a ofrecer espacios de poder a cambio de que los legisladores renuncien a la pertenencia a la organización política con la que llegaron a la Asamblea Nacional, ha sido otro de los graves problemas que tiene el país.
Los llamados “camisetazos” no son muchos en términos numéricos, pero son clave en cuanto al momento en el que se verifican. No existe una legislación que sanciones este tipo de comportamiento, como sería la pérdida de la curul, por lo que en la legislatura próxima volveremos a observar, sobre todo al inicio del período, las deserciones de asambleístas. No hay razones para que esto cambie si el diseño institucional sigue siendo el mismo.
La ausencia de afiliación previa a los movimientos y partidos políticos es un factor determinante para la llegada a la Asamblea Nacional de rufianes que lo único que buscan es intercambiar su voto por espacios en los que se puedan beneficiar de forma directa, vía corrupción, o a los grupos de crimen organizado a los que representan, vía impunidad y manejo de información privilegiada. Dado que es frecuente que quienes se candidatizan sean los que pueden pagar por un espacio en la lista y no los afiliados al movimiento o partido, el comportamiento antes descrito es cada vez más notorio.
Nuestra normativa no ha cambiado en este tema entre las elecciones pasadas y la que se viene por lo que nada hace prever que en la próxima legislatura el país tenga asambleístas que trabajen por un ideario político y en bien de la ciudadanía.
En definitiva, si las reglas siguen siendo las mismas es difícil que la calamitosa situación de la Asamblea Nacional cambie. Desde luego, es posible que aún con este diseño institucional lleguen personas que desempeñen su labor de legislar y fiscalizar de forma transparente. Poco probable pero posible. Poco probable porque ahora mismo el sistema político y de partidos del país está hecho para que los más mediocres y corruptos sean asambleístas. Dicho en sentido contrario, nuestro sistema normativo está diseñado para que la gente capaz y honesta se aleje de la vida política, al menos en lo que se refiere a la legislatura.
Tristemente, nada mejor debemos esperar de la nueva Asamblea Nacional porque sus integrantes van a ser elegidos bajo las mismas reglas perniciosas que sirvieron para que lleguen tanto los actuales legisladores como los de algunos períodos previos. En la reelección, las restricciones al número de organizaciones políticas o la sanción al transfuguismo o “camisetazo” están algunas de las salidas a la crisis que vive nuestra legislatura. Sobre estas reformas nadie se pronuncia pues, evidentemente, no generan réditos electorales.