El Chef de la Política
El primer año del ciclo Daniel Noboa
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Hace un poco más de un año, nadie daba un céntimo por la candidatura del ahora presidente. Con un paso discreto por la Asamblea Nacional, donde su principal carta de referencia fue su dadivosidad cuando se trataba de eventos sociales, Noboa era un político más. Si por algo se lo conocía hasta ese momento era por ser hijo de Álvaro, el extravagante millonario que alcanzó todo en Ecuador, menos la presidencia, o por la tía, la todopoderosa Isabel, mujer hábil en los negocios y en la política. Sin mostrarse mucho, ella ha sido durante los últimos veinte años una pieza clave en los acuerdos entre actores económicos y políticos. En efecto, únicamente las referencias familiares hablaban por Noboa. Quizás por eso se lo minimizó.
Ya en el poder su parquedad no cambió, pero sí la forma de entender el manejo de la política en el país. Se dio cuenta que acá el líder que enamora a la gente es el que se faja, el que tiene los pantalones bien puestos, el que pega tres palos, como él mismo describe su virilidad.
No importa que en ese camino la constitución o la ley queden de lado. Al fin y al cabo, siempre hemos vivido al margen del Estado de Derecho y ahí estamos, aun sobreviviendo. Pasó por encima de la inmunidad mexicana, dictó decretos de excepción como hojas volantes y persiguió a sus rivales políticos sin piedad.
La gente, aplaude. Vaya, Daniel. Por ahí mismo es. Por eso no hay que sorprenderse si el ciclo de Noboa recién empieza y lo que se ha visto hasta ahora es solo una ligera muestra de lo que se puede venir por cuatro años más, ocho, y si el tiempo y las aguas lo permiten, un poco más.
Pruebas al canto. El escenario electoral ahora mismo le resulta más favorable que nunca. Hay solo dos en carrera, él y Luisa. El resto va lejos, muy lejos. Ni el tiempo les alcanza para remontar ni tampoco parece previsible que el presidente tenga una caída estrepitosa en su popularidad. Si eso no ha sucedido hasta ahora, con todo lo que Daniel se ha mandado, es difícil que en los dos meses que median hasta las elecciones las cosas cambien.
La disputa, por tanto, no es respecto al tercero sino por saber con qué diferencia le gana Luisa en primera vuelta. Si le gana, porque por ahí con algunos golpes de efecto, navideños y de inicio de año, Daniel puede dar el batatazo y colocarse por encima de la candidata de RC. No hay que seguir minimizando al presidente, esa es la lección que los mediocres políticos parecen no aprender aún.
El libreto está bien diseñado y, guste o no, ha dado resultados. El presidente aprendió a tomarle el pulso en tiempo y forma a la vida política del país. Ahora, justo en medio del período electoral, se abrirá el proceso para la adjudicación de frecuencias del espectro radioeléctrico, con todo lo que aquello implica. El concurso para jueces nacionales se cayó, el de fiscal transita lentamente y el de la corte constitucional va en la misma línea.
Todo está pensado en función de cómo le vaya a Daniel en las elecciones. Si le va bien, habrá más jueces cercanos al gobierno. A otros los controla desde ya. Eso, sumado a bonos, exoneraciones y otro tipo de dádivas hacen penar que el primer año de Noboa es solo una parte de un ciclo que puede ser extenso. No hay que minimizar al presidente.
Pero como todo en la vida, nada asegura que Daniel se quede como huésped de largo plazo en Carondelet. Quizás una de sus falencias más difíciles de solventar, dejando de lado la ausencia de gestión de la administración pública por parte de sus colaboradores, es el débil tejido social que lo apoya. A diferencia de la Revolución Ciudadana o el desaparecido PRE, que se preocuparon de propiciar lealtades en diferentes sectores socioeconómicos del país, al presidente le cuesta dar pasos hacia adelante en este objetivo. Tener votos en un proceso electoral no es lo mismo que generar votos cautivos. Este no es un tema menor pues, cuando las calles se calientan, las fidelidades son las que permiten menguar el malestar de ciertos sectores sociales.
En todo caso, a la fecha, la impresión que da es que tenemos Noboa para rato. Con parquedad y abusos al orden institucional, pero con un guion claro y definido de lo que debe hacer para asirse con el poder, Daniel camina seguro, al menos de momento.