El Chef de la Política
Sobre las libertades económicas, ¿qué opinan los presidenciables?
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Es imprescindible que los presidenciables nos digan cuál es su posición respecto a las libertades económicas. A preguntas claras, el país requiere posicionamientos directos, sin ambages. No hay espacio para medias tintas ni respuestas evasivas. Hay temas en los que la ciudadanía necesita conocer cómo piensan quienes aspiran llegar al poder pues de ello dependerá, en buena medida, el curso que tome la vida económica del país en el mediano plazo. No se trata de alinear respuestas en función de lo que establece la engorrosa y obscura normativa vigente sino de exponer ideas propias. Ahí se verá también la capacidad de los medios de comunicación para encarar abiertamente a los candidatos.
En primer lugar, los presidenciables nos tienen que decir cuál es su visión sobre el rol del sector privado en la vida económica del país. ¿Proponen un gobierno en el que el aparato estatal sea el motor fundamental del desarrollo económico o están en la línea de fomentar una participación más activa del empresariado? Nada es blanco y negro, desde luego, pero es imprescindible que los candidatos expresen una idea clara sobre la dirección que va a tomar la política económica del país en el caso de ganar las elecciones. ¿Son estatistas o son pro-mercado? ¿La inversión, en términos generales, la entienden con énfasis en la que viene desde el sector público o en la que se origina en el sector privado?
Por otro lado, es necesario que los presidenciables indiquen claramente su posición respecto al manejo de la seguridad social. ¿En qué medida están dispuestos a aceptar la intervención del sector privado para el manejo de las pensiones de jubilación? ¿Están de acuerdo con entregar más autonomía a los ciudadanos para el manejo de sus fondos o se alinean con un modelo similar al que ahora existe?
Sobre las relaciones laborales también hay mucho por hurgar. ¿Mayor espacio para que empleadores y trabajadores lleguen a acuerdos salariales o regulación estricta desde el aparato estatal?
El campo impositivo es otra arista clave. ¿Más o menos impuestos? No hay espacio para las respuestas tibias. Cada presidenciable debe ser claro en la concepción que tiene respecto al rol de los impuestos, sobre todo el de la renta y el IVA, en la economía del país.
De igual forma, la ciudadanía demanda una respuesta clara en relación con los subsidios, el del gas y el del diésel, esencialmente. ¿Se mantendrán o se eliminarán? La visión económica respecto al papel de la oferta y la demanda como regulador de la economía entra en juego en estas preguntas y ahí el país estará atento a la visión que cada candidato ofrezca.
Mayor o menor apertura a los acuerdos comerciales es el otro gran tema relacionado con la comprensión de las libertades económicas. ¿A qué le apuesta cada candidato? ¿Prefieren una economía con más vínculos hacia el mundo o no? El país tiene que estar atento a las respuestas de los presidenciables.
Finalmente, las fuentes de financiamiento externo es una cuestión que los candidatos no pueden dejar de responder al país. ¿Se recurrirá a organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial o no? En caso de una respuesta negativa, ¿cuál será la alternativa para proveer al país de recursos económicos?
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La visión de los presidenciables respecto a las libertades económicas debe ser uno de los ejes que la ciudadanía tendrá que valorar antes de decidir por quién votar. Ahí nos jugamos buena parte del futuro del país.
Dependiendo de lo que el nuevo presidente tenga en mente respecto al manejo global del sector económico, habrá claridad no solo para los inversores nacionales y extranjeros sino también para el empresariado y el común de los ciudadanos, fundamentalmente.
Hay que prestar mayor atención a las respuestas de los candidatos frente a preguntas como las acá planteadas y menos a aquellas declaraciones generalísimas y vacías de contenido. Si el presidenciable se niega a dar una respuesta frontal respecto a su visión sobre las libertades económicas es mejor cambiar de opción. Ese es un pésimo síntoma de lo que podría pasar si ese candidato llega a ganar las elecciones.