El Chef de la Política
Los efectos del debate presidencial
Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip)
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Los candidatos tuvieron en cuenta las encuestas y las asumieron como verdaderas. Noboa y González fueron cautos, sin arriesgar demasiado. Saben que es poco lo que pueden agregar a los apoyos que hasta ahora tienen y en ese escenario era preferible evitar cualquier traspié.
El presidente candidato presentó una resumida rendición de cuentas frente a cada pregunta planteada, sin decir mucho más de lo que la propaganda estatal ha puesto ya sobre el tapete. La representante de la Revolución Ciudadana, evitando cualquier referencia a su organización política y a su líder, dijo poco más allá de lo que ya se conoce.
Ambos conservadores en su discurso. Ambos sin entrar en mayor confrontación con su rival más cercano. Ellos piensan en segunda vuelta y prefieren guardar la artillería pesada para el momento adecuado. La suerte también acompañó pues, al estar en diferentes grupos, la tentación de levantar la voz quedó desvanecida.
El resto de candidatos asumió también su lugar en el tablero electoral y su búsqueda fue hacia lo que queda de los votos en disputa. Algunos corrieron con mejor suerte que otros, desde luego. Cucalón ganó algunos puntos porcentuales a partir de su discurso directo y frontal sobre la necesidad de liberalizar la economía del país. Kronfle hizo lo suyo en esa línea y por ahí Tillería también sacó algunos adeptos más.
En la orilla opuesta, los que creen en una mayor intervención de lo público sobre lo privado también ganaron su espacio. Iza, manteniendo su discurso radical, parece afianzarse en el tercer lugar. Granja y González podrían beneficiarse luego del debate. El primero explotó bien su conocimiento en materia de seguridad y la segunda algún rédito obtendrá de haber sido la que de forma más frontal atacó al gobierno de la Revolución Ciudadana.
Aunque todos se disputan la minúscula parte del pastel electoral a la que por el momento han renunciado Noboa y González, al menos el debate les servirá para dar mayores opciones a sus candidatos a la Asamblea Nacional.
En cuanto a seguridad, el país escuchó poco o nada de fondo. Mucho discurso y casi ninguna alternativa clara al problema. Ahí los cementerios que construirá Araus fue lo más apartado del libreto generalizado de los candidatos. En economía la tónica no fue distinta. Todos propusieron hacer y hacer sin decir cómo financiar. En ese aspecto, las preguntas no ayudaron pues, si se partía del déficit fiscal que tiene el país, quizás los argumentos aparentemente sólidos empezaban a diluirse. La eficiencia del aparato estatal y cómo conducir al país en esa dirección fue el eje que marcó las diferencias más claras. El modelo anclado a lo público fue claramente defendido por Escala, Iza y en menor medida por Rabascall y Granja. Nada que deba sorprender. Los otros, sobre todo los del primer grupo y Andrea González, en la orilla opuesta.
Dos temas clave estuvieron ausentes y esa omisión desdibujó claramente la discusión profunda que pudo tener el debate presidencial. Por un lado, la nula discusión sobre la política nacional y la necesidad de reformas inminentes tanto al Código de la Democracia como a algunos artículos de la Constitución que están concatenados a esas enmiendas.
Por otro lado, la invisibilización de la política exterior y su relación clave y decisiva con los temas abordados. A los ojos de la ciudadanía podría parecer que las perniciosas reglas del juego político que tiene el país no afectan o que vivimos en una comuna inerme a los movimientos del entorno internacional.
Siempre es factible que determinados ejes conceptuales queden afuera de un debate, pero que sean dos de los más trascendentales, no es justificable.
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Como era previsible, el debate afianzó las dos candidaturas que ahora mismo despuntan y dejó al resto de candidatos en una sana disputa por los sitiales inferiores. Aunque lo dicho no está escrito en piedra y las sorpresas pueden ocurrir, algo similar a lo ocurrido con la candidatura de Noboa en la pasada elección parece, luego de lo visto ayer, poco probable.
Así, para ver una mayor disputa de ideas, el país tendrá que esperar a segunda vuelta, que es uno de los escenarios más probables. Hasta tanto, el “eres o te haces” de Cucalón o el “Plan Ocico” (claramente sin H) de Saquicela serán las anécdotas que más recordaremos por algunas semanas.