El Chef de la Política
Noboa, la segunda oportunidad

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip)
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Contra todo pronóstico, Noboa ganó con una diferencia aplastante. Grave golpe para González y sus satélites en México, Venezuela y esencialmente en Bélgica. Cuando creían que esta elección marcaba el retorno de RC, del partido y del líder, algo extraño sucedió. Pronto aún para discutir las razones de la pérdida, pero tiempo perfecto para una primera evaluación del resultado: Noboa gana más por los temores que se generaron hacia González y su proyecto que por una propuesta concreta de su parte. Si desde hoy eso no lo tiene claro el presidente, pronto la turbulencia golpeará las puertas de Carondelet.
Lo inmediato será crear un guion político que oriente al gobierno. No lo tuvo en el período de transición y aunque ahora la ciudadanía ha omitido una crítica severa al respecto, una conducción del Estado sin un norte por los siguientes cuatro años no lo aguanta nadie. Faltan directrices, falta gestión, pero sobre todo faltan ideas que hagan sentir al común de los ecuatorianos por dónde va a transitar el país.
Hasta tanto, hasta que esa tarea esté medianamente consolidada, lo que tomará cierto tiempo, pensar en una Asamblea Constituyente resulta temerario. No solo eso, el triunfo político de ayer podría convertirse en una pronta derrota en la conformación de la Asamblea Constituyente. No hay mayores motivos para creer que el tamaño de las bancadas de la próxima Asamblea Nacional, donde RC será la primera minoría, no se verían reflejadas en ese eventual grupo de redactores de una nueva Constitución.
Mejor, antes de aventurarse en un nuevo proyecto electoral, el gobierno debería pensar seriamente en compaginar el manejo austero de la economía nacional con un rol más preponderante del Estado en la política social. Ese tipo de inversión, la que se fomenta en la salud, la educación o la cultura, va más allá de las compensaciones coyunturales. Para ello, se requiere de gente que conozca el manejo del aparato estatal y sus recovecos. Ahí hay una tarea gigante por realizar. Hay que dejar de observar solamente a los amigos y cercanos como los burócratas de nivel medio y alto.
Hay la necesidad, por tanto, de renovar el gabinete ministerial y sus rostros. Analice, presidente, por dónde le vienen los votos que le ponen cuatro años más en Carondelet y saque sus conclusiones. Comparta el poder. Hacerlo no lo debilita, por el contrario, lo coloca en una situación de mayor control de la temperatura política del país.
Una cirugía mayor y un bisturí de alta precisión va a requerir también Noboa para el manejo de la política exterior. El país no puede seguir dependiendo únicamente de la cercanía con los Estados Unidos. Es imperioso mejorar la relación con los países de América Latina y esencialmente con México. Esa ausencia de vínculos diplomáticos con uno de los gigantes del continente es insostenible. Se requiere fina diplomacia, sin duda. Si se echa una mirada al funcionario del servicio exterior, seguro allí encontrará varias ideas inspiradoras para retomar relaciones políticas con un país con el que tradicionalmente hemos mantenido fuertes vínculos. Desde luego que la negociación será compleja, no solo por la magnitud de la agresión cometida contra la sede diplomática mexicana en Quito sino también porque de por medio está la situación jurídica del sentenciado Jorge Glas.
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Los más de diez puntos porcentuales que le dan la victoria, señor presidente, deben ser leídos de forma crítica, como una segunda oportunidad que le da la ciudadanía. No la desperdicie. No continúe con el manejo desorientado de la administración pública porque si lo hace, pronto la benevolencia del elector puede terminarse y ahí la historia nos enseña el triste epílogo de más de un gobernante. Ojalá, por el bien del país, este sea el inicio de un gobierno de muchas rectificaciones. Ojalá la victoria de ayer sirva para dar un giro radical a lo que hasta ahora se ha visto: un gobierno que resuelve a partir de la lógica del día a día.