El Chef de la Política
Noboa y González: tres similitudes y una (gran) diferencia

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip)
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El proyecto político de ADN, que empieza y termina en Noboa, y el de RC, que empieza y termina en Correa, tienen algunas similitudes de fondo. El solo hecho de que ambas organizaciones políticas tengan las siglas correspondientes al nombre de sus redentores ya dice bastante, aunque no lo suficiente. Hay más, mucho más que el personalismo, en lo que ADN y RC son muy parecidos. Esas similitudes no sirven para decidirse por una u otra opción electoral, en efecto, pero sí para apreciar de mejor forma la (gran) diferencia que de allí se deriva.
Primera. Ambos proyectos políticos buscan asirse de los principales espacios de la administración de justicia. Como antes, como siempre, el cálculo es que desde las decisiones de jueces y fiscales se pueden resolver conflictos políticos de forma ágil y a bajo costo. La sala de lo penal de la Corte Nacional, una mayoría dócil en la Corte Constitucional y el premio mayor, la fiscalía general, son los principales focos de ataque de ADN y RC, en caso de ganar la presidencia. Por ese lado, no habrá muchas diferencias luego de la segunda vuelta electoral. Cambiarán nombres, pero las dinámicas serán las mismas.
Segunda. Ambos proyectos políticos son poco tolerantes con las diferencias y la opinión disidente. Evidencia de ataques de este tipo hay en el gobierno de Noboa y lo mismo en el de Correa. Se nota más la vena despótica en la época altiva y soberana porque estuvieron una década en el poder mientras que el gobierno actual es de apenas un año y un poco más. Adicionalmente, la idea de que los medios de comunicación públicos son de la ciudadanía y no de la agenda gubernamental es algo que no cabe en ninguna de las dos cabezas.
Tercera. Ambos proyectos políticos están de acuerdo en mantener las reglas del juego político tal cual están ahora. A ninguno le interesa generar mayores cambios pues, en lo de fondo, se benefician de la forma putrefacta de hacer vida política que tiene el país. Pocos partidos con estructura efectiva, disputa de ideas y buen nivel en la legislatura son objetivos ciudadanos que a ambos proyectos políticos les tiene sin cuidado.
La adición de los rasgos en común de ADN y RC llevan a la conclusión, ya advertida por mucha gente, de que en los dos casos hay proyectos de tinte autoritario que buscan mantenerse en el poder por el siguiente período y más. Al infinito y más allá, como dice Buzz Lightyear, uno de los símbolos de la magistral Toy Story. Sin embargo, la diferencia, la gran diferencia entre uno y otro proyecto político, es que en el caso de RC existen las condiciones para perpetuarse en el poder mientras que en ADN ese escenario es menos probable. No es que ADN no intente atornillarse a los cargos, simplemente es que tiene menos recursos para hacerlo.
Un elemento clave para los gobiernos de largo alcance, con elecciones de por medio, pero con victorias conocidas de antemano, a lo Maduro, Ortega o Castros, es contar con una fuerte base social de respaldo. Esa herramienta de dominación política ni se la consigue de un día a otro ni basta para ello con dádivas. Aunque el intercambio de bienes o servicios por apoyo es importante, hay otro punto que es clave y que tiene que ver con la sedimentación de una idea política entre la población. Lo primero se lo ofrece desde el gobierno y funciona a la brevedad, pero lo otro requiere tiempo de maduración. ADN puede ofrecer lo primero, pero carece de lo segundo. Ahí RC le saca una ventaja enorme pues ha forjado la “conciencia de clase” desde 2007. Sin base social, ADN no solo que no podría perpetuarse en el poder, sino que en su intento puede volver a reeditar los episodios de inestabilidad política de la década de los noventa.
RC maneja una estructura de comunicación más solvente y eficaz que ADN. Aunque en ambos casos utilizarían a los diferentes medios a su alcance para posicionar la idea de que mantenerse en el gobierno por muchos años es la salida, RC puede posicionar de forma más clara la idea del “enemigo” político que ADN. Ya sabemos bastante bien el efecto de los pelucones, la prensa mediocre y corrupta y otros calificativos sobre el comportamiento ciudadano. En ese plano, ADN tendría serios problemas para identificar el “otro” que le permita legitimar su interés por perennizarse en el poder.
Que las armas son las que realmente definen, dicen otros. Sin embargo, sabemos bien que entre militares y policías hay mucho olfato político y que su fidelidad al gobierno de turno dura hasta que las condiciones varían y es el momento de dar un paso al costado. Si esto es así, el argumento de fondo para que el proyecto autoritario de RC sea más convincente y probable que el de ADN está en las razones antes expuestas.
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Tres similitudes de fondo y una diferencia, gran diferencia, han sido expuestas. ¿Cuál es el mal menor?, ¿cuál es el destino que más me disgusta para el país?, ¿cuál escenario a futuro es el que menos conmoción me puede ofrecer? Ahí algunas preguntas para los indecisos e incluso para quienes piensan ahora mismo en el voto nulo.