El Chef de la Política
Mi organización política, mi emprendimiento
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Eso son la gran mayoría de organizaciones políticas en Ecuador: emprendimientos privados destinados a desarrollar un negocio que genere réditos económicos a partir del aprovechamiento de recursos públicos.
Dado que no todo emprendimiento de este tipo está cobijado bajo la misma estrategia de gestión y gerencia, vale la pena segmentarlos. Hacer una suerte de clasificación. Una taxonomía, dirán los entendidos. Algo así como el ejercicio de Alexander von Humboldt de observar, capturar diferencias y semejanzas y luego ordenar. Desde luego, entre el mundo de la zoología de von Humboldt y al que aquí nos referimos hay grandes distancias. Una de ellas, quizás la más importante, es que las especies animales del gran científico alemán no generan la repugnancia que provocan buena parte de nuestros emprendedores de la política. De nuestros depredadores de la política, para ser más precisos.
De la amplia clasificación de emprendimientos políticos nacionales, tomemos un grupo llamativo. Este es el del enjambre de organizaciones políticas cuyo único objetivo es sobrevivir al proceso electoral inmediato. No importa a qué costo. Si ahora es en alianza con herbívoros, por ahí van. Si mañana es con omnívoros, hay que tomar la opción.
Este tipo de emprendimientos no busca llegar a la presidencia de la República. Saben perfectamente que no tienen capacidades ni recursos para acceder a ese cargo. Lo que ellos pretenden en cada proceso electoral es simplemente arrancar algún espacio en la legislatura desde el que se pueda chantajear al gobierno de turno y, por esta vía, conseguir el control de alguna institución pública. Con eso alcanza y sobra. Te doy mi voto en la Asamblea Nacional, me entregas un espacio en el que se pueda trasquilar los recursos del Estado. Esa es la lógica imperante.
Por esa razón, este tipo de emprendedores, generalmente carnívoros, pertenecientes al subconjunto de depredadores, no pone la cara en la papeleta presidencial sino en la de asambleístas. Allí están, agazapados. Alertas. Al fin y al cabo, ellos siempre conseguirán un tonto útil, muchas veces inútil, que se preste para ser candidato a Carondelet. No importa los intereses del que pondrá la cara ante la opinión pública. Puede ser que al presidenciable le mueva el puro ego, la necesidad de reconocimiento, el miedo a ser enjuiciado penalmente o los acuerdos alcanzados con otro tipo de especies, en general carnívoras también, pero del subtipo conocido como carroñeros.
Pero a pesar de lo repulsivos que son este tipo de emprendedores, hay que reconocer en ellos su capacidad de reinventarse, adaptarse al ecosistema y sobrevivir.
En muchas ocasiones su rendimiento electoral es tan pobre que ni siquiera les alcanza para su curul en la Asamblea Nacional. No obstante, no se rinden. Afortunadamente para ellos, luego vienen las elecciones seccionales y allí, si bien la tajada que pueden capturar es menor, siempre será un buen negocio ofertar candidaturas a cambio de dinero, especies o cualquier recurso que les permita mantener su rol de sanguijuelas de las arcas públicas. Por ahí les cae una alcaldía, una prefectura o una concejalía en un cantón clave. Para todos hay en el reparto.
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De este tipo de emprendimientos repudiables, propiciados por sátrapas de la política nacional, está constituida buena parte de la lista de candidatos a la legislatura.
No seamos ingenuos, en esa papeleta está la clave y no en la presidencial. Miremos quiénes encabezan las listas a asambleístas nacionales y allí fácilmente podremos detectar a quienes son los que solamente buscan mantener su emprendimiento a costa de esquilmarle recursos a la educación, la salud o la seguridad pública.
Desde luego, no todos están dentro de la descripción reseñada. Hay otros que están en un lugar aún peor, más nauseabundo incluso. Afortunadamente, para detectarlos no es necesario una referencia mínima. Su olor a podredumbre ética los desnuda frente a la ciudadanía.