Adolescencia: ¿cómo diablos llegamos a esto?

Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Esa era la inquietud que carcomía al destacado actor inglés Stephen Graham ante los repetidos casos de violencia extrema en los colegios británicos: acosos, violaciones y asesinatos perpetrados por niños y adolescentes contra sus compañeros. “En mi tiempo no pasaba, ¿cómo diablos llegamos a esto?”.
Pensó en hacer algo, ¿una serie? Luego participó en la escritura del guión e interpretó (magistralmente) al papá de una familia inglesa de clase media, estable, solvente, en apariencia feliz, en la miniserie ‘Adolescencia’ que Netflix lanzó la semana pasada y es ya un fenómeno del que habla medio mundo.
A esa caudalosa acogida del público contribuye la sorprendente actuación de Owen Cooper, un chico sin experiencia que hace el papel de James, el hijo de 13 años acusado de haber matado la noche anterior a cuchilladas a una compañera de colegio.
Más atractivo aún es el virtuosismo que se despliega en la filmación pues cada capítulo es un solo plano secuencia, es decir, una toma continua, sin cortes, donde lo que está pasando lo vemos en tiempo real. Esta compleja técnica nos permite espiar sobre el hombro de los protagonistas lo que acontece en la comisaría o en el hogar de los Miller.
De allí nace esa sensación de autenticidad e intimidad que nos mantiene tensos y comprometidos con el desarrollo del drama, inmersos en una experiencia cinematográfica muy especial, que el director Philip Barantini ya había desarrollado en ‘Hierve’ con el mismo Stephan Graham en el papel del chef de un restaurante londinense.
El lector puede hallar, en Youtube, videos que muestran la meticulosa coreografía que hay detrás, una danza incesante que permite pasar con naturalidad de un personaje al otro que se cruza en el pasillo o abre la puerta o pregunta algo, sin interrumpir el flujo ni el ritmo de la acción
Es todo un alarde de organización, creatividad y capacidad para trabajar con los mismos chicos de la escuela y los profesores en el segundo episodio; mientras que en el tercero, cuando James se reúne en una sala cerrada con la psicóloga que debe presentar el informe legal, la serie alcanza el clímax con un duelo de actuaciones acojonante.
No es un spoiler decir que no se trata en ‘Adolescencia’ de la búsqueda del culpable, tan manida en este género donde giros y datos inesperados van cambiando de sospechoso, sino de entender por qué sucedió el asesinato, como lo declara el detective encargado. Para ello hay que ampliar el enfoque al mundo paralelo del internet y a un sistema educativo donde profesores y alumnos son disfuncionales y la escuela les apesta a todos.
Por su técnica innovadora y por la actualidad del tema, en los pocos días que lleva en el streaming la serie ha desatado un ardiente debate pues, aunque es muy inglesa y tiene lugar allá, los espectadores de acá se sienten tocados de cerca. Sobre todo, los padres de familias como ésta de los Miller, que ignoran lo que está pasando en el cuarto de al lado, donde los chicos viven conectados a un mundo paralelo plagado de violencia, bullying, discursos de odio y fantasías degradantes, expandidas con una simbología que los adultos no descifran. Central en el conflicto de James es la llamada ‘manosfera’ y la reivindicación de una masculinidad cuyos modelos duros se derrumban, desembocando en estallidos de ira y ataques virtuales o físicos contra las mujeres.
Por la intensidad de la serie y su reducción a cuatro episodios, quedan algunos cabos sueltos. Esto, que en un thriller tradicional habría sido cuestionable, acá lo pasamos por alto pues lo esencial ha sido desenmascarado. Como tantos padres que descubren súbitamente que sus hijos adolescentes son drogadictos o delincuentes o fanáticos de alguna secta, aquí también los Miller terminan acosados y destrozados, preguntándose qué hicieron mal en la formación de James, inteligente y buen alumno.
Pero la serie es demasiado buena como para dar soluciones o respuestas fáciles. Solo muestra una verdad cruda que cada uno deberá procesar.