Lou von Salomé: la mujer que doblegó a tres genios
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
Actualizada:
En tiempos de la universidad, cuando leía a Nietzche y sus alrededores, asomaba con frecuencia el nombre de la escritora rusa que inspiró y doblegó al filósofo que rompía a martillazos los esquemas de pensamiento occidental, abriéndolo al siglo XX.
Sucedió que el arrogante y genial Nietzche perdió la cabeza por ella, declaró que eran almas gemelas, llegó a proponerle matrimonio y terminó en brazos de la locura.
En parte por la sífilis; en parte por el rechazo de la única mujer que estuvo a su altura intelectual y escribió luego un estudio crítico sobre él.
Lou von Salomé había nacido en San Petersburgo en 1861, hija de un general de la corte del zar. De inteligencia superior, guapa, de piernas largas e intensos ojos azules, políglota, lectora contumaz desde muchacha, dado que la Rusia eslava y medio salvaje le quedaba chica, fue a estudiar en Zurich, en la primera universidad europea que aceptaba mujeres.
Yo sabía eso y algo más, como que fue amante y guía del poeta Rainer María Rilke cuando este aún no era famoso, e integró luego el círculo íntimo de Sigmund Freud, volviéndose psicoanalista en la teoría y tratando a neuróticos con más perspicacia que el maestro que reinaba en Viena hasta el ascenso del nazismo. Pero volví de lleno a esta historia cuando vi hace poco la película ‘Lou Andreas–Salomé’ (2016) protagonizada por una cerebral y seductora Katharina Lorenz.
A continuación leí una biografía y su agudo y entrañable texto sobre Rilke, minúsculo fragmento del corpus de novelas y ensayos que escribió sin pausa, sobre filosofía, literatura, psicoanálisis, el erotismo y muchos temas más, pues se movió a caballo entre los dos siglos, sufriendo las desgarraduras culturales y bélicas de una Europa desquiciada por imperios y totalitarismos.
Una vida intensa, casi frenética en el campo intelectual donde mostraba una notable capacidad de trabajo, más notable aún pues, en cuanto mujer, debió romper muchos tabúes y techos de cristal y lastimarse con las astillas, no solo metafóricamente, pues siempre tuvo unos pulmones endebles.
Claro que este artículo no pretende ser más que un abrebocas del mundo cultural, psicológico y sexual de esta pionera que tanta influencia tuvo en sus contemporáneos, sobre todo de habla alemana, y que fue calificada como la primera mujer moderna. Adelantada a su tiempo, la situación femenina y el conflicto sexual eran temas recurrentes que intentaba desnudar y resolver en sus novelas y en la vida, donde pasó de la represión virginal en la primera juventud a la libertad sexual, algo que ahora sería normal, pero que a finales del XIX era escandaloso.
Es precisamente allí donde se centra la película de marras: en las relaciones azarosas y conflictivas de Lou con los principales genios que sucumbieron ante su arrebatadora personalidad, su empuje y desparpajo, aunque la filmación toque muy por encima su producción literaria y el debate filosófico y psicoanalítico en el que estuvo inmersa.
Ni modo: el cine está obligado a sintetizar y apuntar a los gustos del gran público; lo demás, lo sustancioso, queda para la lectura, ahora que es tan fácil acceder a los libros digitales. En particular, queda sobre todo para las lectoras, que ahora son mayoría, el reto de descubrir cuán vigente está la lucha frontal de esta escritora rusa–germana, que supo conjugar creativamente esas dos influencias, contra un sistema de tradiciones no muy distintas de las que regían abiertamente en el Quito de mediados del siglo pasado y que siguen operando en el inconsciente colectivo.