¿Qué será de hacer?

Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Como el panorama pinta color de hormiga quizás sea bueno echar la vista atrás en busca de alguna clave, de algún patrón de comportamiento en nuestra turbulenta y repetitiva historia.
Esa tarea era muy fácil en el siglo pasado porque el diario ‘El Comercio’ publicaba una sección muy entretenida, divida en dos partes: ‘Hace 25 años’ y ‘Hace 50 años’ con las noticias aparecidas en las respectivas fechas. Aplicando ‘a grosso modo’ el mismo esquema veamos con qué nos topamos.
Hace 25 años, en enero del 2000, se registró una medida económica que resultaría fundamental para protegernos de la debacle financiera: Jamil Mahuad decretó la dolarización. Pocos días después militares e indígenas golpistas le mandaron a su casa, pero eso no tuvo mayor importancia: botar presidentes es un deporte nacional. Lo primero, en cambio, la regularización del dólar de EE.UU. como moneda única fue providencial.
Vamos más atrás. Hace 50 años, el 1 de septiembre de 1975 con más precisión, se produjo un golpe militar. Los mandos sublevados establecieron su base en una funeraria vecina al palacio de Carondelet. Hubo mucha bala, decenas de muertos y el general Rodríguez Lara volvió finalmente a palacio, pero ya estaba caído.
De favor, el general pidió a sus compañeros de armas que le dejaran permanecer hasta casar a su hija en el palacio de Carondelet. Realizada la ceremonia, volvió pacíficamente a Pujilí, mientras Ecuador iniciaba el retorno a la democracia, esa democracia que, mal que bien, con parches y remiendos, sobrevive hasta hoy . Sigamos.
Hace 100 años, en julio de 1925, se levantaron los militares jóvenes en contra del régimen plutocrático impuesto por los liberales a partir de la muerte de don Eloy. Quien controlaba el país desde la gerencia del Banco Comercial y Agrícola era don Francisco Urbina Jado, hijo del general Urbina, otro caudillo militar que había ejercido la presidencia en el siglo XIX.
Los cambios que introdujo la Revolución Juliana fueron importantísimos: entre otras instituciones, se creó el Banco Central y la Superintendencia de Bancos –esa presa tan codiciada por la Liga Azul– y el Ejecutivo estuvo a cargo de uno de los mejores presidentes que ha tenido este país: el doctor Isidro Ayora, lojano por más señas.
Y hace 150 años nos aguarda la cereza del pastel porque el 6 de agosto de 1875, en la entrada del palacio de Carondelet, fue asesinado a machetazos, al grito de ‘¡Muere, tirano!’, don Gabriel García Moreno. Quien busque revivir con todos sus detalles esa trágica historia debe leer la novela ‘Las secretas formas del tiempo’, de Diego Araujo, que no pasa por alto el papel ambiguo del general Francisco Salazar.
Al año siguiente de la muerte del despótico caudillo conservador, se proclamó jefe supremo otro militarote, el general Ignacio de la Cuchilla, como lo bautizó Montalvo; luego vendrían los gobiernos progresistas y se agudizaría la lucha contra las montoneras liberales.
En conclusión, observamos que en esta serie de eventos jugaron un papel importante los militares, y que los golpes terminaron provocando un giro importante para el desarrollo político y/o económico del país.
Hoy, año del Señor de 2025, los militares ya están en las calles y el presidente Noboa les halaga al tiempo que contrata a una empresa de mercenarios, cuyo jefe es un exmilitar gringo de ideología libertaria, con un CV de miedo, que tiene en la mira a los socialistas del siglo XXI. Del otro lado, en su cuartel general de México, está un Rafael Correa enfebrecido por volver al poder, Luisa mediante.
Sí, la gente tiene razón de andar asustada y no hay a quién preguntar qué va a pasar pues hace rato que los politólogos y sus encuestas no dan pie con bola. Se pasaron diciendo que el ‘clivaje’ (les gusta la palabrita) correísmo–anticorreismo estaba superado, pero nos hallamos inmersos en una campaña donde no se habla de otra cosa.
Y, como acabamos de ver, la historia nacional tampoco brinda consuelo. ¿Qué será de hacer?