Narradoras venezolanas en el exilio
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
Actualizada:
Cruel paradoja: los tiempos malos para la sociedad suelen ser buenos para la literatura. Las revoluciones, las guerras, las oleadas de migrantes que escapan de dictaduras feroces —de izquierda o derecha, da lo mismo— alimentan a novelas, cuentos y películas con toda la carga de la tragedia, el hambre y el dolor del desarraigo.
Dicen los novelistas de oficina que no hace falta ser tuberculoso para escribir sobre la tuberculosis. De acuerdo, pero solo quien padeció el gulag, como Solzhenitsin, pudo haber escrito ‘En el primer círculo’. Aunque la experiencia en carne propia no basta para hacer buena literatura, si quien escribe tiene oficio, talento y sensibilidad el resultado puede ser más vivo y estremecedor que cualquier drama inventado.
En el caso de ‘Volver a cuándo’, la novela de María Elena Morán (Maracaibo, 1985), el telón de fondo es el chavismo que destruyó un país a manotazos y risotadas, con la complicidad y el aplauso de muchos, como Morán, que luego emprendieron la azarosa ruta el exilio, empujados por el hambre y el desencanto, mientras los jerarcas acumulaban fortunas de fábula en nombre de la revolución.
En esta novela, que obtuvo el Premio Café Gijón en España, descubrimos que, gracias a su experiencia como guionista, Morán es muy buena para construir personajes bien perfilados y diferenciados entre sí, que interactúan casi a ritmo de escenas cinematográficas. Es que Morán estudió guion en Cuba y cuando todo se vino abajo buscó refugio en Sao Paulo y sacó un doctorado en Escritura Creativa.
Todo ello, sumado a su talento natural, le han dado un buen dominio del lenguaje literario, enriquecido por los modismos de su Maracaibo natal, donde usan el vos al estilo de los paisas antioqueños. Si al principio de la novela nos sorprende esa manera de hablar y de narrar, rápidamente nos enganchamos con el voceo y con las vicisitudes de los personajes.
Así cumple Morán el requisito de ser entretenida y mantener al lector preguntándose qué va a pasar. Sin ‘spoilers’, la trama inicial es simple: Nina, una mujer joven y resuelta, con hija de 12 años y mamá viuda, chavista entusiasta hasta hace no mucho, ya no soporta la falta de comida, de electricidad y sobre todo de futuro. Desengañada de la farsa revolucionaria, deja a la niña a cargo de la abuela y, como cientos de miles de venezolanos, emprende la ruta de Brasil, donde hará maromas para sobrevivir.
Entretanto, su exmarido Camilo, oveja negra de una familia acaudalada que se mudó a Houston, chavista también, vividor, con altos cargos pero en crisis, reaparece en el hogar de la abuela para llevarse su hija medio raptada a los ‘odiados’ Estado Unidos, donde será mal recibido por sus padres y humillado por otros venezolanos ricos que le reconocen e increpan.
Con cierto pudor, Morán declaró luego que quiso hacer “una novela de izquierda que le duela a la izquierda”. Y con buen ojo se concentró en el drama de la madre, la hija y la abuela, quienes van narrando el conflicto desde sus respectivos puntos de vista, aunque a ratos la niña, obligada por las circunstancias, suene demasiado adulta.
Según El País, María Elena Morán, junto con Arianna de Sousa–García y Laura Guarisco, en tres celebrados libros, “tejen el gran relato de la diáspora venezolana que atraviesa América Latina”. Tal como en Ecuador, son mujeres jóvenes las que ocupan la vanguardia de la literatura.
Pero tienen las venezolanas una precursora notable, Karina Sainz Borgo, autora de ‘La hija de la española’, éxito editorial de 2019 que estoy leyendo luego de haber concluido ‘Volver…’. Digamos que Karina no se anda por las ramas pues cuenta desde el principio las brutales torturas a las que son sometidos los universitarios aprehendidos durante las protestas y va describiendo el infierno de Caracas mientras la protagonista entierra a su madre sin que nadie la acompañe.
Con ella ingresamos a una ciudad con hambre y a oscuras, tomada por la delincuencia y los grupos motorizados del chavismo que siembren el terror. De su trabajo, una crítica francesa dijo que era “una bella y feroz primera novela”, tremendo elogio, aunque hasta donde voy sea más feroz que bella.
No debe extrañar a nadie la calidad y el poder de estas autoras pues Venezuela era un país muy rico culturalmente. Y económicamente, claro. Lo que supera toda ficción es que una camarilla de gánsteres y demagogos la hayan convertido en un miserable purgatorio del que han escapado millones de personas con terribles historias que contar.