El indiscreto encanto de la política
Invocar al “voto útil”: ¿la vieja confiable?
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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A pocos meses de las elecciones presidenciales, vuelven a escucharse voces que invocan al “voto útil” como la única estrategia para evitar el regreso del correísmo, representado por Luisa González. Sin embargo, en el contexto actual, esta lógica es innecesaria.
El "voto útil" o "voto estratégico", como lo define el politólogo Gary Cox, implica que los votantes no eligen su opción preferida, sino aquella que consideran más efectiva para evitar un resultado indeseado.
Este enfoque es relevante en sistemas de mayoría simple, como los de Estados Unidos, Canadá, India o Reino Unido. Sin embargo, en Ecuador, el sistema de doble vuelta permite a los ciudadanos votar libremente en la primera ronda, reservando el “voto estratégico” para la segunda vuelta, si es necesario.
En elecciones pasadas, cuando el correísmo tenía altas probabilidades de ganar en primera vuelta, el “voto útil” fue una herramienta válida para unificar a los electores anticorreístas. La oposición, aglutinada alrededor de Guillermo Lasso, apelaba a bloquear el triunfo del correísmo impidiendo que alcanzara el 40% y, sobre todo, la ventaja del 10% sobre su rival inmediato, requisitos constitucionales para ganar en una sola vuelta.
Hoy, el escenario ha cambiado. El correísmo está debilitado, con una intención de voto muy por debajo del 40%. Además, varios analistas advierten que Daniel Noboa, quien en algún momento pudo haber aspirado a ganar en primera vuelta, ha perdido terreno debido a la persistente crisis energética, económica y de seguridad que enfrenta el país.
Todo indica que habrá una segunda vuelta. En consecuencia, para la elección del 9 de febrero del próximo año, los votantes tenemos el espacio suficiente para elegir al candidato que realmente se alinee con nuestras convicciones y valores, sin importar sus probabilidades inmediatas de ganar.
Votar por aquel que creemos mejor preparado para liderar el país, más allá de las presiones del "voto útil", puede contribuir a una discusión más profunda sobre el futuro de Ecuador.
El legítimo “voto útil” en 2025 podría ser aquel que fomente una democracia más madura, resistente a los populismos de cualquier signo.