El indiscreto encanto de la política
La papeleta presidencial tiene 16 binomios, no solo dos
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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A menos de tres meses de la elección presidencial, el Ecuador parece destinado a repetir su historia reciente: una polarización política que limita las opciones y sofoca los debates.
Luisa González y Daniel Noboa vuelven a protagonizar la narrativa de "correísmo versus anticorreísmo", promovida tanto por sus campañas como por las encuestas que los colocan en empate técnico. Sin embargo, ¿es realmente este el único desenlace posible?
El discurso de González y Noboa apunta a un mismo objetivo: convencer a los votantes de que cualquier alternativa fuera de ellos es un voto perdido. Este enfoque, aunque efectivo en términos de estrategia electoral, perpetúa una dinámica que limita el debate y la posibilidad de discutir soluciones de fondo a los desafíos del país.
En un sistema electoral tan volátil e impredecible como el ecuatoriano, este tipo de narrativas no solo simplifican en exceso la realidad, sino que también empobrecen la democracia.
La candidata de la Revolución Ciudadana, Luisa González, cuenta con una base electoral significativa gracias a la lealtad de una militancia que se ha mantenido activa pese al desgaste del correísmo en los últimos años.
No obstante, ese mismo vínculo es también su principal limitación. La falta de renovación en el discurso y las propuestas del correísmo puede alienar incluso a sus seguidores tradicionales, quienes podrían buscar alternativas dentro del espectro ideológico de izquierda.
Figuras como Leonidas Iza, Jorge Escala o Pedro Granja podrían captar el apoyo de sectores más radicales, mientras que perfiles moderados como Jimmy Jairala o Carlos Rabascall podrían atraer a quienes buscan alternativas de izquierda más moderada.
Por otro lado, el presidente Noboa, quien comenzó su mandato con niveles de aprobación históricos, enfrenta un escenario complicado. La migración de votos hacia Jan Topić durante octubre y noviembre, así como una caída sostenida de casi 40 puntos en popularidad, evidencia que su “voto duro” es, en realidad, bastante “blando”.
Su estrategia actual se centra en movilizar al "anticorreísmo duro" apelando al miedo por el retorno del “fantasma de Correa”, más que al mérito de su gestión o sus propuestas.
Esta posición contrasta con su inicio de gobierno, cuando pactó con la Revolución Ciudadana en la Asamblea para repartirse amigablemente los puestos de autoridad en la Asamblea y pasar, conjuntamente, varias leyes de interés particular.
Estas contradicciones, sumadas a una falta de resultados tangibles frente a la crisis económica, de seguridad y energética, podrían empujar a sus simpatizantes a analizar “qué más hay en la papeleta”.
Figuras emergentes como Henry Cucalón, Francesco Tabacchi o Luis Tillería intentan capitalizar este desencanto, ofreciendo alternativas dentro del mismo espectro político para llegar a ocupar el espacio del “si no es Noboa, ¿quién?”.
Para romper con esta polarización artificial se necesita de ciudadanos dispuestos a evaluar con detenimiento la papeleta, de medios de comunicación que fomenten un debate informado y, por supuesto, de candidatos que ofrezcan soluciones reales a las crisis que enfrenta el país.
Elegir es más que votar.