El indiscreto encanto de la política
El rol de la oposición en tiempos de distracción política
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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El presidente Daniel Noboa ha mostrado gran habilidad para posicionar su agenda en el debate público.
En medio de la creciente inseguridad, el estancamiento económico y los apagones que regresan, Noboa ha lanzado una serie de "bombazos políticos" que han desviado la atención de los problemas estructurales y reorientado la conversación hacia narrativas de su conveniencia.
Entre sus más recientes anuncios destacan la decisión de regalar tres meses de electricidad, el retorno de bases militares extranjeras y la eliminación del financiamiento público de los partidos políticos.
Con estos movimientos, no solo ha logrado mitigar temporalmente el impacto de los problemas más urgentes, sino que además ha obligado a la oposición a centrarse únicamente en los temas que él impone, relegando a un segundo plano los desafíos más profundos del país.
Frente a esta situación, ¿cuál debería ser el rol de la oposición política?
En una democracia, la oposición tiene dos funciones fundamentales: poner límites al presidente de turno y plantear una alternativa de gobierno. Este equilibrio es clave para el buen funcionamiento del sistema político y para garantizar la convivencia democrática.
Con esta premisa, la oposición no puede limitarse a seguir el ritmo que dicta el presidente. Para ser relevante, y más aún en un año preelectoral, debe recuperar su liderazgo de forma estratégica y propositiva.
Esto no solo es necesario para ganar votos, sino también para generar confianza en la ciudadanía de que existen soluciones viables para los grandes problemas del Ecuador.
Para lograrlo, primero, la oposición debe romper este ciclo reactivo. Noboa lanza un golpe de efecto, y todos responden. Si quieren volver a ser protagonistas, las organizaciones políticas deben establecer su propia agenda y no dejarse arrastrar por la del presidente.
Segundo, necesita ofrecer soluciones claras. No basta con criticar, hacer memes o “cabrearse”. Los ciudadanos necesitan ver que los políticos tienen propuestas concretas: ¿qué harán para mejorar la seguridad? ¿Cómo enfrentarán el problema energético de manera sostenible? ¿Qué políticas económicas pueden generar empleo y reactivar la economía?
Tercero, debe articular una narrativa sólida para las elecciones. Su mensaje no puede limitarse a señalar los errores de Noboa. La oposición tiene que proyectar una visión de país que inspire confianza y esperanza en el futuro, con propuestas que demuestren que están preparados para gobernar.
La oposición debe renovarse, afinar agenda y jugar el papel que le toca: ser un contrapeso constructivo que no busque el fracaso del gobierno, sino demostrar que tiene un proyecto político sólido y serio. El tiempo es corto, y el desafío, enorme.